Capítulo 55

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Minnie

Las reinas entraron en el salón cuando la música se detuvo, un representante de confianza las anunció y ellas se abrieron paso al mismo tiempo, el lugar era de pronto una copia exacta de un cementerio porque todos se quedaron inmóviles y silenciosos. Minnie deseaba reírse de los invitados que tenían la mirada de cariño fija en las dos mujeres, unos cuantos mantenían sus bocas abiertas y eso era muy chistoso, pero otro grupo se mantuvo firme viendo a las preciosas reinas con desprecio, esos últimos fueron los únicos que no se inclinaron cuando ellas aparecieron.

―Algunos de tus cortesanos son mal educados delante de ti, no creí que fuese posible ―Soojin aceptó la mano de Yuqi cuando esta le ayudó a subir los escalones a los dos tronos en la mesa central. Mientras estuvo montando guardia, la soldado escuchó muchos comentarios al respecto, ninguno fue dirigido a la posibilidad de que Soojin se sentara junto a Soyeon delante de los miembros más importantes en la sociedad de Hwangpye. Pero eso fue justo lo que hicieron y en su opinión, se verían asombrosas.

―Me disculpo querida, son algo torpes cuando ven tu belleza. ―Soyeon usó su tono dramático, aunque era claro que el halago era genuino.

― ¿La mía, de que hablas? Te ves espectacular ―Soojin le sonrió genuinamente a Soyeon, después se estiró para tomar una copa, sus largas uñas aparentemente afiladas hicieron un sonido aterrador en el cristal. El gran salón estaba así de silencioso, tanto que la conversación de las reinas parecía ser una obra teatral que todos veían con sumo interés.

―Inclina tu cabeza, o dobla tu rodilla ante la reina, has lo que sea mientras demuestre respeto―Minnie intervino desde su lado del salón, junto a las enormes plantas verde tierno que salían de macetas gigantes, en las copas de las plantas destacaban flores rojas que se movían con la brisa de la puerta lateral abierta de par en par. Más allá, los jardines blancos estaban decorados con antorchas medianas que brillaban en tonos violeta. ¿Cómo había hecho Shuhua que eso resultara hermoso? No tenía idea, pero era perfecto.

― ¿Me hablas a mí? ¿Ante cual reina quieres que doble mi rodilla? ―el hombre vestido galantemente vio a Minnie con aparente asco, ella se acercó retadora.

―Ante ambas, lo mismo harán todos o pueden ir saliendo en este instante. Les advierto que los carruajes no se les serán entregados y deberán caminar en la nieve hasta las guaridas de las que salieron ―la soldado hablaba en serio, esa tarde había sido puesta a la cabeza de su grupo, era líder de la guardia del castillo y los soldados rojos estaban viéndola muy atentos desde sus diversas posiciones, esperando órdenes de movilizarse si era necesario. Las personas finas del salón se fueron doblando uno a uno, todos se inclinaron ante las dos reinas aun cuando muchos de ellos habían ido ahí para ver quién ofendía a la reina, la misma Soyeon los observaba importuna. Tenía puesto el guante dorado que parecía brillar más mortalmente que de costumbre.

Como los hipócritas que eran, los cortesanos desleales vieron a las reinas con fingida adoración, la mayoría de los presentes veneraban a la reina de Hwangpye, pero un grupo destacado pensaba que el consejo estaba en una buena posición al retar a Soyeon, ellos creían que ella no era suficientemente buena y de algún modo la presencia de Soojin los ponía más disconformes. Tal vez si la reina de Muhan no fuese amiga de Soyeon, ellos pensarían que su presencia era buena para el reino. También era claro que muchos se decepcionaron al no recibir una alerta de guerra, algunas personas amaban el olor a sangre corriendo por las calles y Minnie los detestaba a todos por ser tan estúpidos.

―Sé que muchos de ustedes dudan de mí capacidad como reina, quisiera informarles que eso es irrelevante en mi vida y aun cuando muchos de los presentes no lo merecen, les doy la bienvenida a todos y todas a este banquete para mis guardas especiales y para la increíble reina Soojin, de las maravillosas tierras de Muhan ―Soyeon se había puesto de pie, en el otro trono la morena la saludaba con un movimiento de su copa―. Por favor, disfruten la velada, prueben el buen vino, coman las delicias que producen en los campos de Hwangpye y vean a la reina en el trono con su valiosa compañía, porque les prometo que por más que lo intenten, no iré a ninguna parte. ¡Salud!

Los soldados rojos rugieron imitando leones, a Minnie se le erizaba la piel cada vez que sus colegas hacían eso y por unos segundos se maravilló de aquel potente sonido que glorificaba a la reina Soyeon de pie frente a los mayores representantes del reino, había militares, cortesanos realmente ricos, filántropos, visitantes de otros reinos, valiosos comerciantes y ciertos granjeros locales que Soyeon siempre invitaba personalmente. En cada una de esas veladas, la reina pasaba su tiempo hablando con los nobles productores de alimentos o de textiles, eran su compañía favorita y por esas personas amables ella trabajaba arduamente cada día. Era la reina de los sencillos y educados, los poderosos acaudalados usualmente la veían con enojo.

Uniéndose a sus compañeros, Minnie rugió fuerte como un León y aplaudió viendo a la reina de cabellera dorada que regresaba a su trono bañado en oro. Aquellos que también la amaban vitorearon por unos minutos más para después permitirle a los músicos generar el ambiente festivo con baladas tradicionales.

―Ella sabe cómo cerrarles la boca, es impresionante ―la voz de Miyeon llegó hasta ella, la mano de la princesa se encontró con la suya y Minnie quiso abrazarla, pero se contuvo lo mejor que pudo. Al otro lado de la princesa usando un elegante vestido rosa, estaba la mano derecha de la reina, los ojos oscuros de Shuhua brillaban con admiración mientras veía a Soyeon a la distancia.

― ¿Le escribiste ese discurso? ―Miyeon preguntó y Shuhua negó rápidamente.

―Oh no, eso fue algo improvisado.

―Es una reina maravillosa ―la princesa suspiró encantada― Ojalá estos tontos se dieran cuenta de lo increíblemente talentosa que es Soyeon.

―Lo harán, créeme que lo harán ―Shuhua sonaba determinada.

―Y si no lo hacen, es posible que ardan en las hogueras del verano ―Minnie tomó una copa de una de las bandejas doradas que llevaba uno de los sirvientes especiales, todos eran hombres usando ropa negra ajustada, en sus rostros les pintaron curiosas formas en colores brillantes que invitaban a ser admirados. La copa de vino terminó en la mano de la dulce princesa y Miyeon le dejó un beso en la mejilla antes de ir con Shuhua a la mesa central. Las dos damas ocuparon sus puestos y Minnie supo que era momento del entretenimiento, en ese momento le dio una mirada a Yulk, el soldado rojo se hizo a un lado y un grupo de bailarines que usaban máscaras entraron al gran salón asustando a los invitados. Siendo toscos y audaces, los bailarines crearon un espacio amplio frente al escenario de la mesa central. Soojin se recostó en la silla luciendo una sonrisa impresionada, a su lado, Shuhua la miraba tímidamente. Minnie empezó a reírse cuando ella y su amiga cruzaron miradas a la distancia, al parecer Shuhua tenía una pequeña fijación por la reina.

Con la música de tambores y flautas de madera, los bailares empezaron a cantar una vieja leyenda. La de un monstruo dormido en el fondo del gran lago gris, el lago que por amor la primera reina se convirtió en un espejo tranquilo que en cada luna llena reflejaba la luz del cielo, con tal de hacer a la reina feliz. En el fondo, un dragón dormía plácidamente, pero en una tormenta de invierno fue despertado, su ira se desató por el reino creando una gran devastación roja que por poco acabó con el castillo de oro. La primera reina calmó al dragón con una suave canción, le prometió que sus hijos tendrían esa misma fiereza, que pelearían guerras para ganarlas y que traerían paz al reino que ahora llevaría un nuevo nombre, un nombre que recordaría el pago de dolor que un feroz dragón desató. Al finalizar ese invierno, el lago se tragó al dragón que volvió a dormir y la reina consagró su vida al reino que apenas si sobrevivió. Hwangpye, sería una tierra feroz y de ellos nadie volvería a dudar, porque tenían el poder de devastar el mundo con la fuerza heredada de un dragón que jamás deberían despertar.

La danza sensual y elaborada acabó cuando uno de los bailarines con máscara de dragón se desplomó ágilmente ante la reina, al mismo tiempo los tambores cesaron, las flautas sonaron adormecedoras y Soyeon aplaudió encantada. Junto a ella Yuqi reía fuertemente, traer de regreso la vieja leyenda había sido idea suya, incluso Sarah, la madre de Soyeon, estaba gozosa por el recuerdo. Los invitados se veían tan felices que Minnie quiso creerles, ella quiso creer que el reino tenía el potencial de confiar ciegamente en la reina como lo hacía el lago durante la luna llena, como lo hizo el dragón que dejó de derramar sangre en vano. Ella pensaba que Soyeon era capaz de calmar dragones, lo que no podía creer, era que el reino mereciera era misericordia.

*Hwangpye: Devastación roja. 

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