Capítulo 38

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Soojin

Las costas de Muhan se iban quedando a sus espaldas y el viento le removía el cabello asegurándole una posible aventura. Si su hermana no hubiese escapado, Soojin no habría salido de la seguridad imperdurable del castillo blanco y sin ese pequeño evento desaventurado, ella no habría pasado horas eligiendo prendas para su equipaje, no habría hecho una reunión perfectamente equilibrada entre enseñanza y amenazas ilustradas a sus consejeros, asistentes y miliares y no habría visto los comercios portuarios de Muhan de cerca. Todo aquello fue divertido, más divertido de lo que jamás imaginó. Ahora en aquel enorme buque de guerra pintando de negro con elementos azules que representaban su reino, la reina se atrevió a sonreír emocionada.

Estaba saliendo del reino que ella dominaba, estaba en camino a algo inesperado y aquella emoción le había sido ajena, nunca antes deseó ir a otro reino que bien podría sentirse como otro mundo, pero ahí estaba ella usando pantalones de cuero con un abrigo azul que le caía como una larga capa, rodeada de soldados y armas. Las sorpresas de la vida a veces eran tan intrigantes que rechazarlas no era opción.

―Es posible que la reina Soyeon respondiera a su misiva, haremos una corta parada en las islas Audriul para que el emisario pueda abordar la flota ―Mark solía hablarle de ese modo directo, como si ella fuese una soldado en su pelotón, al inicio aquella actitud le pareció molesta, pero después se dio cuenta cuánto tiempo se ahorraban en rodeos.

―Siempre he querido ver las islas, suena bien.

―Pues intentaremos acercarnos para que su majestad pueda admirarlas.

Soojin asintió con el pequeño comentario del nuevo general a cargo de sus tropas, era un hombre interesante, pero ella no estaba interesada en enfocar su atención en compañeros de viaje. Prefería disfrutar de la vista que el mar abierto le otorgaba, sobre todo cuando el sol se fue sumergiendo en las aguas distantes. No importaba cuantos atardeceres viera en el mar, ella nunca podría cansarse, ¿Qué era mejor que ver el mar tragarse al sol mientras el cielo se tiñe en los colores más puros y brillantes de todos? Soojin no tenía respuestas y si alguien se atrevía a darle una seguramente lo mandaría a la horca, así de serio era su aprecio por los atardeceres.

Cuando la noche terminó de caer, la reina se acercó al grupo de soldados y comandantes que la acompañaban. Uno de ellos contaba una historia sobre seres marinos acechando las aguas que ahora cruzaban. Cuando ella se sentó en uno de los barriles que usaban como bancos, los hombres la vieron cohibidos, buscando alrededor algo para hacer, pero no estaban en tierra firme y todo el trabajo en el buque ya estaba hecho.

―Parecía una buena historia, pero si mi presencia les incomoda puedo alejarme a los camarotes ―dijo ella medio oculta detrás de una botella de vino tinto.

―Oh no su majestad, usted es más que bienvenida en esta cubierta tenebrosa ―dijo el narrador, un joven rubio de ojos verdes, inteligentes y maliciosos. Su barba era bastante agraciada, le daba un aire de misterio que Soojin tuvo que admirar.

―Pues continúe, Gerald.

El soldado se notó encantado con ella por saber su nombre, pero era imposible no saber quien era el cuenta cuentos rubio. Era un chico popular en la flota, sobre todo con los comandantes que siempre le estaban pidiendo silencio, porque Gerald además de contar buenas historias, se la pasaba cantando todo el tiempo.

―Ya que contamos con la magnífica presencia de la reina, les daré una de las mejores historias que mis antepasados me pasaron.

Mark le dio un gruñido al soldado que se carcajeó sin vergüenza, darle piropos a una dama en un buque cargado con militares no era algo bien visto, pero a la reina no le importó porque empezó a reír también. Tal vez el vino le estaba afectando.

Six Lions 👑 G-IdleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora