Capítulo 23

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Soyeon

Los documentos eran tantos y tan variados que sus esperanzas eran grandes, muy amplias y demasiado apresuradas. Debía contarle a Shuhua sobre su investigación si quería terminarla antes de que el gran consejo convocara a una reunión oficial. Ella podría seguir gritándoles amenazas, eso los aplacaría por un tiempo, pero no los detendría.

―Su majestad, la gran reina está aquí.

―Basta con eso linda, mi nombre es Sarah ―dijo su madre, viéndose tan maravillosa como siempre―. La reina está delante de mí en este momento.

Soyeon tuvo que forzarse a seguir inmutable, cuando en realidad se sentía sumamente abrumada porque su madre le dio una reverencia. La gran reina de Hwangpye se inclinaba ante su hija inexperta, aquel tenía que ser un momento histórico. Shuhua supo que lo que había presenciado era algo único y muy sonriente se alejó del salón dejando las puertas cerradas detrás de ella. Adoraba a Shuhua cuando esta le cuidaba de ese modo.

―Mamá, estás preciosa.

―Tú también lo estás Soyeon, me gusta tu cabello así de largo.

―Shuhua ha insistido en que lo deje crecer ―de manera automática la reina llevó sus dedos a los largos mechones rubios en la compleja trenza. Le gustaba verse de aquel modo, era un estilo femenino que estaba llevando con orgullo.

Su madre se acomodó en un sillón individual, el mismo que su mano derecha había usado horas atrás. Tal como ella, el cabello de su madre era largo, pero de un rubio oscuro que combinaba con sus ojos cafés, tan claros como la miel. Sus labios finos sonrientes no desentonaban en su mirada afilada hacía que la gente siempre estuviese alerta. Aquel rasgo Soyeon lo había amaestrado, el problema era que las personas veían ese talento como algo ostentoso, algo de lo que llegaban a defenderse sin razón alguna.

― ¿Has encontrado algo que sirva para tu caso? ―Sarah apuntó con la barbilla hacia la pila de papeles en la mesa, sus notas se iban acumulando cada vez más.

―No estoy segura, creo tener una idea fiable pero ya sabes cómo son los ancianos del consejo, tienen el conocimiento de bibliotecas en sus pensamientos.

―No les des tanto crédito, los eruditos pueden ser irrespetuosos con sus conocimientos, ser extremadamente inteligente no es justificación para tener malos hábitos sociales―la antigua reina sirvió dos tazas con té caliente, en medio de los sofás había una mesa con bocadillos y varias bebidas. Shuhua siempre pensaba en todo, últimamente estaba muy atenta.

―Ellos intentan proteger el reino ―Soyeon aceptó el té que su madre le alcanzó y después se acomodó en el cómodo sofá―. Claramente yo planeo hacer lo mismo, aunque mis ideas difieren mucho de lo que ellos desean.

Sarah estaba enfocada en el vapor que bailaba sobre la superficie de su té, a su lado Soyeon la observaba complacida. Ver a la gran reina no era algo que hiciera seguido. Cuando su madre le entregó el trono también la dejó sola en el castillo, si bien ella entendía las razones para querer irse lejos de la corte y de la corona, no podía evitar sentirse un poco afligida cuando pensaba en lo sencillo que sería todo si su mamá estuviese ahí con ella.

―Quiero hablarte de mi participación en esto ―su madre estaba hablando tan levemente que Soyeon tuvo que inclinarse un poco más cerca, temiendo que si no prestaba atención se perdería de la sabiduría de una reina irremplazable.

―Si tienes ideas de lo que puedo hacer soy toda oídos, necesito ayuda, aunque no quiera admitirlo ―le dijo sonriente, con su madre siempre podía ser honesta.

―Soyeon, pensé que cuando te dejé el trono tu podrías manejar al consejo o al menos impondrías tu voluntad y eso sería suficiente ―Sarah dejó la taza de té de regreso en la mesa, seguía sin encarar a su hija―. Pero claramente no lo es, esos... ancianos locos, ellos no te dejarán reinar en paz, no te quieren llevando la corona...

Confirmar aquellas ideas fue un trago amargo para Soyeon, que se quedó muda viendo cómo su madre empezaba a pasearse por el salón. La antigua reina se negaba a verla, aquello era como recibir un golpe en el rostro cuando no se había hecho nada para merecerlo. Quería poder disculparse con ella, explicarle que de verdad lo estaba intentando, pero a Soyeon le era imposible dar escusas. Ella era una buena reina, no se disculparía por fallar ante los ojos de viejos veraguados con los años.

―He hecho un excelente trabajo llevando la corona, no sé cómo puedes...

― ¡Oh claro que lo haces! ―su madre la cortó alarmada―. No es eso lo que intentaba decirte. Yo debo organizar mis ideas, necesito algo más fuerte que el té, pero...

―Hay licores en el pequeño bar si lo deseas, no se tocan desde hace semanas, pero son bastante buenos ―Soyeon apuntó a una pequeña mesa con estantes junto a la puerta.

―No, no... ―la gran reina se llevó las manos al rostro y suspiró fuerte―. Soyeon, creí que contigo ellos no podrían ser una molestia inservible, pero me equivoqué. Ellos van tras de ti para remediar lo que conmigo no pudieron lograr, quieren un rey en el trono, no van a apoyar a una mujer. Mi opinión debería remediar eso, un solo voto mío los tendría que mandar a callar por unos años, pero te he fallado.

Soyeon tomó un trago del té, después apartó la mirada hacia la ventana por donde ya no entraba luz. Aquella reunión había sido programada días atrás, desde que recibió la confirmación de su madre para venir al castillo ella se creó fantasías de cómo sería todo. Pensó que tendría una buena charla con su madre, que la gran reina llegaría con soluciones como toda matriarca debe hacerlo, se equivocó.

― ¿Vas a explicarme lo que eso significa? ―Soyeon era la que se rehusaba a dar la cara en aquel momento, sus razones estaban teñidas con enojo y decepción.

―Estoy en cinta...

―No bromees mamá ―Soyeon se recostó en el sofá, el aire le faltaba.

―No lo hago ―Sarah regresó al sofá imitando la pose de su hija―. Tendrás un hermanito o hermanita, Jacob y yo nos enteramos hace unas semanas.

Soyeon empezó a reír suavemente al tiempo que buscaba la mano de su madre. El nerviosismo en la mirada de la gran reina se fue difuminando en un gran alivio, Soyeon también compartía el fuerte cambio de emociones. Ahora era ella quien necesitaba licor.

Ellas hablaron por una hora sobre la relación de la gran reina con quien una vez fue su empleado, Jacob había sido el encargado de los caballos en el castillo. Era un hombre con un impresionante talento para trabajar con animales y después de que el padre de Soyeon muriera, Jacob pasaba las tardes montando a caballo con la reina, quien poco a poco dejó de sentirse sola. El romance de ellos fue rápido, pasional y tan autentico que motivó a la reina a dejarle el trono a su hija apenas tuvo la edad apropiada. Si bien todo aquello era maravilloso, representaba un conflicto para Soyeon, porque su madre no contaría con su voto al momento que se anunciara su embarazo con un hombre fuera de la línea de la monarquía. Estaba sola, Soyeon estaba peleando sola y no le importaba.

―Buscaré una solución para el juicio.

Sarah puso su mano en la mejilla de Soyeon y se inclinó a besarle la frente. La hija que había criado era una mujer valerosa que tendría que defenderse a sí misma. El juicio del que ellas dos hablaron el resto de la tarde era un acto social, donde el gran consejo expondría sus dudas sobre la reina a todo el país. Vendrían socios, monarcas de reinos vecinos, campesinos, comerciantes, miembros de la corte, sirvientes, todos estarían en el castillo viendo como ella se defendía ante la crítica feroz del consejo. Su salida rápida habría sido el apoyo de su madre, pero esa carta tendría que ser retirada de la mesa de apuestas.

―Eres una chica inteligente, no dudes de ti misma Soyeon.

―No lo haré, voy a luchar por mi trono ―en ese instante, siendo mimada por su madre ella se sentía como una princesa de nuevo. El peso de la corona de diamantes se reducía cuando la antigua reina la observaba con respeto, si tan solo los demás la vieran de ese modo ella podría enseñarle al mundo de lo que era capaz. 


¡Saludos! Recuerden cuidarse donde sea que estén.

Gracias por leer 💜✨

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