Extra...

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Dos años atrás...

Su cabello golpeaba su espalda con cada salto que daba al evadir los charcos en la avenida principal. Era su primer día de entrenamiento como cadete principiante y ella iba tarde, ¿qué había estado pensando al quedarse hablando toda la noche con Shuhua? Debía dejar de ser tan imprudente, debía crecer y ser responsable si deseaba ser una soldado. Era su sueño más grande después de todo, tenía que tomárselo más en serio. Eso se dijo y con un hombro ella empujó la puerta de la comandancia al llegar al edificio, adentro los cadetes esperaban en fila para entrar al auditorio dónde conocerían a sus próximos líderes.

Al ver la fila Minnie sonrió sin aliento y fue a tomar un lugar. Minutos después, la morena siguió a otros jóvenes al enorme auditorio de asientos en escalinata, abajo en el escenario varios soldados rojos reían de algo que una chica bajita decía.

Minnie se acomodó en un asiento y esperó pacientemente a que todo empezara y entonces Estefanía se sentó en el espacio vacío a su derecha, con la sonrisa malvada de siempre ya adornando sus labios gruesos.

―La chica de ahí es Yuqi ―dijo ella viendo a la castaña como si fuese a devorarla después, era así de perturbadora―. Es la Sargento más joven del regimiento, dicen que en unos años será la general más joven. Planeo ser como ella.

―Se ve tan... ―Minnie ladeó la cabeza viendo a la sargento a la distancia.

―Linda, lo sé ―Estefanía sonrío lobuna, era un poco diferente de otras chicas en el regimiento militar. Cuando Estefanía quería algo podías verlo escrito en su semblante, era decidida y quisquillosa, una chica de ideales fuertes y malos hábitos alimenticios, tampoco dormía bien, pero los dioses la amaban porque era resistente y muy inteligente. A Minnie le agradaba mucho, las personas honestas resultaban ser de confianza y eso era lo que había encontrado en Estefanía en los meses de curso de novatos para ver si eran aptas para el ejército. Ambas habían compartido el primer lugar en las clases, eran competidoras fuertes y en lugar de enojarse por estar siempre a la delantera en un grupo de hombres, ellas eligieron ser amigas. Era lo más sensato, las mujeres no debían competir para destruirse, sino para motivarse a ser mejores y excepcionales.

Abajo en el escenario, los líderes de aquella primera charla se ubicaron en sus espacios y una mujer de cabello gris se puso a la delantera llamando a todos a prestar atención. Si Estefanía deseaba ser como Yuqi algún día, Minnie deseaba ser como la general Bonaudi. Era una impresionante mujer con semblante duro, intenciones amables y una seguridad letal, para estar donde estaba, se había esforzado mucho en su juventud.

"Para modificar tus bordes blandos necesitas rozarte en el filo de una espada" había dicho una vez en una breve presentación cuando eran novatas impresionables. Ahora pasaría a ser soldados y la general les daba la bienvenida a sus tropas en formación. Su sueño se hacía cada vez más real y Minnie casi podía saborearlo, seguro sería maravilloso.

La general Bonaudi se paseaba por el escenario dándoles un discurso motivacional de esos que se graban en tu mente de por vida cuando los gritos empezaron. Afuera algo malo estaba pasando, el terror de los peatones era muy fácil de entender, pero la causa fue desconocida hasta que todos los soldados y cadetes se apresuraron a salir del edificio militar. A tres cuadras una columna de humo negro se erguía hacia el cielo tan alta que la idea del fuego que la alimentaba hizo a los soldados temer.

Las dos cadetes siguieron a los soldados rojos en una carrera apresurada, la calle de la escuela era un completo caos. La gente aventuraba y gritaba explicaciones, la general Bonaudi fue la primera en tomar una posición y empezó a gritar órdenes, Minnie no podía escuchar con claridad, pero entendió que debía correr con los demás a los pozos más cercanos para recoger agua.

Ella pensó que Estefanía estaba corriendo a su lado para tomar una cubeta de madera y apurarse al pozo que estaba al final de la otra calle, la opuesta al infierno del edificio educacional. Pero la morena de sonrisa maliciosa y ojos rasgados no estaba a su lado como ella imaginó, Minnie sintió en su estómago que un bloque de cemento caía de picada al percatarse, y entonces la vio abriéndose paso entre la gente.

―Cadete regrese en este instante, ¡Es una orden! ―gritó uno de los líderes rojos. Minnie sollozó viendo como Estefanía escalaba la pared que aún no era atacada por el fuego. Ella corrió hasta el grupo de personas, gritaba pidiéndole a Estefanía que se detuviera, que no siguiera su estúpido plan, que la no dejara. Pero los dioses no escucharon.

Antes de perderse en el interior de la escuela en llamas, Estefanía sonrió determinada como si lo que estaba haciendo fuese un simple ejercicio de entrenamiento. Soldados corrieron para detenerla, pero ella se aventuró rápidamente en el edificio y el humo se la tragó. Llorando asustada Minnie forcejó para seguirla, pero no la dejaron.

El fuego rugía poderoso saliendo en enormes llamaradas desde las ventanas que hacían el vidrio explotar, pronto todo estaría consumido y se perdería cada mínima cosa ahí dentro, incluyendo su amiga imprudente. Pero entonces alguien gritó que adentro había personas atrapadas, niños y educadores, personas inocentes que no podían salir porque las puertas principales fueron cerradas para impedir cualquier escape. Ahí fue cuando Minnie comprendió que Estefanía era una mejor soldado que ella, porque con una rápida mirada su amiga se había dado cuenta que el edificio no estaba vacío y guiada en esa necesidad de ayudar se adentró en el lugar sin avisarle a nadie lo que haría. Era una loca, una loca muy valiente. Siempre supo que Estefanía era mejor que ella, en ese instante y con extremo dolor entendió cuán mejor era.

―Hay niños, maestros y una soldado adentro ―escuchó decir a Bonaudi―. ¡Deben sacarlos en este instante! ―ella bramó a los bomberos y ayudantes.

Pero los bomberos no se movieron, la edificación era insalvable a ese punto, el fuego era tan descomedido que lo único que podían hacer era impedir que se esparciera a otros edificios cercanos. Minnie sollozó mientras veía a sus compañeros pasar cubeta tras cubeta, no se habían detenido ni un segundo y ella entendió que debía asistirlos, así que se liberó del soldado que le impedía correr al edificio en llamas y fue a colocarse en la línea de ayuda. El desespero de todos los presentes era casi tan asfixiante como el humo, Minnie no pudo contener las lágrimas al ver como la general Bonaudi se rendía y elegía dejar el edificio arder. Ahí fue cuando los gritos de los padres, amigos y vecinos empezaron a sonar como una creciente tormenta, todos entendía la decisión, pero aceptarla era imposible.

Minnie se dejó caer de rodillas viendo como las llamas consumían los materiales pobres de la escuela y entonces una ventana explotó en uno de los costados. Sin saber cómo, un niño se arrastró afuera y detrás de este vinieron otros. Se veían tan extraviados que por poco regresan en sus pasos al fuego, los bomberos fueron los únicos preparados para intervenir y con sumo apuro, sacaron a veinte niños pequeños antes de que el edificio empezara a colapsar. El segundo piso se vino abajo segundos después, el fuego sonaba como un animal enloquecido que fue herido y ahora gemía en venganza.

Los demás niños no salieron.

Los maestros tampoco.

La soldado que abrió el pasillo para sacar veinte niños nunca más volvió a ser vista.

Fueron consumidos por el fuego demoledor, las puertas no pudieron abrirse hasta el día siguiente cuando los bomberos recuperaron cuerpos calcinados. Alguien había causado el fuego, alguien había sellado las puertas, alguien era responsable de semejante devastación y la ciudadela de Hwangpye se tiñó de luto durante los siguientes meses.

Nadie podía olvidar ese incidente causado por sombras, era lo que los testigos describían cuando narraban lo poco que vieron fuera de la escuela antes del incendio y al no tener más pruebas el caso no pudo ser resuelto. La ciudad clamó por justicia, la nueva reina no pudo darles lo que pedían y en la guardia roja llevaron uniformes con lazos negros durante el resto del año porque perdieron una de sus heroínas, pero Minnie perdió más que eso y con el corazón roto ella se entrenó para ser la mejor, para alcanzar su sueño y el de Estefanía.      


¡Gracias infinitas por su apoyo y sus votos!

Nos leemos en los comentarios. Con amor, Leyna Mei ♥️✨

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