Capítulo 31

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Soojin

La reina aflojó la venda que Oliva la estaba obligando a llevar. Al parecer el golpe en su antebrazo había sido más complicado de lo que pensó y una lesión muscular la hizo lucir un horrible vendaje que los sirvientes veían con pena, como si el brazo pudiese caérsele sin aquella medida médica. Pero ya estaba harta así que ella se lo soltó por unos minutos, la frescura de la brisa en su piel presionada fue un placer que nunca pensó experimentar.

―Su majestad, la corte fue informada de su viaje. Enviarán posibles nombramientos para suplir algunas de las necesidades del reino en su ausencia ―dijo una dama de cabello corto, lucía como un ser mágico. Soojin asintió con la cabeza, el protocolo para dejar el reino era un dolor de cabeza. Muchas personas entraban y salían de Muhan sin tener que presentar más que una sencilla documentación, ella en cambio, tenía que pasar por un proceso complicado. El reino no se podía quedar sin un gobernante durante un viaje largo, ella debía seguir las reglas y dejar un grupo de representantes que hicieran el trabajo. Se solía decir que la realeza no hacía nada más que lucir bonita en un asiento lujoso, Soojin casi deseaba que así fuera, pero no, ser una reina era una labor realmente ardua.

― ¿Tienen las embarcaciones listas? ―Soojin desvió la mirada de la dama al jardín privado junto a sus aposentos, donde trabajaba el jardinero oficial. Su lesión impedía que pudiera eliminar maleza, reubicar platas o regarlas con agua fresca. Estaba tan importunada en el sofá de la terraza que su gesto debía parecer enfadado.

―Seis barcos de guerra esperan en la costa, los soldados también están listos, pero me parece que ese reporte se lo dará el general ― Briana, la dama asistente, rebuscaba documentos en un folder con el emblema de Muhan. La dama se tomaba en serio su puesto.

―Oh, es verdad. Debo almorzar con el gran general ―Soojin hizo un gesto aburrido. Si su hermana estuviese ahí, esas labores de Briana no serían necesarias, Miyeon solía encargarse de ese tipo de detalles. Además, ambas se reirían muchísimo sabiendo que tendrían que comer con aquel intrigante caballero.

―Así es su majestad, ¿necesita algo más?

―Manda hoy mismo un emisario a Hwangpye, quiero que Soyeon esté informada de mi próxima visita. No voy a invadir sus costas con tropas sin avisarle antes...

―Pero su majestad, el general Young dijo que eso no sería necesario ―Briana la interrumpió, al instante la dama se dio cuenta que eso había sido un error. Soojin se puso de pie del asiento suave que estuvo ocupado esa mañana y se colocó de nuevo el vendaje ajustado. La dama vio cada uno de sus movimientos muy expectante.

―Mis decisiones no se cuestionarán en este tema ni en ningún otro ―su voz tranquila hizo a Briana inclinar su cabeza―. Quiero un emisario en Hwangpye en los próximos dos días, no voy a repetirlo. Haré un viaje diplomático, no estoy declarando una guerra, al menos no todavía.

La dama asintió con su mirada baja, después abandonó los aposentos de la reina y Soojin caminó hasta el jardín. Llevaba los pies descalzos y hundió sus dedos en el césped que podarían en cualquier momento. La frescura de la naturaleza siempre le complacía en extremos que no se podía explicar y con el sol bañando su cuerpo, la reina sonrió relajada. El viento agitó sus faldas de seda, la tela ligera caía en una falda recta y muy larga, abierta en un costado de su pierna. El top que usaba estaba cubierto de encajes en forma de flores, se sentía como un hada. Eso la hizo sonreír, tal vez Yuqi había tenido razón en esa idea, tal vez ella era un hada o algo parecido. El recuerdo de la comandante no le era amargo, de algún modo ella todavía quería darle el beneficio de la duda a la joven que logró tratos muy importantes en su reino. Yuqi no era una traidora, eso quería creer.

Six Lions 👑 G-IdleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora