Capítulo 89

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Soyeon

El invierno lo reclamó todo como suyo, el castillo le pertenecía de algún modo y Soyeon sonrió contenta por compartir sus pertenencias con fuerzas así de implacables. Todo lo que la rodeaba estaba cubierto de un precioso manto blanco, tan grueso que caminar entre la nieve era algo de cuidado, pero valía la pena porque la montaña se veía realmente hermosa bajo la protección del frío. Soyeon adoraba sentir la fina madera de las flechas entre sus dedos al colocarlas en el arco, pero por el clima devastador sostenía moniciones con guantes ajustados que a veces le hacían errar por milímetros. Lo que no era aceptable, ella era excelente en arquería, punto.

Con una honda respiración la reina de Hwangpye recargó el arco y fijó su mirada en el blanco que tenía a unos ochenta metros. En aquella mañana helada su enfoque era inquebrantable, o al menos lo fue hasta que su acompañante habló.

― ¿Escuchó eso su majestad? ―Dimas preguntó desde la silla que lo hizo ocupar, la reina negó con la cabeza y liberó la flecha que silbó hasta incrustarse en el centro de la diana de madera. Las astillas cayeron sobre el montón de nieve que cubría el jardín y Dimas dejó salir una risa impresionada, cada vez que ella acertaba el soldado festejaba.

En el aire un sonido persistía, como una voz lejana que la perseguía y al quedarse viendo el círculo pequeño de la diana donde sus flechas paraban, Soyeon escuchó su nombre. La reina se giró buscando la fuente de aquel ruido, y ahí en la torre vio a Soojin.

― ¿Qué es lo que dijo? ―Dimas le preguntó al ponerse de pie para ver hacia arriba, donde Soojin seguía gritando. La reina estiró la mano hacia el carcaj con flechas.

―Mi tío tenía razón, están atacando el castillo ―Soyeon confirmó lo que ambos escucharon y salió corriendo con el soldado detrás de ella. Era su guarda personal, uno de los muchos que tenía y a diferencia de los demás, Dimas no festejaba con licor. Gracias a eso la siguió al internarse en la oscuridad de la torre y subieron escalones velozmente.

―Oh por los divinos dioses y la guardia roja está enferma... ―el soldado tosió.

―Lo sé, por eso atacar ahora les resultó conveniente―Soyeon hizo una pausa en una esquina―. Ve por Bonaudi, está cerca y ella levantará las tropas para que vengan.

―No, reina Soyeon no puedo dejarla sola... ―Dimas se negó de inmediato.

La rubia se giró hacia su soldado favorito, se quitó los guantes y le puso una mano en el rostro logrando que se quedara inmóvil. Dimas se veía asustado, la última vez que estuvo en un enfrentamiento de la guardia contra criminales por poco lo asesinan.

―No voy correr a esconderme, tampoco voy a arriesgarme a perderte, así que apúrate soldado ―ella le palmeó la mejilla, el hombre con mirada amable sonrió―. Mi madre luchó guerras junto a sus soldados, tú me entrenaste cuando apenas tenía trece años, así que hazme caso. No haré nada estúpido.

―La adoro reina Soyeon... ―a pesar de la tensión del momento Dimas la vio riendo y seguidamente se perdió como una sombra por los escalones, aquel hombre fue el primer soldado que supo que ella suspiraba por chicas, fue el primero que le dijo que podía ser quien quisiera y que con eso siempre ganaría cualquier pelea. Las jóvenes condesas no la querían siendo princesa porque ella era diferente a todo el mundo, Dimas la enseñó a pelear solo por si acaso se presentaba la oportunidad de enseñarles a callarse cuando estuvieran atacándola. Ella también lo adoraba, no lo podía negar.

Con un sentimiento reconfortante en su pecho, Soyeon continuó caminando. La torre era enorme, todo el condenado castillo lo era. En el pasillo que tenía enfrente era dónde vivían los coroneles, quiénes ya debería estar despiertos, ella les gritaría reprimendas antes de que el día terminara. ¿Cómo podían tardar tanto en darse cuenta que algo malo pasaba? Pero pensándolo mejor, eran un grupo de militares veteranos que acumulaban demasiadas experiencias traumáticas. Tal vez dejarlos en sus cuartos sería igual a cuidar de ellos y de sus espaldas cansadas.

Six Lions 👑 G-IdleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora