Capítulo 81

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Soyeon

La reina extranjera había tenido razón en cada pequeño detalle de aquel plan, haberle llevado la contraria fue una pérdida de tiempo y recién lo reconocía. Soyeon bajó los escalones como si estuviese flotando, no sentía su cuerpo moverse y en sus ojos todo estaba teñido en tonos rojos que por un segundo la asustaron, ¿esta era la reina que vivía dormida en su interior? ¿era ella el dragón bajo el lago que despertaba para destrozarlo todo a su paso? Así se sentía, comprendía lo que Yuqi decía sobre sus alas negras que aparecían en los mejores momentos. En su espalda, Soyeon imaginó alas de dragón y aquello se sintió bien, ya usaba las garras y su corazón acelerado le avisaba que pronto podría escupir el fuego que estuvo conteniendo durante meses.

Soojin le dio una mirada relajada cuando pasó a su lado, el trono azul de la reina de Muhan era perfecto y le daría una buena vista de lo que estaba por venir, el aburrimiento de aquella joven reina se iría muy lejos.

―Su majestad, yo no quise... usted debe entender... ―Reinhard titubeó, Soyeon puso su mirada en el rostro del anciano que se quedó sin formas de excusar su comentario anterior. Podría liberar a los soldados para que lo arrastraran lejos, podría condenarlo a la horca, podría herirlo ella misma con sus garras. Pero se contuvo, aún no era el momento.

―Madre, ¿Cuál es el castigo por ofender a una reina tan despreciable? ―Soyeon se giró a su madre, Sarah estaba con la frente en el alto y sus manos descansaban en el vientre abultado donde el futuro de Hwangpye crecía poderoso. Soyeon estaba infinitamente agradecida por aquel milagro que su madre le daba, aquel bebé había sido procreado en un hogar con amor y sería adorado por un reino entero, ella se esforzaría para enseñarle a liderar con honor. Le dejaría el trono a su hermano y hermana cuando fuese el momento adecuado y lo haría con gratitud.

―La ley estable que se juzgará como un crimen y obtendrá meses en calabozos, si no se llega a un acuerdo misericordioso se llevará a la horca ―Sarah sonrió adorablemente con la última palabra, la palidez del viejo fue notoria.

―Su majestad, mis sentidas disculpas... yo no pretendía... ―Reinhard se levantó de la silla con la supuesta intención de acercarse a la madre de Soyeon, la reina quiso matarlo.

― ¡Silencio concejal! ¡Debe callarse o lo que menos verá será mi misericordia! ¡No tiene permitido hablar de nuevo o le juro por los dioses que le arrancaré los ojos! ―Soyeon golpeó la mesa con la mano abierta, después cerró sus dedos uno por uno aruñando la madera con sus garras doradas. Su orden fue atacada por todos en el salón, la reina se dio cuenta que se sentían amenazados y aquello le gustó, secretamente se sintió gozosa por el temor que los recorría como una brisa fría.

―Reina Soyeon, nosotros solo queremos... ―dijo el hombre elegante que le gustaba gritarle a Shuhua para silenciarla, para humillarla delante de todos. El mismo caballero que había ofendido a Miyeon en la carpa, el mismo hombre que se interponía cada vez que una mujer hablaba en su representación. La reina ladeó la cabeza prometiéndole dolor.

― Una palabra más de su parte y será arrastrado a mis cuevas, los calabozos están demasiado aseados para recibir una peste como usted ―ella sonrió perversa viendo directamente a los ojos del concejal elegante, abriendo y cerrando la boca como un pez fuera del agua―. Lo mismo va para todos ustedes, quien tenga la osadía de interrumpirme una vez más será sacado de aquí de modo violento. Estoy realmente harta de todos ustedes, son inservibles, groseros e insidiosos. Quien vuelva a interponerse cuando hablo deberá lidiar con heridas profundas e irreparables ¡No voy a repetirlo!

Soyeon esperó por una respuesta, por la mínima palabra irritante o gesto incorrecto y cuando no recibió nada ella se enderezó de donde había apoyado ambas manos. La madera de aquella mesa nunca volvería a ser la misma, sería un recordatorio del día en el que ella cambió el reino permanentemente. La gente la llamaría loca, le temerían durante años y eso estaba bien, un poco de miedo los llevaría a callarse el tiempo suficiente para que la dejaran hablar. Los dioses sabían que ella necesitaba expresarse.

Six Lions 👑 G-IdleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora