Capítulo 51

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Soyeon

El guarda espaldas de la reina Soojin llamó a la puerta, sus propios soldados los dejaron pasar. Se suponía que las reinas se verían nuevamente en la cena, pero Soojin parecía reacia a seguir sus horarios, Soyeon supo que de ese modo serían las cosas mientras en el castillo hubiese dos mujeres con coronas sobre sus cabezas.

―Déjanos solas ―Soojin vio a su general, este hizo caso al instante. Con una cabeceada de su parte sus propios guardas abandonaron la pequeña biblioteca donde ella aún continuaba investigando el modo de arruinarle el juicio a los miembros del consejo. Dejando el trabajo de lado, Soyeon fue a servir dos tazas de Té que olían a menta y a tranquilidad, Soojin caminó hasta los ventanales distraídamente.

―Pronto será el juicio de Joan Oak, lo enviaré a la horca.

Soojin negó con la cabeza; ―Debe haber otra cosa, la muerte es muy sencilla para ese criminal que tienes en el sótano.

La reina le dio el té a la joven de cabello negro y mirada letal, ambas tenían esa especie de aura peligrosa y Soyeon no pudo evitar sonreír con admiración. Tal vez todas las reinas eran de ese modo, rudas en un modo externo, ocultando la maravillosa malicia que solo el poder les daba.

― ¿Hablaste con la princesa? ―Soyeon se sentó en una de las sillas de la mesa, los documentos delante de ella empezaban a darle dolor de cabeza, si tan solo pudiera enviar a todos sus enemigos a la horca su vida sería más sencilla. Soojin fijó su mirada afuera, a los jardines que por donde se vieran, parecían muertos.

―Lo hice, tengo el nombre de sus padres biológicos en una lista de criminales de guerra que nunca fueron atrapados. Le di esa información y la dejé contemplarla ella sola.

La honestidad entre ambas reinas era como una suave llovizna que limpiaba el aire de manera elegante, no tenían que guardarse nada pues ambas se reconocían como potenciales enemigas, era mucho mejor optar por un camino más civilizado, la paz era una necesidad a la que ninguna le podía dar la espalda.

Los malentendidos causados por la princesa Miyeon fueron notificados al llegar, ellas habían hablado brevemente de todo, Soojin había sido paciente mientras ella le exponía lo que había sucedido realmente, Shuhua también aportó mucha información recopilada de primera mano y con eso aplacaron la ira de la reina de Muhan. Ahora, mientras compartían una bebida calienta, Soyeon notó que la joven reina estaba meditando muchas cosas al mismo tiempo, su cabeza pensante pronto humearía como lo hacía la superficie de la taza que sostenía en sus finas manos.

―Vine aquí por mi hermana, estaba enfurecida porque la creí perdida o a manos de sus padres biológicos y me encontré con un pueblo anhelante de guerra, una reina silenciosa, una mano derecha demasiado parlante y unos jardines realmente penosos.

Soyeon vio como Soojin le daba un sorbo a la taza de té y negó con la cabeza, sus labios formaron una sonrisa perezosa al tiempo que registraba un viejo manual que hablaba sobre los estratos de poder del consejo de Hwangpye. Ese recién lo recibía así que sopló polvo de la cubierta del libro, después recorrió el índice con una de sus largas uñas amarillas.

―Con todo respeto, reina Soojin. Tú hermana tenía un plan de escape formulado muchos meses antes de que te enviara mis soldados en la misión diplomática―Soyeon tomó notas en un cuaderno limpio―. Se metió en problemas sin buscarlos y a eso yo le digo mala suerte, por otro lado, mi pueblo es antiguo y la guerra siempre está en sus mentes reflexivas, sobre Shuhua no hay nada que pueda hacer, ya lo intenté todo. Finalmente, los jardines deben morir un poco para soportar el peso de la nieve que está por derrotarlos, en unos meses se verán más asombrosos que los tuyos en Muhan.

Con ese comentario, la otra reina se giró sonriente, el flequillo en su frente seguía intacto a pesar de que por la ventana entraba una brisa fría que todo lo sacudía.

―Eso sería imposible, tengo hadas.

―Entonces yo tengo gnomos de jardín...

Soojin le dio una sonrisa divertida para después regresar su vista afuera, las montañas congeladas eran admirables y aunque la reina fingiera que el paisaje era desagradable, Soyeon sabía que la reina de Muhan estaba impresionada por aquella inmensidad que según Yuqi, eran gigantes dormidos.

―Me preocupa mi hermana, no creo que se quiera rendir de su búsqueda.

Soyeon pasó las páginas rápidamente esperando que Soojin dijera algo más, pero esa parecía ser toda la idea. La reina de cabello rubio se mordió su labio inferior mientras trabajaba en sacar anotaciones de aquel libro y escuchaba las preocupaciones de la otra reina en la habitación. Cuando vio a Soojin, se percató de su semblante triste.

―Si te sirve de algo, no dejaremos que siga haciendo las cosas por si sola. No creo que ella vuelva a huir ―Soyeon regresó su mirada al libro, Soojin se acercó a la mesa pasando la punta de sus dedos sobre los mapas de Hwangpye, al instante se ubicó y con una pluma de tinta roja ella hizo varias anotaciones en unas pequeñas etiquetas de papel dispuestas sobre el mapa. De ese modo se quedaron durante unos minutos, no se decían nada, solo se compartían datos que aparecían en los libros e iban llenando una lista de información valiosa. Eran dos reinas trabajadoras, Soyeon decidió en ese momento que Soojin le agradaba, que era una buena aliada.

Estaba segura que todo su reino se podría muy decepcionado por aquel encuentro tranquilo de las damas, seguramente habían esperado un ataque armado del cual deberían defenderse, pero Soojin nunca la atacaría a ella, eso estaba claro.

― Entonces, ¿ya tienes una estrategia para lidiar con el consejo? Shuhua dijo que están detrás de tu corona. ―Soojin puso un separador en la página que estaba leyendo.

―Ellos han estado anhelando el trono desde que mi madre fue coronada, cuando ella me lo dejó a mí ellos enloquecieron un poco más, es muy fastidioso.

―Tus leyes les dan poder, no puedes derrotarlos con órdenes ―ese comentario resumía su posición, Soyeon asintió perezosa―. Tu madre debería apoyarte, ella sería capaz de tener un voto importante, eso dice este manual...

―Ella está esperando un bebé de su prometido, un hombre fuera de la nobleza.

La sonrisa de Soojin fue contagiosa, la amable reina había entendido al instante que aquel voto quedaba nulo por esa relación indebida. El bebé era una excelente noticia, pero también le dejaba un reto importante a Soyeon, tenía que salir de aquello ella sola. Por eso seguía pasando tantas horas en su biblioteca, le seguían trayendo libros de todas partes y ella los examinaba desesperadamente, porque quería dejarle el reino a su pequeño hermano o hermana cuando este tuviera la edad. Soyeon no planeaba tener hederos, pero si tendría alguien de su sangre que podría encargarse de aquel reino basto, enloquecido y siempre cambiante. Ella no se dejaría vencer, esa era su principal meta cada mañana.

―El tiempo se me acaba, tendré el juicio en menos de un mes.

―Ojalá pudieras enviarlos a la horca, estoy aburrida ―Soojin se dejó caer contra el respaldo de su silla, Soyeon sonrío divertida con su mirada puesta en un libro. Seguía leyendo y repasando sus datos, sus dedos estaban manchados con carboncillo, su cabello caía algo desordenado sobre sus hombros y empezaba a congelarse porque la chimenea se apagaba al pasar los minutos. Soojin siguió quejándose sobre su hermana, sobre lo extraño que era todo en su reino y en lo helado que era el castillo, Soyeon no prestaba atención realmente. Entonces se puso de pie rápidamente, en sus labios la sonrisa era tan grande que sus mejillas dolían, Soojin la vio intrigada.

― ¿Eureka?

―Maldita sea, si ―Soyeon carcajeó al alcanzarle el libro a la otra reina―. Eureka.

Soojin no tardó nada en leer el párrafo que Soyeon marcó para ella, las dos reinas se vieron triunfantes y rieron cuando el viento empujó la ventana logrando que esta golpeara la pared con un estruendo fuerte, haciéndolas saltar sincronizadamente.


¡Gracias por leer! Lamento si el encuentro de las reinas no era lo que esperaban, pero así me gustó, es lógico y funcional. Saludos Lectores y Lectoras :3  ♥

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