Capítulo 49

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Soojin

―Entonces esto es Hwangpye ―con su cabeza inclinada a un lado, Soojin admiró el castillo que se elevaba entre el bosque. En la cima de aquella montaña, un castillo dorado se mostraba majestuoso, rodeado de niebla y más tenebroso de lo que posiblemente era, la reina vio el hogar de Soyeon, la joven leona de Hwangpye. A unos pocos metros, Mark estaba dándole indicaciones a los soldados que descendían de los caballos de modo natural, ellos también estaban impresionados de la inmensidad del castillo. Por todo el reino, que los sorprendía constantemente con paisajes impresionantes y personas recelosas.

―La ciudad está detrás de esa línea de árboles ―el soldado a cargo de darle agua a su caballo apuntó a la distancia, ella asintió―. Estaremos ahí en unas horas.

―Muy bien ―Soojin le dio una mirada amable al hombre que había sido muy respetuoso con ella en aquel largo camino, como todos sus soldados negros, que parecían asesinos oscuros cuidando de cada uno de sus movimientos. Con sus botas sucias por el lodo, Soojin fue con los soldados que se calentaban las manos en la fogata, debían comer un poco para continuar el camino y se detuvieron porque los caballos estaban sedientos.

―Aquí tiene su majestad ―uno de los soldados de mayor experiencia le alcanzó una taza que humeaba―. Tiene un poco de ron, le ayudará con el frío.

―Mucho mejor que el agua fría, ¿Ves Mark? Tiene ron, eso sí funciona...

―El agua era para hidratarse, nunca dije que remediaría el frío ―el general se defendió con una sonrisa perezosa, Soojin negó con la cabeza con ganas de reír.

A los pocos segundos, ella enfocaba su mirada en el castillo rodeado por un clima templado, las montañas de formas raras más allá de la antigua y majestuosa construcción estaban cubiertas de nieve. Soojin sonrió ampliamente porque aquel panorama era algo que no había esperado adorar en silencio. Era precioso, todo Hwangpye lo era.

Tres horas después, Soojin subió al caballo que tenía un aspecto más tranquilo. Ella palmeó el cuello del precioso animal y le prometió que todo aquello se acabaría pronto, si debía caminar toda la ciudadela lo haría. Con energía renovada, el caballo trotó la pendiente rocosa hasta adentrarse en el bosque cada vez más tupido y oscuro. La niebla empezó a recorrerlos y el viento les daba directamente en el rostro mientras ascendían la enorme montaña que iba transformando en la ciudadela de piedra, la misma de la que se entonaban canciones en las guerras, la misma que sus antepasados habían temido en viejas leyendas.

No podía evitar sentirse intimidada por aquel lugar, desde que ella llegó al puerto algo en su interior la hacía sentir como una principiante, una princesa que jugaba a ser reina con una corona de gemas sobre la cabeza. Aquel país era diferente, en cada espacio donde ella enfocaba su vista, se encontraba con una elegancia que solo se obtenía de la antigüedad inigualable. Era impresionante, ella había pensado que se sentiría lista para despertar un conflicto armado, en su lugar deseaba aprender todo sobre Hwangpye.

―Todo estará bien su majestad, ella debe estar bien―Mark era el único de sus acompañantes que conocía a cabalidad todo lo que ella buscaba en aquel país incierto. También era el único, además de los emisarios, que sabía sobre la huida de Miyeon.

―Más vale que así sea.

El general le dio una mirada determinada, al parecer estaba listo para desatar un infierno cuando ella le diera la orden. Soojin se sintió mucho mejor al pensar que tenía esa elección, ella podía volcar al mundo de cabeza para recuperar su hermana, la reina Soyeon podría de ayudar o podría apartarse de su camino, ya se vería lo que elegía. Con cualquiera estaba bien, nadie la detendría en su tarea.

Six Lions 👑 G-IdleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora