Capítulo 4

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YUQI


Los soldados en la mesa parecían fuera de lugar, aquello era demasiado elegante para ellos y a Yuqi la entretenía verlos incómodos ante los platos expuestos delante de ellos. La comida en Muhan no era tan diferente de lo que tenían en casa, lo que los ponía al borde del nerviosismo eran los utensilios. Todo era extremadamente valioso, cada vaso, cada cubierto, cada pequeño cristal, estaba decorado con diamantes de colores suaves. Las cosas en la mesa se veían importantes, antiguas y demasiado frágiles. Si a todo eso se le sumaba la mirada punzante de la reina, la cena se convertía en algo complicado.

― ¿Cómo es dormir en un barco en alta mar? ―la pregunta de la princesa hizo que Yuqi regresara su atención a la joven. Todas las chicas en la mesa estaban en edades similares, sin embargo, muchas cosas las hacían diferentes.

―Es muy... ruidoso y el movimiento constante no es para todos, algunos no lo resisten, aunque traten de no aparentarlo ―con una mirada ella observó a su soldado y las mejillas de Minnie enrojecieron. Aquel sería un tema de burla durante meses o años.

― ¿Te enfermaste? ¿Ya estás mejor? ¿Hay algo que podamos hacer para que te sientas mejor? ¿Qué harás al regresar? ¿No volverás a enfermar? ―todos en la mesa dejaron lo que estaban haciendo para observar a la princesa Miyeon haciendo pregunta tras pregunta, el entusiasmo de su voz era encantador.

―Minnie, la princesa habla contigo ―Yuqi la observó, después de un baño parecía una chica nueva, sobre todo porque ahora llevaba ropas de manta, unos pantalones anchos y una camiseta elástica algo ajustada, lo mismo que ella vestía. Al parecer los sirvientes del castillo tardarían unos días limpiando los uniformes rojos con los que habían llegado.

Mientras Minnie le regresaba la mirada a la princesa, esta se veía apenada por su interrogatorio seguramente involuntario. Yuqi quiso regañar a la soldado.

―Si, yo enfermé, pero no fue la gran cosa ―la chica del flequillo le dio una sonrisa a la princesa―. Ahora me encuentro mucho mejor, esta exquisita comida ayuda mucho y cuando regresemos creo que llevaré hierbas en mi morral. El mercader que nos trajo dijo que eso sería de ayuda con las náuseas del viaje.

―Que bien, eso es maravilloso.

Ellas se dieron una sonrisa más y de nuevo la mesa se vio cargada de silencio incómodo, algunas veces interrumpido por el choque de copas de alguno de los soldados inquietos. Eran adorables guerreros vestidos de manta, grandes y torpes, pero leales e increíblemente letales si tenían que serlo. Yuqi se sentía muy tranquila rodeada de sus hombres, sin dejarse intimidar por la mirada de Soojin, que seguía bebiendo una especie de vino oscuro. Cuando la luz de las velas golpeaba su copa, el líquido aparentaba ser sangre y ella sonreía notando que sus invitados se disgustaban con su bebida. La reina jugaba con la mente de sus comensales, no tocaba bocado y los miraba uno por uno, esperando una palabra o gesto. Era como cenar con un león sentado a la mesa, viendo sus presas engordar.

Dos horas después, la reina la llamó a una reunión en una sala privada, claramente del uso único de la realeza. De entrada, parecía que el lugar estaba amueblado con sencillez, pero después de un análisis más detallado, era notable que todo en aquel espacio estaba planeado con suma meditación.

Soojin estaba inclinada sobre una pila de documentos sobre el escritorio que ocupaba el espacio al fondo de la sala. En los sofás junto a la puerta, esperaban algunos desconocidos que la vieron como una amenaza, a Yuqi le encantaba cuando eso pasaba. La reina levantó la mirada para encontrarse con la suya, no parecía interesada en ella y aun así la habían llamado con premura.

―Esta es la comandante Yuqi, enviada por la reina Soyeon ―dijo Soojin mientras ordenaba papales―. Lo que quiero saber es para qué ha sido enviada. La carta de Soyeon no explicaba nada y como las dos sabemos, Soyeon se guarda información únicamente cuando lo que desea es difícil de conseguir o planea causar problemas. Sea como sea, no me interesa ser parte de un juego calculado por tu reina, así que habla.

Después de la cena Yuqi había esperado pasar la noche libre, tal vez para recorrer el castillo o divagar en la gigantesca biblioteca, cualquier cosa remotamente entretenida y no tendría que preocuparse por explicar nada hasta el día siguiente. Se había equivocado.

―Buenas noches a todos ―respondió Yuqi cuando parecía que era su turno de hablar. Los dos hombres y la dama en el sofá se incomodaron notablemente cuando ella se sentó frente a ellos. La sonrisa en el rostro de la comandante creció cínicamente.

Soyeon había dicho que aquello podría complicarse, nunca advirtió que pasaría la primera noche. Pero con una actitud positiva y una sonrisa ganadora, Yuqi se sirvió un vaso con licor de la mesa que tenía al lado, mientras escuchaba los pasos de la reina acercándose a la cómoda zona de los sofás.

―Nuestra visita es diplomática ―Yuqi probó el licor―. Mi reina quiere abrir canales de comercio entre los dos reinos, no sé la razón detrás de este pedido, pero Soyeon necesita sumar aliados. Ella no tomará una respuesta negativa ante esto.

―Debe haber un motivo del reciente interés ―comentó uno de los caballeros. Su cabello blanco le recordaba a Yuqi a su difundo abuelo. La mujer a su lado se tocaba las piedras amarillas de su collar mientras analizaba la información recibida. El tercero no daba señales de estar prestando atención.

―Si lo hay a mí no me lo dijo, ella quiere aliados en todos los niveles posibles.

Soojin estaba de pie, sus manos apoyadas en el respaldo del sofá que seguía vacío y su mirada se enfocaba en las botellas de licor a las que Yuqi tenía acceso directo. Mientras todos fantaseaban sobre posibles motivaciones para aquel pedido, la comandante se llenaba el vaso por segunda vez.

―Quiero que le escriban a la reina Soyeon para conseguir más información ―los ojos oscuros de la reina vieron a Yuqi con una creciente desaprobación―. Ya que lo que la comandante dice no nos sirve de nada, mientras tanto sugiero que colabore con los miembros de mi corte, ellos verán que clase de negociaciones podremos llevar a cabo.

Con un silencio desinteresado ella despidió la reunión, los supuestos miembros de la corte se pusieron en movimiento hacia la puerta mientras Yuqi se terminaba el trago. La joven reina parecía cargar el mundo en sus espaldas, era más seria y madura de lo que podría esperarse. Tenía tareas que completar, documentos que revisar y un reino que dirigir, aunque parecía querer hacerlo todo en una sola noche.

Al salir de la sala Yuqi le dio una mirada más. La reina era una chica preciosa, inteligente pero frágil de un modo misterioso, algo en ella estaba ausente, pero entenderlo tan solo con miradas sería una tarea imposible, de todos modos, Yuqi le deseaba suerte con sus objetivos. Si Soojin se lo proponía llegaría a avasallar el mundo con su liderazgo, la comandante no lo dudaba. Lo que le interesaba era averiguar qué pasaría si Soojin y Soyeon se propusieran ese nivel de control al mismo tiempo. ¿Quién ganaría en algo como aquello? ¿El mundo podría resistirlo? Ella esperaba que sí y si tenía que ser honesta, su dinero lo apostaba a la reina que había dejado en casa. 



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