Capítulo 26

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Miyeon 

El transporte que había conseguido era bastante agradable. El carruaje tenía suficiente espacio para que seis personas viajaran en el interior sin estorbarse y para su suerte apenas eran cuatro, además del conductor. Miyeon conseguía estirar bien las piernas junto a sus acompañantes y estando cerca de la ventana, no se perdía detalle de los paisajes.

Al llegar al puerto principal de Hwangpye, había tenido que esperar un día entero hasta que un joven asistente en el hotel donde se hospedó, le consiguiera un espacio en el carruaje más fuerte en todo lugar. Aquel retraso le dio tiempo para repasar los dibujos en el cuaderno que una vez perteneció a su madre, cada vez que pasa sus dedos por las suaves páginas las preguntas se arremolinaban en su cabeza hasta dejarle una migraña que durante la noche no la dejaba dormir. También seguía pensando en lo que pasaba en Muhan, ¿Cómo estaría su hermana? ¿La habría mandando a buscar? ¿Estaría preocupada por ella? ¿La habría lastimado al dejarla de aquel modo? Claro que lo había hecho, aquel escape ahora le parecía algo muy cobarde, estaba asombrada consigo misma por haberlo hecho. Pero ya no tenía modo de dar marcha atrás.

―Eres silenciosa Miyeon, ¿estás bien? No te vayas a enfermar ―dijo la joven chica que tenía al lado, era una morena de ojos verdes y labios gruesos, hermosa y simpática. Elena era una viajera que buscaba respuestas, tal como ella.

―Estaba pensando en mi hermana.

―Seguro que todo esta bien, intenta ser positiva ―Elena le regaló una sonrisa amable y después le tendió unas galletas saladas. Aquel alimento era el primero que obtenían en todo el día, siendo honesta estaba famélica.

―Seguro que sí ―Miyeon regresó su atención afuera, la chica de piel color cocoa siguió cortando las galletas en pequeños trozos para después comerlos despacio. Ellos no se detendrían hasta pasar el gran cruce, dónde se encontraban los caminos que venían de los puertos y se fundían en un único camino que los conduciría a las montañas. Miyeon le había contado a Elena sobre su viaje, sobre las tormentas en alta mar y en los preciosos atardeceres que vinieron después. Incluso le habló de Soojin, sin mencionar que era una reina o que ella misma había sido una princesa. Dejar aquellos detalles ocultos ayudaron para que hiciera una nueva amiga, que ahora le pasaba bocadillos para no desfallecer.

El aire fue cambiando durante el día en aquel camino fangoso. Al atardecer hicieron una parada para darle agua a los cuatro caballos aguerridos que tiraban del enorme carruaje y consiguieron frutos silvestres para contener la hambruna. Al parecer nadie había revisado las provisiones de comida, así que se quedaron sin nada el primer día. El conductor prometió una cena caliente en la primera posada que vieran, Miyeon esperaba que fuese verdad.

―Este es un lindo lugar, ¿Verdad? ―Elena regresaba del bosque dónde había hecho una parada estratégica para lidiar con su vejiga insistente. Miyeon sospechaba que la mujer estaba en cinta, aunque no podría estar segura. Elena era alta y delgada, su sonrisa llamaba al respeto, Miyeon no le preguntaría nada sobre sus dudas con tal de no ofenderla.

―Claro que lo es, me gustaría quedarme en el césped todo el día.

―No se podrá, tenemos que seguir ―el conductor les interrumpió con su llegada apresurada y le tendió una mano a Miyeon para que ella se pusiera de pie―. Estos no son lugares seguros, las señoritas pueden pensar que es lindo, pero no lo es. Así que andando.

Las dos chicas compartieron una mirada divertida antes de seguir al hombre de vuelta al carruaje. Las dos extranjeras se acomodaron murmurando sobre el paisaje de planicies cubiertas de pastos altos, hermosos cerros no conquistados y un cielo tan azul que a Miyeon le recordaba al mar que había cruzado días atrás.

Six Lions 👑 G-IdleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora