Capítulo 29

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Miyeon

Elena se tiró al suelo cuando la detonación hizo todo el lugar vibrar, Miyeon la vio arrastrarse por las baldosas y se preguntaba cómo era que su compañera de viaje aún podía actuar en una situación como aquella. La morena presionó ambas las manos en el costado del soldado herido, el disparo le había impactado a él y no a Yuqi. La princesa apenas si podía creerlo, en realidad pensaba que si cerraba los ojos podría ver el oleaje tranquilo de las costas de Muhan, mojando las playas blancas en un suave vaivén que resultaba relajante. Esa había sido su táctica para tolerar las dos horas que pasó con Joan en un carruaje mientras avanzaban por el camino lodoso hasta la posada.

―Oh, princesa, ¿Cómo llegó aquí? ¿Qué fue lo que pasó? ―Minnie se puso delante de ella, ambas se miraron arrodilladas en el piso, de fondo sonaban los golpes escalofriantes que Yuqi le daba al criminal que la aterrorizó durante la noche.

―Escapé, yo... me fui la noche del banquete ―Miyeon sollozó en su respuesta, a pesar de eso, la soldado le entendió sin inmutarse. Minnie bajó la mirada al vendaje que le estaba poniendo en la muñeca, por donde habían deslizado una filosa cuchilla para detener a Yuqi. Eso no había servido, la comandante no era del tipo de mujer que podían parar.

―Ya estás a salvo, nadie volverá a tocarte de nuevo ―la promesa de Minnie sonó irreal y Miyeon empujó las manos de la soldado, no quería su lástima.

―Ayuda a tu amigo ―la princesa apuntó a Dimas que arrugaba el rostro por el dolor ―. Eso sería mejor, a mi déjame en paz.

Minnie parpadeó incrédula viendo la princesa ponerse de pie. Sus dos manos estaban vendadas, llevaba el vestido rasgado y lleno de lodo. Tenía el cabello revuelto y la mejilla hinchada, se veía fatal y eso no cubría lo que de verdad sentía en ese momento, el dolor físico no alcanzaría nunca al arrepentimiento y la humillación que corrían en su interior, atormentándola. La expresión dolida en el bello rostro de Minnie fue algo que no pudo tolerar así que le dio la espalda, yendo a donde el hombre de cabello rojo estaba sirviendo vasos con agua. No quiso ver lo que Minnie hacía, mucho menos escucharla. En su lugar se acomodó en un banco de la barra y aceptó el refresco que le sirvieron. La noche estaba acabando, tomar algo parecía sensato así que eso hizo.

Elena se encargó de las heridas del soldado durante una hora o posiblemente más, Miyeon observó a la distancia como cambiaba vendajes bañados en sangre por otros limpios. Minnie estuvo con ella, dándole todo el apoyo necesario. Como lo esperaba, nadie se enfocó en una princesa adolorida porque había cosas más importantes qué hacer. Poco después de cerciorarse de que Dimas sobreviviría, la comandante Yuqi, con su cabello ensangrentado, ayudó a sus soldados a terminar de arrestar a la banda Oaks. En el grupo de delincuentes había perdido a tres hombres, los cuerpos estaban siendo quemados a unos cien metros de la posada. Mientras esto pasaba, Miyeon le mencionó a Samuel lo que había pasado con la pareja de viajeros que dejaron atrás.

El buen hombre la escuchó atento para después enviar a dos de sus empleados en caballo, irían en busca de Yenay y de Oscar, la comandante quiso despachar a sus soldados, pero el dueño del local prefirió no ponerle más carga a los hombres exhaustos, golpeados y mal olientes. Miyeon le estaría por siempre agradecida a aquel hombre pelirrojo, porque además de prestarle atención sin juzgar sus errores, le puso un plato con estofado caliente delante. Aunque quiso esperar por Elena, la princesa sabía que ella no podría comer bocado después de ver tanta sangre y apresurada se terminó la comida caliente que la trajo a la vida. Dos días sin alimento la hicieron sentir menos persona.

Estando ahí en la barra de aquella zona de bar, Miyeon recordó el día tranquilo que pasó en las costas de Hwangpye mientras le conseguían transporte. El puerto era enorme, navíos de toda clase se exponían en hilera y en las calles, los puestos ruidosos le daban un esplendor caótico al lugar. Ella los había recorrido con calma, probando distintos alimentos y ahí fue cuando se encontró con Elena. Ellas se entendieron en segundos, compartieron un plato de carne asada con una salsa picante que las hizo reír y llorar al mismo tiempo, esa misma chica morena de sonrisa indiscreta estaba salvándole la vida al soldado agradable que estuvo de pie en el sitio equivocado, pero las buenas personas se encontraban para ayudarse mutuamente. Elena era así de buena, Dimas merecía la ayuda.

Poco después, Miyeon se asomó por la ventana que daba a la entrada, los soldados echaban cubetas de agua helada en los rostros de los delincuentes que noquearon horas atrás. Estos se sacudían como peces asustadizos, Miyeon quiso sonreír, pero no lo consiguió porque en ese instante Joan la vio a través del cristal, tenía el rostro tan golpeado que se veía deforme. Ella pensó que con los ojos tan inflados no podría ver nada, pero el horrible hombre sonrió hacia ella pasándose la lengua por el labio inferior. Era repugnante.

―Nos darán ropa limpia y una habitación para descansar por un par de horas antes de irnos, vamos Miyeon ―Elena tiró de su brazo, Miyeon saltó asustada. Su amiga esperó unos segundos hasta que la joven entendió que nadie estaba por herirla.

―Lo lamento ―Miyeon se disculpó y Elena negó con la cabeza, no la miraba.

―Está bien, ven conmigo, necesitas cambiarte de ropa.

Las dos damas subieron las escaleras a la segunda planta de la posada dónde estaban las habitaciones. Ellas entraron a una enorme habitación con camas dobles, en una silla esperaban vestidos sencillos sin corsé y abrigos gruesos. También vio unas botas altas con cordones, eran calzado de viaje desgastado pero resistente.

―Pudiste decirme que eras una princesa ―le dijo Elena revisando la ropa. Miyeon cerró los ojos pensando en cómo explicarse―. No debes decir nada, es tu asunto.

―Si te sirve de consuelo ya no seré una princesa, no después de haberme ido sin avisar. Eso se considera traición ―comentó ella para después sentarse en el borde de la cama, la habitación era bonita, más elegante de lo que había esperado.

―Entrarás primero, toma tu tiempo ―Elena la hizo levantarse, al parecer el otro tema estaba acabado. La morena se puso detrás de ella para soltar los listones del corsé del vestido elegante que había llevado en la noche. El lodo tapaba los bonitos detalles de la falda ancha, Miyeon apoyó sus manos al respaldar de la silla dejando que Elena le ayudara con esa parte complicada del vestido. En sus ojos las lágrimas se acumularon hasta desbordarse. Cuando estuvo en el camisón ella entró al pequeño espacio del baño, Elena no dijo nada, ¿qué más podía decir de todos modos? Esa noche que terminaba fue una de las peores pesadillas en la vida de cualquier persona, Miyeon había dejado que le pasara a ella con tal de salvar a Elena del espanto, del maltrato, de la humillación.

La princesa entró a la bañera sencilla, el agua tibia la hizo estremecer porque se sentía cálida contra su piel mallugada. El llanto fue creciendo como lo haría una canción de ópera y pronto se ahogaba en su dolor al tiempo que masajeaba sus antebrazos y recorría sus piernas bajo el agua, lo hacía a pesar de tener la mano derecha cortada y la izquierda fracturada. Ella seguía atendiéndose con sufrimiento, llorando arrepentida y agradecida de que el miedo cesara. Ninguna mujer tenía que ser sometida a semejante dolor, no solo en su cuerpo agraviado, sino en su mente desgarrada. Ninguna mujer merecía ser ultrajada de aquel modo, nadie lo merecía.

Conlos ojos enrojecidos ella salió del cuarto de baño para ponerse el vestido, eratan diferente que le gustaba. Las botas fueron asombrosas, le hicieronmerecedora de su estabilidad al caminar y el abrigo la protegió del vientohelado cuando abrió la ventana. Elena no estaba en la habitación, seguramentefue a otro lugar a limpiarse la sangre ajena. Estar sola le sirvió para llorarun poco más, para sacar el enojo que tenía contra el hombre que amarraron comoun animal en los corrales, para permitirse sentir miedo por unos minutos más ypara no doblegarse en vergüenza cuando se encontró con la mirada de Yuqi a ladistancia, ya que la comandante estaba dándole instrucciones a Minnie afuera dela posada. Al parecer se irían pronto, Miyeon no tenía elección que ir conellos.  


Oigan, por si no lo he dicho lo suficiente: Gracias por leer💙✨

Six Lions 👑 G-IdleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora