63. Rabieta

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Marco

Siempre he querido ayudar con todo lo que pueda a papá, muchas veces cuando era pequeño le pedía que me enseñara cualquier cosa que se le pudiera ocurrir, era muy curioso sobre todo con lo peligroso.

Recuerdo que Emily en su momento pidió patines ya que practicar ese deporte le llamaba la atención y yo quise también, no se los pedí a mis padres pero si a mi hermana, era mi contacto más cercano y amablemente me los prestó.

Nunca me dijo cómo frenar, mucho menos la forma de usarlos y casi se rompió mi frente en el piso además de tener raspaduras por todo el cuerpo con el impacto.

A Emily se lo habían quitado por lo peligroso que podía ser y a pesar de haber escuchado la conversación igual los tomé sin permiso.

Esa vez me regañaron y el castigo que me dio papá fue ayudarlo con un postre en la cocina, él sabía en el fondo que me encantaba estar ahí y con esa intención lo hizo. Éramos todos unos consentidos, bueno, lo seguimos siendo.

- ¿Cuánto te vas a demorar, Ethan? - volví a tocar la puerta del baño que está en el pasillo.

- ¡Espera! Salgo en un rato.

- ¡Me lo llevas diciendo más de diez minutos!

- No es mi culpa que se te quede el puto gel de cabello aquí.

- ¡Esa boca! - gritó papá en el piso de abajo.

- Te escuchó parece. - reí entre dientes.

- ¿Tú crees? - dijo con sarcasmo. - ¡Maldita sea!

- ¿Qué tanto haces?

- Nada que te importe. - moví la manilla pero tenía seguro. - ¡Invades mi privacidad!

- Privacidad y una mierda, me lo entregas.

- ¡Segunda y última advertencia, deja esas groserías Ethan que voy a subir!

- ¡Fue Marco, no yo! - enojado abrió la puerta. - Métete tú gel por...

- Suficiente. - los pasos de la escalera se escucharon y corrimos por nuestras vidas.

Yo me encerré en el cuarto de Mateo para no levantar sospechas y este me quedó mirando confundido. Hice señas de silencio pero su sonrisa maliciosa me hizo dudar.

- Si haces algún ruido...

- Me tienes que llevar al parque y no digo nada.

- No puedo, estoy ocupado.

- Bueno, en ese caso... - puso la mano en su boca. - ¡Pa...!

- Ya, trato hecho.

- Es un placer hacer tratos contigo.

- Mateo. - tocaron a mi lado. - Hijo, abre.

No sabía dónde meterme. Busqué una salida y lo único que se me ocurrió fue ir debajo de la cama en dos segundos.

Mi hermano menor hizo como si nada pasara y papá dijo mi nombre dos veces a lo que no respondí por sobrevivencia.

- Marco Andrés si te estás ocultando y también ignorándome el único perjudicado en esto serás tú.

- Ya te lo dije, no lo he visto.

- Sin salidas por dos días, eres un mentiroso pollito. - le revolvió el cabello y se agachó mirándome directamente. - Adivina quién lo acompaña.

- Yo.

- Excelente. - me dio la mano para salir. - Te llamaba para que me ayudaras con la mesa, no para regañarte.

Pequeñas travesurasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora