105. Sinceridad ante todo

509 39 6
                                    

Connor

Mil y una veces les he dicho a los chicos que con el auto no se juega, menos ir a la nieve viendo que hace un frio que los podría enfermar, realmente no entiendo el gusto de no hacer caso e ir a romper las reglas, no quiero que se sientan encarcelados ni nada, pero es agotador para mi estar repitiendo lo mismo.

Los llevé adentro y solo me tocó suspirar, ¿Qué puedo hacer si ya se rompió el vidrio? Solo gastar dinero y arreglarlo. Las cosas materiales no me importan, sino que los chicos se hayan podido cortar o algo así.

—¿Y bien? ¿Alguno me va a explicar? —reuní una paciencia inexplicable.

—Queríamos ayudarte, es todo —Ryan fue el primero en hablar y le creí.

—Cariño les agradezco que hayan tomado la iniciativa para ayudarme, pero deben tener en cuenta que es peligroso tomar vidrios así como así, pueden preguntarme...

—¡Pero así no sería sorpresa! —reclamó Mateo.

—Los entiendo, de verdad que lo hago, pero chicos, no los quiero ver recogiendo nuevamente cosas así, que no se mal entienda, el auto no es lo importante, pero si es algo que todos ocupamos y necesitamos, no es un juguete. Todos van a ir a sus cuartos.

—¿Estamos castigados? —preguntó Ethan.

—¿Qué creen ustedes? —todos bufaron y subieron corriendo las escaleras.

Me dejaron solos y me hicieron cuestionarme ¿está correcto darles un par de palmadas por exponerse? Tal vez, pero no serán muchas porque no lo considero algo grave, quiero que no se repita.

Ryan

Bien, admito que no me la pensé, confirmar una salida cuando ni siquiera me he dignado a decirle "Hey papá, ¿me puedo quedar en la casa de unos amigos?" Y peor aún "Tienen casa sola, habrá bebidas y drogas como en cualquier encuentro adolescente". Sería un suicidio hablar con la verdad, pero no pienso escaparme. Ya resultó demasiado mal la vez pasada, y la anterior a esa.

Ahora estamos cada uno en nuestros cuartos, deberemos explicar cada versión y lo importante es que coincidan así que todos dijeron que nadie delataría a nadie. Lo único que pensaban hacer era decir que fue un accidente y lo único que queríamos hacer era ayudarlo con el auto y mágicamente esperar un "no se preocupes niños".

Vemos si se cumple eso.

—No iré a mi cuarto, podría hacer una huelga aquí mismo porque encuentro totalmente injusto estar castigados por una buena acción —Emily se sentó en el piso cerca de la escalera—. Veamos si me sacan de aquí.

—¡Ja! Estás loca, ¿sabes lo que pasará? —dije burlesco—. Papá te dará unos azotes aquí y luego en el cuarto.

—Na, exageras Ryan.

—Está bien, si pasa lo que te digo... es que conozco muy bien a papá.

—Te recomiendo creerle - apareció mi mellizo apoyándome.

—¿Cómo sé yo que ustedes no se unieron para hacerme creer lo que ustedes dicen?

—Pues piensa lo que quieras, solo sé que ya va en el tercer escalón —corrí junto a Liam y nos separamos en el pasillo camino a nuestros cuartos.

La ansiedad es verdadera en estos casos porque uno se comienza a preguntar ¿cuál cuarto será el primero? Y no es como que sea fantástico ganarse un castigo, está bien, rompimos el vidrio del auto y puede que sea un poco caro arreglarlo, pero iba todo con buena intención.

Pequeñas travesurasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora