9. Noche de películas

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Ethan

La puerta principal de la casa se abrió y prestamos atención a esa dirección, primero entró papá y luego alguien que nos sorprendió de una manera increíble.

- ¡Oh por Dios! ¡Emily!.- el primero en correr hacia ella fue Mateo, lo quedamos mirando y finalmente nos acercamos con sonrisas por su llegada.

- ¿Que te trae por aquí, eh?.- Marco la abrazó y nos unimos todos.

- Los extrañé tanto.- Emily sonrió.- son los mejores.

- No es justo, ¿Mi abrazo donde quedó?.- reclamé.

- Ven aquí, ricitos de oro- la miré casi ofendido.- ¿Que? Aún lo recuerdo, no se me olvidó tan rápido ese apodo.

- No me jodas.- reí.

- ¿Donde está Ryan?.- preguntó y Marco cambió de tema rápido como si le fuera a incomodar hablar de él.

- Es cierto, tiene que venir a saludar. ¡Ryan, baja un momento!.- Papá lo llamó por las escaleras y no contestó.- Hijo ven a saludar a alguien.

Ryan

Papá me llamaba para saludarla seguramente, la oí llegar pero no quiero bajar. Me siento tan dolido que ir hasta allá sería una tortura y un momento de incomodidad gigante.

Quería decirle que no podía pero vendría a buscarme, lo conozco o quizás me de un tiempo para ir aunque dudo mucho la segunda opción.

Bajé las escaleras lentamente, tomando todo el tiempo del mundo para pensar y tratar de calmarme. Al verla todos los ejercicios de relajación se esfumaron.

Mi respiración se volvió más rápida y mis ojos se cristalizaron. Sentía como mi cuerpo temblaba mientras trataba de que no se me notara. Clavé las uñas en las palmas de mi manos para regular mi respiración pero no podía. Tenía tantos sentimientos encontrados que no podía medir la fuerza, si seguía así lo más probable es que me hiciera daño o me vaya a desmayar de la nada.

Las palabras no salían de mi boca, todos me quedaron mirando pero solo me concentré en la nada, la veía y reflejaba a mamá. Esa persona que nos hizo tanto daño apareció en mi mente. Ella al verme hizo una mueca, sonrió pero sabía que estaba dolido.

- Hola.- dijo en un pequeño susurro.- negué con la cabeza y salí disparado escaleras arriba.

Al cerrar la puerta de mi habitación sentí que perdía la lucha conmigo mismo, lloré tanto que más tarde mis ojos seguramente estarían hinchados y quizá ni pudiera abrirlos bien. Nadie tocó la puerta ni se acercaron a molestar porque sabían que solo necesitaba un poco de privacidad.

Cada vez que me calmaba recordaba el día del juicio, el día más difícil de mi vida.

Connor

Nunca creí que mi niño iba a reaccionar de esa manera, cada uno tuvo una reacción diferente y es entendible. Cuando bajó por esas escaleras parecía un cachorro abandonado, con miedo a que alguien pudiera lastimar y me dolió tanto ver esa inseguridad. Las lágrimas de su rostro me dejaron sin aliento.

Cuando subió quise inmediatamente ir a verlo pero Marco me aconsejó que lo dejara un poco ya que todos los sentimientos que tenía en ese momento lo podían llevar a un colapso. Y tenía toda la razón.

Durante las próximas horas estuve en la cocina pensando en aquel problema, no aguanté más y me dirigí a su habitación.

Pequeñas travesurasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora