44. Mudanza

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Liam

Luego de esa visita de nuestra tía pasó la semana sin inconvenientes, tuvimos algunas discusiones pero mínimas ya que nos preocupaba el día del juicio sobre todo a papá. Recuerdo que no nos dejaron asistir apesar de que le rogamos una semana completa. El único suertudo fue Marco el cual estuvo en todo ese proceso.

Esperamos horas para la respuesta y cuando llegó hizo la pequeña broma de que no habían ganado, pasamos como tres pre infartos en ese momento.

La más contenta era Emily de vivir nuevamente con nosotros. Cuando le tocó ir a buscar sus cosas en la casa de mamá ella simplemente se fue, habían rumores por parte de los vecinos que salió del país, en fin.

Nos contó que el día del juicio no le dirigió la mirada y la trató como una completa desconocida. Fuimos a comer en un restaurante en Santa Mónica y todo se volvió aburrido al llegar a casa porque la mayoría se durmió.

Hoy nos tocaba la esperada mudanza.

Finalmente abandonamos el lugar que pasamos los mejores días de nuestras vidas y peores. Despedirnos no fue fácil pero teníamos emoción de comenzar desde cero. Además que estaban nuestros primos allá, dudo que la diversión vaya a faltar.

- ¿En qué piensas, campeón? - papá me abrazó.

- Voy a extrañar este lugar.

- Todos pero será un nuevo comienzo.

- Ajá. - miré por última vez la casa ya vacía y a mis hermanos.

- ¿Qué se supone que esperamos? Ya quiero estar en Miami. - Ryan sonrió.

- De acuerdo, andando. - salimos uno por uno y cerraron la casa.

El camión de mudanza estaba afuera esperándonos, era un viaje de un día y 14 horas las cuales serían eternas. Los chicos ya tenían los audífonos puestos cuando subí al auto, me senté en el lugar de siempre con Ryan y Marco.

- ¿Listos?

- Más que nunca. - respondieron todos.

- Ya chicos. - papá nos miró por el espejo retrovisor. - ¿Tienes sus cinturones puestos?

- Si. - dijimos al unísono.

- Entonces nos vamos.

Que comience esta aventura.

Me quedé dormido durante el viaje, estaba tan relajado hasta que sentí un peso en mi hombro. Lentamente abrí los ojos y tenía acostado a Ryan ahí.

- Hermano, muévete. - no me respondió y se acercó aún más.

- Tengo frío.

- Dile a papá que coloque la calefacción.

- No, habla tú. - suspirando accedí.

- Papá. - este de inmediato me miró. - ¿Cuánto falta?

- Ya que nos fuimos como a las diez de la mañana... - sacó cuentas. - Muchas horas.

- Agh.

- Pero bajamos pronto, iremos a tomar desayuno y descansar un poco.

- ¿Puedes colocar la calefacción? Tengo a Ryan tiritando a mi lado.

- Si cariño.

No pude seguir durmiendo por su culpa así que revisé el celular un poco tratando de no gastar toda la batería, en unos minutos estacionaron el auto junto al camión de mudanza y papá despertó a los demás.

Pequeñas travesurasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora