Ryan
Otro día más en cama y ya entraré en la locura propia.
No soporto seguir acostado mientras mis hermanos se divierten en el patio o saliendo a diferentes lugares, me siento apartado y odio el reposo. Con mi gran impaciencia busqué información sobre un esguince grado dos para calcular el tiempo y cuando leí que pueden ser hasta seis semanas me quise tirar por la jodida ventana.
Es simple, en pocas palabras la página me dice que no lo mueva porque así acelero el proceso y que se cura por sí solo.
Los moretones casi lo cubren por completo y nada de ejercer presión porque el dolor es horrible. Además lo tengo con un tipo de vendaje que por nada del mundo puedo sacar o me meteré en problemas con papá.
- Traje tu desayuno. – Liam pasó la puerta con una bandeja. – Emily quiso cocinar panqueques de plátano.
- Mis favoritos.
- Llevan frutillas de adorno con un toque...
- ¿Ella te dijo que dieras el discurso? – sonreí.
- Dos dólares no le hacen mal a nadie.
- ¿Ustedes ya comieron?
- Si, ahora van por un partido de básquetbol. En cinco minutos empiezan en el patio.
- Voy a bajar.
- Ryan mejor quédate, descansa y ve televisión.
- ¿Puedes ir por unos analgésicos a la cocina? Se me acabaron.
- No tardo.
- Y Liam, ¿una almohada? – asintió rodando los ojos.
- ¿Algo más su alteza? Estoy para servirle.
- Gracias pero creo que estoy bien.
Él ha sido uno de los que me ha ayudado más a despejar mi mente, además de los otros claro, se van turnando para traerme cosas y ver el estado en el que me encuentro.
Los únicos movimientos que he hecho en estos días fue ir de la cama al sillón y de ahí al baño, así sucesivamente hasta la noche. Insistí en que no eran necesarias unas muletas pero papá las compró de igual forma, me ayudan mucho aunque no quiera admitirlo.
Al poco rato trajeron mis cosas y me quedé aburrido en mi soledad.
- ¡Mateo! – le grité por si me escuchaba.
- ¡¿Qué quieres?! – a lo lejos respondió.
- ¡Ven!
- ¡Voy! – sonreí y me mantuve paciente hasta su llegada.
Como pasaron más de dos minutos volví a gritarle.
- ¡Mateooo!
- ¡Que ya voy! - sus pisadas fueron muy notorias y abrió la puerta lentamente. – Dime que ocurre.
- ¿Me traes un pastelito?
- ¿Para eso me llamas? No Ryan.
- Un pastelito, no te cuesta nada.
- Y a ti tampoco. – se cruzó de brazos. – Bueno, sí pero ¡estaba acostado!
- Tengo hambre. – mentí.
No quiero estar solo, es todo.
- ¿Frambuesa o manzana?
- El primero.
- Habiendo tantos hermanos soy al que llamas.
- Es que a ti te quiero más.
- Mentiroso, tu mellizo me va en ventaja.
ESTÁS LEYENDO
Pequeñas travesuras
FanfictionCuando se trata de problemas jamás están fuera los Miller. Son una familia bastante unida pero también inmadura, seis adolescentes viviendo con un padre soltero quien lucha cada día para sacarlos adelante, en la casa hay reglas y se tienen que cumpl...