1. Infectado

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Liam

Es un día completamente normal.

Tengo que vestirme para asistir al colegio y dar un examen supuestamente sorpresa que dará el profesor. Estoy harto de todo pero lo único que me reconforta es que más tarde tengo un partido de fútbol el cual muero de ganas por ir.

Camino a la escuela me encontré con Julián, mi mejor amigo. Estamos nerviosos pero creo que yo más,  ya que sé perfectamente que no estudié nada para ese examen y estoy más que claro que cuando vayan a dar los resultados no me irá del todo bien en casa. Sobre todo con papá. Él tiende a ser muy estricto con el colegio.

Tengo que admitir que en este momento estoy temblando, quizás es por el frío o por lo que me espera. Solo ruego que se suspenda por arte de magia y que quede libre de todo esto.

— Amigo ¿estás bien? — me miró preocupado.

— Si, solo estoy preparándome mentalmente para la prueba. Sabes cómo me va. — di un suspiro.

— Siempre te digo lo mismo idiota, "estudia y se solucionan tus problemas" pero nunca me haces caso — negó. — ¿Escuchaste? están dando un aviso, apresúrate.

Ambos corrimos directo a la escuela y pudimos ver como la encargada de portería daba la siguiente información.

— Chicos, escuchen atentamente esto. — habló por un megáfono. — Todos tienen que evacuar tranquilamente fuera del establecimiento tomando distancia de cada uno y esperar que sus padres los recojan. No hay por qué alarmarse pero hay alguien que se sospecha de estar contagiado con el nuevo virus que anda rondando. Pido tranquilidad nuevamente y que sigan las instrucciones.

Ambos nos miramos y entramos en pánico. Yo por un lado quería saltar de felicidad ya que la prueba se cancelaba pero no sabía como actuar y como mi mejor amigo es tan inteligente se le ocurrió salir de ahí.

— ¿¡Estas loco!? Si no me castigan por la prueba lo harán por esto. — resoplé. — Pero como me importa bien poco, acepto.

— ¡Ese es mi amigo! — avanzamos por las calles de la ciudad hasta llegar al centro comercial.

— Quiero un helado ¿me acompañarías a ver una camiseta también?

— Claro pero quiero el helado primero.

Mi teléfono comenzó a vibrar después de unos minutos y me doy cuenta que tengo 20 llamadas perdidas de mi padre, 18 mensajes de texto y veo como su auto se estaciona a pocos metros de nosotros.

Las ganas de llorar no me faltan.

— ¿Se puede saber que estas haciendo aquí Liam Miller? — creo que de esta no me salva nadie.

— Papá, puedo... explicarlo. — traté de sonar tranquilo.

— Señor Connor. — Julián me miró pidiendo perdón por telepatía. 

— Hola Julián, lamento decirte que Liam se va ahora y tu deberías ir a tu casa jovencito, sube que te llevo.

El trayecto fue un poco silencioso y bastante incómodo. Tenía ganas de saltar por la ventana, con eso lo podría resumir.

Después de llegar a casa comenzó su charla del cuidado de la salud, él es doctor y siempre se preocupa más en estos temas.

— ¿Cómo se te ocurre algo así? ¿No miras los riesgos que puede traer esto? — me regañó. — No sabes el susto que pasé cuando te vine a buscar y nadie sabía dónde estabas.

— ¡Lo sé!

— No, no lo sabes y a mi no me levantes la voz, no estás en posición de hacerlo.

— Ya no quiero hacer esto. No soy un niño pequeño para que me humilles de esa manera.

— ¿Por qué te comportas como uno entonces? Ven acá.

— No. — creo que acabo de cometer un gran error.

Apenas sentí como de un impulso llevó sus manos a mi cadera y me acostó boca abajo en sus rodillas. Detesto esta situación. 

— No tienes que hablarme de esa manera ni mucho menos escaparte del colegio. Entiende de una vez que te expones a un peligro, hijo. Un posible contagio no es un juego y espero que lo entiendas. Además, ¿para qué tienes celular si no lo contestas? 

Luego de sobarme la espalda y hablar por unos segundos más comenzaron las nalgadas. No pude contener las lágrimas y dejé empapado el cojín que abrazaba. Digamos que no son nada suaves ni pocas, te hacen arrepentirte hasta de tus pecados. 

PLAS PLAS PLAS *Snif* PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS

— Y-ya. — dije bajito.

PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS 

— No quiero que se vuelva a repetir  ¿entendido?

— Si, de verdad que entendí.

PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS *Auu*PLAS PLAS PLAS *Snif* PLAS PLAS

— Ven aquí, corazón. — me abrazó como siempre lo hace y luego llenó de besos mi frente. — Siempre tenemos que llegar a esta situación y lo detesto. No sigas llorando campeón.

Limpió las lágrimas que seguían descendiendo. 

— Lo siento.

— Tranquilo, respira. Está todo bien y nos iremos a tomar un rico chocolate caliente que preparé hace un rato. Después te irás a cambiar esa ropa porque se ve que comenzará una lluvia.

— ¿Y el partido? Yo quería ir. — un puchero se aproximó.

— Cuando entiendas la gravedad de esto ya no te importará un simple partido. Por cierto, mañana tenemos cita en la clínica.

— ¡Genial! — dije con sarcasmo. — ¿Puede empeorar más este día?

Pequeñas travesurasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora