Connor
Reconozco que cuidar niños es difícil, sobre todo cuando quieren ir a cualquier lugar pero necesitan cierta supervisión, sus típicos berrinches por no hacer lo que ellos te pidieron es llanto seguro y ni decir de lo cansado que te sientes muchas veces pero todo tiene solución, se habla y se intenta hacer entender que será en otro momento. Ahora cuidando adolecentes es mucho más descontrolado si lo pudiera describir en una palabra, se salen con la suya, no te preguntan y creen que tienen la razón en cada una de las decisiones que toman, sin reconocer que estuvo mal. En este minuto estoy con los nervios de punta, me siento preocupado por perder a Mateo de vista y molesto conmigo mismo por haberle quitado el celular provocando que no pueda contactarlo.
Lo he buscado en todo el bendito supermercado junto a los mellizos, no hay señales de él y estoy que le hablo al guardia para que de aviso por los altavoces, sé que en una situación como esa pasaría vergüenza pero no me quedan opciones.
— Lo encontraremos, debe estar cerca.
— ¿En qué estaba pensando? ¿Cómo fue a perderse? Lo primero que les digo que no hagan y lo hacen —dije en voz alta.
Los mellizos abrieron y cerraron la boca, no fueron ellos pero de todas formas debieron hacerme caso y quedarse todos en el auto. Hubiéramos evitado cosas como esta pero no vale pensar aquello sino enfocarse en el presente y encontrarlo ya mismo.
— Le diré al guardia, espérenme aquí y no se muevan por favor.
Expliqué medio desesperado la situación al guardia y me entendió lo suficiente para llevarme hacia los parlantes.
"Mateo Miller acercase a la puerta principal, repito, Mateo Miller acercarse a la puerta principal"
¿En qué clase de supermercado tienen los altavoces con tan bajo volumen? Quizás no los pueda escuchar y esté tan desesperado como yo.
— Es lo máximo que podemos hacer... en todo caso le daremos aviso si es que aparece por acá.
— Muchas gracias... —caminé apresurado con los mellizos y salimos hacia el auto para ver si había llegado allá.
Mis hijos me preguntaron más cosas a mí que yo a ellos, todos quisieron bajarse a ayudar pero preferí que ninguno más se me perdiera de vista. Un poco molestos quedaron en el auto y Marco dijo que conduciría a casa para ver si había salido a caminar lo cual encontré en parte lógico conociendo a Mateo.
Revisé cada pasillo, pregunté a diez personas describiendo sus características y al sentir que estaba sudando más de lo normal traté de calmarme. No pudo haberse ido tan lejos.
Mateo
Se fueron, el jodido auto no está y he dado vueltas siete veces por el estacionamiento reconociendo a algunos de mis hermanos pero no obtuve resultados. Miré el cielo y el atardecer se hizo presente, según mi reloj he pasado cincuenta y dos minutos perdido.
¿Qué sigue ahora? ¿Se habrán dado cuenta de que no estoy?
Mis ojos se cristalizaron, no puede ser, nunca antes he pasado por esto y ya estoy entrando en pánico. No sé caminar hasta la casa de nuevo, aún estoy tratando de aprenderme todos los nombres de las calles.
— ¿Papá? —dije cuando vi pasar a alguien vestido igual que él— ¡Papá!
Mis gritos son muy bajos o está sordo, no hay de otra.
No se volteó en ningún momento ¿me estará ignorando? ¿O le estoy hablando a la persona equivocada?
Volví a llamarlo y nada, pero de todas formas lo seguí, no puedo quedarme de brazos cruzados, necesito encontrarlo y dudo que quedándome a llorar como un bebé afuera del supermercado ayude mucho. Fui tras él y cuando llegó a la caja para pagar sus productos lo abracé, lo muy estúpido se me salió y me vine a dar cuenta recién cuando era un desconocido total.
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Pequeñas travesuras
FanfictionCuando se trata de problemas jamás están fuera los Miller. Son una familia bastante unida pero también inmadura, seis adolescentes viviendo con un padre soltero quien lucha cada día para sacarlos adelante, en la casa hay reglas y se tienen que cumpl...