11. Ideas arriesgadas

1.8K 65 2
                                    

Mateo

- Cariño, ¿bajó esa fiebre?- definitivamente quería llorar. Era muy consciente de que no había pasado en absoluto y sudaba ahora pero por los nervios.

- Si, eso creo.- el levantó una ceja pero decidió hacer como si mi palabra fuera totalmente creíble.

- De acuerdo, vamos a tomar la temperatura de nuevo, pollito.

- ¿Y ese apodo?- pregunté extrañamente feliz.

- Pues te ves tan indefenso y chiquito como un pollito. Así que pensé en llamarte así mi vida. Salió de la nada.- con esas palabras me hizo sonreír y olvidar todo el tema que me tenía con los nervios de punta.

- Levanta el brazo.- hice lo que me pidió y estuve un buen rato con el termómetro. Le rogaba a Dios que mi fiebre se haya esfumado.

Papá conversó conmigo durante la espera sobre cómo fueron algunas anécdotas con los abuelos en los viajes familiares y como sus hermanos planeaban cada broma para obtener aún más de diversión. Reímos tanto que no nos percatamos de que ya había cumplido el tiempo necesario para ver que tal estaba todo.

Al sacar el termómetro sonrió y me besó la frente.

- Bajó bastante, pollito.

¡Gracias a Dios! No podía con tanta felicidad.

- Papá no sabes cuánto estaba rezando ahora mismo para que eso pasara. ¿Puedo ir a jugar en la consola? Quiero ganarle a David.

- ¿Quién? ¿Tu mejor amigo?

- Si, ese mismo. ¿Puedo? Por favor.- coloqué una de las mejores caritas que tenía para convencerlo.

- Si mi niño. Pero te me vas a abrigar ahora mismo. No quiero que estés descalzo. El tiempo últimamente está raro, yo creo que es porque viene el invierno.

- Ahora voy.- corrí al armario a sacar un poleron no tan abrigador y los primeros zapatos que encontré.

Connor

En realidad su fiebre no había bajado tanto pero lo suficiente como para que pudiera estar sin paños fríos por un tiempo, no quería irme a dormir sin revisar que estuviera todo bien por última vez. Incluso tenía ganas de decirle que fuera a dormir conmigo por esa noche pero lo más seguro es que me fuera a llamar un exagerado, que se encontraba bien y que era grande como para dormir acompañado. Lo conozco tan bien que hasta su dialogo lo sé a la perfección.

Ya estaba oscureciendo y creo que el día pasó con mucha más rapidez de lo que creí aunque se sentía muy pesado, quizá por la misma preocupación de que uno de mis pequeños estuviera en esas condiciones. Lo menos que quería era que esa fiebre vuelva a subir porque voy a tener que estar obligado a pasar por el papá malo.

Estuve ordenando algunas cosas del trabajo en mi habitación, a decir verdad no quería volver a la rutina de siempre por el solo hecho de tener que dejar a mis hijos teniendo pocas horas para estar con ellos. Lo bueno es que como esta pandemia tomó muchísimo tiempo ya tocaban las vacaciones de verano, espero realmente que repitan el año porque se ve que no aprendieron nada en las clases por Internet.

Pero que vuelvan al colegio también significa sinónimo de problemas no solo académicos por su "flojeritis aguiditis" si no por las llamadas a la oficina del director casi mensuales que tuvieron al punto de la expulsión el año anterior.

Fui a buscar a los chicos para ver que estaban haciendo ya que no daban señales por ningún lado y cada uno estaba en su habitación pegados en el celular.

Pequeñas travesurasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora