35. Arrestados

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Ryan.

Mi primo se subió de inmediato al auto. Ellos se pararon detrás de donde nos habíamos estacionado.

- Buenas tardes. - bajé la ventanilla. - usted acaba de ir a exceso de velocidad provocando un posible accidente. Necesito que baje del vehículo, me entregue su licencia de conducir, identificación y papeles. - se dirigieron a mi ambos policías.

- S-Sí... - nervioso trataba de recordar dónde papá los guardaba.

No tengo la maldita licencia...

- ¿Puede bajar? - asentí y abrí la puerta temblando.

Nunca en la vida me habían detenido, ni siquiera hablar con uno sabía.

- Disculpen es que...

- Volvemos a pedir su licencia e identificación. - saqué únicamente la segunda.

- Usted es menor de edad y no posee licencia para conducir por lo tanto procederemos a llevarlo detenido.

- No, por favor. - los escalofríos eran más que presentes.

Ignoraron por completo mis súplicas y las de Adriel. Nos llevaron hacia la patrulla esposados, no tenía ni la menor idea de que iba a pasar con el auto.

Lo único que podía pensar camino a la comisaria era que no me la iban a perdonar. Esto sí que sería como una prohibición a conducir por un largo tiempo o quizás de por vida.

No hablamos absolutamente nada en el trayecto hasta llegar. Aún esposados nos llevaron a una celda por un largo rato.

- Papá me va a matar.

- Lo siento. - este temblaba más que yo.

- No sabes la que me va a llegar. - susurró con la voz quebrada.

- A mí me irá peor.

- Me impresiona que creas esa estupidez, Ryan. Estamos hablando de tu tío Nick "el estricto"

- Realmente lo siento. No quería causar este tipo de problema.

- Tienen derecho a una llamada ambos. - un policía nos interrumpió.

- ¿Vas a decirle?

- No tengo otra opción.

- ¡Llama a la abuela! - dijo como una salida.

- Posiblemente le dé un bendito infarto, Adriel. Tenemos que llamar a papá y más por el auto.

- Bueno, esta es la despida. Fue un gusto ser tú primo...

- ¡No jodas!

- Tranquilo. - de los nervios empezamos a reír como locos.

Fui el primero en levantarme para aceptar la llamada, el número de papá lo sabía de memoria pero me era imposible marcar aquellos botones.

Con muchos suspiros y un nudo en el estómago me armé de valor. Un sonido estuvo en la línea hasta que me respondió.

- ¿Hola?

- Papá. - apreté el teléfono.

- ¿Ryan?

- Si, te llamaba porque estoy en la comisaria y tienes que venir.

- ¿Qué?

- E-Eso...

- No tengo idea de lo que hiciste pero vas a aprender, te quedarás allá la noche y tendrás que asumir las consecuencias de tus actos.

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