91. Escondite de celulares

644 41 8
                                    

Connor

¿Quién dijo que ser padre era fácil?

Llevo quince minutos buscando a mi hijo por la clínica. No estoy desesperado porque lo ha hecho repetidas veces pero si preocupado y molesto por su actuar, entiendo que no le guste
pero una cosa es hacer un berrinche y otra fugarse por decisión propia exponiéndose a un peligro. Si analizo los puntos y me pongo en sus zapatos, entiendo lo que siente y yo fui exactamente igual pero a diferencia de él, mamá no andaba con juegos.

Salí hacia el estacionamiento sospechando con ese instinto paternal que estaba cerca y acerté. Apoyado en una de las puertas del auto se limpiaba los ojos, ha llorado tango que ya mi corazón no puede más. Pero sigo recordando que su salud es primero y camino dispuesto a hacerlo cambiar de opinión.

Ser padre no es solo cuidarlos, si no protegerlos, ayudarlos cuando ellos lo necesiten y muchas cosas más.

Mateo me miraba con un puchero enorme.

- ¿Cuántas veces te he dicho que huir y correr apresurado no corresponde? Podría haberte pasado cualquier cosa, aún más en el estacionamiento. Entran y salen autos.

- ¡Es que me quiero ir!

- No es una justificación jovencito. Me preocupas, te expones...

- Papi...

- Nada de papi. - el labio del menor tembló. - Sin llorar Mateo, no te regaño para ser el malo aquí si no para que te des cuenta de tus actos.

Hice una pausa buscando las palabras para hacerlo entender que un examen de sangre no es la gran cosa.

"Nos calmamos"

Muchísimas veces al rotar por pediatría en mí internado de la universidad escuché a las madres de los pequeños decir aquello. Por supuesto que no funcionaba, acostumbran a interponer un escudo ante cualquier instancia que pueda causar dolor y para un niño es horrible pasar por estas cosas. Y sacando una conclusión es la peor frase que uno puede decir, incluyendo a un chico de quince años que me mira aterrorizado por lo que le espera allá adentro.

Ryan debe estar igual, no sé en qué momento se me ocurrió dejarlos solos. Pero tenía que buscar al menor, tampoco es esperar hasta que vuelva, cosa que no pasaría.

- Me va a doler, me quedaré sin sangre, seco como una pasa.

¿Si mi hijo es dramático? Para nada.

- No puedo asegurarte que no dolerá. Pero lo que si es que me vas a tener junto a ti y te daré algo que no le di a tus hermanos antes de venir. - con curiosidad me observó y deposité un beso en su frente. - Este beso va a curar cualquier cosa, hasta el mismo dolor.

- Papi que infantil...

- Hey, las palabras de tu abuela me salieron del alma. - lo hice sonreír.

- ¿Entonces puedo elegir mi destino?

- Me temo que no mi vida. - se miró los pies y luego levantó la vista para acompañarme adentro.

Estoy orgulloso, no puedo creer que las palabras que siempre me decía mamá hayan ayudado a que ponga de su parte. Le pediré más consejos.

Liam

Contamos siete luces diferentes en la sala de espera de lo aburridos que estábamos esperando que salieran Mateo y papá. Saqué una goma de mascar del bolsillo y comencé a hacer burbujas.

- ¿Siete minutos? - tosí cuando Ryan me empujó.

- ¡Cuidado que me ahogo! - me ignoró. - ¿De qué hablas?

Pequeñas travesurasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora