68. Clínica

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Liam

El despertador sonó demasiado temprano para mi gusto y medio dormido lo busqué con la mano para apagarlo, fueron tres segundos en lanzarlo al piso y aun así no funcionó.

Gritando con la cabeza hundida en la almohada me levanté molesto.

Creo que lo rompí.

Algo me lo dice, no sé si es el plástico roto a la mitad o que ya no se pueda sostener.

Lo primero que saqué de mis cosas fue una toalla y me dirigí al baño a ducharme.

¡Las once de la mañana joder!

En vacaciones mínimo espero dormir hasta las doce del día pero no me lo permiten, tengo que ayudar en casa aunque muy bueno para eso no soy. Generalmente mi aporte es lavar los platos y ordenar la sala pero no la de juegos, eso sí es una selva.

- ¡No tengo shampoo! - miré la botella vacía y ninguno de mi hermanos respondió. - A la mierda, debe servir.

La solución siempre es agua.

Diez minutos después ya estaba perfumado y con mi cama lista o pasable, de todas formas la voy a desordenar en la noche. Es una pérdida de tiempo hacerla.

- ¿Alguien vivo? - el pasillo silencioso no me daba buena espina. - ¿Salieron y no me llevaron?

- ¡Son las siete joder, cállate y déjame dormir! - me gritó Ryan desde su cuarto.

- ¿Las que...?

- Mateo te hizo una broma anoche. - se colocó a reír. - Y funciono.

- Me voy a vengar y no sigas. - me ignoró con más carcajadas por lo que tomé el vaso de agua que deja cada noche en su mueble y se lo dejé caer en la cara.

- ¡Hijo de puta!

- Si, me lo dicen seguido. - levantó el dedo del medio.

- ¡Ni moverme de la cama puedo y ahora me quitas el sueño!

- Deberías secarte, puedes resfriante. - le guiñe el ojo antes de salir corriendo escaleras abajo.

Pensé que papá estaba en el trabajo pero me equivoqué, seguía en el comedor desayunando y viendo las noticias.

- Hola, pa.

- Buenos días, cariño. - sonrío y volvió a mirarme. - ¿Liam?

- ¿Qué?

- ¿Despierto un día martes a esta hora?

- Tu hijo me tendió una trampa.

- Es tu hermano también. - me regañó. - Voy a adivinar, el despertador.

- ¿Cómo sabes?

- Lo noté raro ayer cuando me dijo que te estaba arreglando la hora.

- ¡Ves su nivel de maldad!

- Inocente, casi.

- Aja. - me preguntó con la mano si es quería waffles. - No, come tranquilo.

- Si me queda tiempo, colócate zapatos y vuelve abrigado.

- Pero si más tarde habrá un sol...

- No importa, está helado.

En lo personal no tengo nada de frio, me siento perfectamente pero me conviene hacer caso porque lo sí tengo es hambre.

Tiempo record, un minuto, dos segundos.

En mi cuarto hice competencia solo y antes de toparme a mí mellizo saliendo me apresure por entrar a la cocina.

Pequeñas travesurasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora