97. Una venganza improvisada

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Liam

El huracán días nos ha tenido asustados a todos, papá no dejó de preocuparse por colocar la mayor protección posible en la casa a pesar de tener vidrios resistentes, lo ayudamos a cubrir la mayoría de las ventanas con madera al igual que los vecinos. Por otro lado mis hermanos miraban afuera cada cinco minutos esperando ver algo y la televisión no ayudaba en nada comentando sobre antiguos destrozos de huracanes alarmando a la comunidad. Por mi parte estaba ya con crisis esta mañana cuando anunciaron que hoy pasaría por aquí, me tapé con cinco cobijas y no pude descansar con Ryan a mis pies cantando como loco.

— Si me rompes lo oídos no quiero verte en mi vida.

— No pasará, exagerado te llaman —se acomodó.

—No puedo dormir ni un puto momento.

— Ya Liam, no seas pesado. Disfruta de mi hermosa voz y...

El viento azotó en nuestra ventana y me estremecí. No quiero que se lleguen a romper, estoy muy convencido de irme de mi cuarto apenas el miedo sobrepase todo, papá es mi lugar seguro y no pienso desaprovechar la oportunidad de estar abrazado por un tiempo.

— Diablos, me voy de aquí.

— ¿Me dejarás solo? Que mal mellizo.

— Cállate Ryan, esto se va a romper —la lluvia se colocó más intensa y las gotitas caían fuertemente—. Adiós.

— Miedoso.

— ¡Papá! —grité cuando miré a lo lejos y se cayó una palmera en medio de la calle producto del viento.

— ¡Estoy abajo! —me respondió y fui corriendo por las escaleras.

Mis hermanos estaban tomando chocolate caliente alrededor de la chimenea como si fuera una noche de invierno. Me acerqué con mi mellizo al sofá y me acomodé entre los cojines.

— ¿Por qué tantos gritos? Andas pálido cariño —me toqué la cara— ¿Qué pasó?

— Una palmera, se acaba de caer y papi...

— Tranquilo Liam, no pasará nada, es más, apaguen la televisión o cambien los canales porque se están asustando demás —tomó el control y la señal se fue.

— ¡Ay no!

— Ahora solo falta que la luz... —Ethan habló y segundos después ocurrió lo que él dijo.

— Como te gusta cagar todo Ethan.

— ¡Emily Miller! —papá la regañó—, deja las palabrotas señorita.

— No, no, por favor no —Marco entró en la desesperación— ¡No cargué mi celular!

— Hijo por estar un par de horas sin el aparato ese no pasará nada.

— Yo tampoco —dijo Ethan mirando la pantalla.

— Deberían ir a acostarse chicos —hicimos pucheros y suspiró.

Mateo se colocó a lloriquear al igual que Emily, después le seguí yo y Ryan se nos unió, los únicos que nos miraban raro eran Ethan y Marco pero a pesar de que no demostraban estar asustados se podía notar en sus miradas.

— No me hagan esto, saben muy bien que no puedo hacer nada contra un huracán. Obedezcan y acompáñenme a la cocina a buscar un par de linternas que por cierto no sé dónde las dejaron.

— ¡Es muy temprano para irnos a dormir solos! —se quejó Emily.

— Emily no discutiremos, silencio todos —suspiró—. Lo que haremos será lo siguiente, quiero que sigan mis instrucciones ¿de acuerdo?

Pequeñas travesurasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora