Enid

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Salí de las duchas, con el cabello empapado y la ropa sucia entre mis brazos. La puse en el fuentón de agua y jabón que estaba afuera y observé como poco a poco iba mojándose.

Solté un suspiro y fui a la celda a cepillarme el cabello. Al mirar mis puntas, me di cuenta que ya lo llevaba bastante largo para mi misma.

Al entrar me encontré con el niño del sombrero...aunque ahora no llevaba el sombrero sino el cabello igual de mojado que el mío.

- Guau, tienes cabello- comenté mientras rebuscaba en la cajonera el cepillo para peinarme.
Él me miró confundido.

- ¿Creíste que no tenía cabello?- me preguntó extrañado.

- Pues si. Llevas todo el tiempo aquel sombrero de vaquero- admití señalándolo, éste descansaba sobre su almohada. Me encogí de hombros y agregué- Cualquiera podría pensar que llevas una peluca.

- Muy graciosa, Enid.- respondió.

- Por cierto, estás empapando tu camisa, ten- dije alcanzándole una toalla- ¿A que se debe esta extraña devoción por parecerte a un vaquero?

Él atrapó la toalla en el aire y me lanzó otra mirada molesta.

- No soy un vaquero. Y hace dos meses que vengo diciéndote que es de Sheriff.

- Y hace dos meses que vengo respondiéndote que nunca he visto que un sheriff lleve un sombrero. Los que veía no lo llevaban-recordé.

- Entonces no veías a muchos sheriffs- suspiró.

- ¿Extraño, no? Era una chica problemática- comenté pícara.

- Lo sigues siendo.- lo miré fijamente cuando dijo esto, pero él no pudo responder a mi mirada porque su vista la tapaba la toalla que sostenía en su cabeza. Sonreí, a pesar de todo, debía admitir que Carl Grimes era un chico lindo. Con el cabello largo y los ojos celeste mar, más bonitos que he visto. Me mordí el labio incomoda y giré la mirada.

- Me estabas mirando...

- Si- admití sinceramente, encogiéndome de hombros para quitarle la importancia- Pensaba en que si bien no me arrepiento de haberme escapado si lamento haberte involucrado.- Él alzó la mirada, apartando la toalla de su rostro.

- Ya te dije que yo acepté por mi cuenta. Ni se te ocurra decir lo contrario, porque estarías mintiendo. ¿Dónde quedó tu despreocupación por lo que nos pueden decir?

- No me preocupo por lo que tú grupo diga de mi, pero sí de ti. Tú eras el que no paraba de pensar en eso y en decepcionar a tu padre. Necesitaba salir, sino...olvidaría que allá afuera hay caminantes. A pesar de ver todas las mañanas como Rick y Daryl los despejan de las rejas, no quiero olvidar cómo combatirlos. Estoy perdiendo el toque al disparar.

- Igual yo- señaló él- Tendríamos que practicar.

- Ahora lo veo difícil- comenté- Por cierto, si bien el sombrero de vaquero...

- ¡No soy un vaquero!- exclamó, interrumpiéndome.

- Con las camisas cuadrille lo pareces. Ahora, lo que estaba diciendo...si bien el sombrero te queda bien, te ves mucho mejor sin él.

Él me observó pensativo.

- Creo que ya me habías señalado eso antes.

- Lo usas todo el tiempo, sigues sin hacerme caso.

Antes de que él pueda responder, Gleen nos llamó para cenar.

- Hora de nuestra sentencia- exclamé divertida.

Carnid: El inicio de su historia ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora