-¿Ahora ya no hablas?
-Suéltame.
Él solo volvió a sonreír mostrándome todos sus dientes. Por un momento me sentí incomoda y con ganas de vomitar.
-Suelta el arma y estaremos a mano, linda.
-No me llamo “Linda”- me apresuré a contestar y con el brazo libre, le apunté hacia la articulación en que el brazo se dividía, ahí donde se encontraba el codo.- Si no me sueltas, considérate sin brazos por un largo tiempo.
No creí que aquel chico cayera ante unas simples palabras de mi parte, pero para mi sorpresa, me soltó ni bien dije aquello. Me miró de arriba hacia abajo y volvió a sonreír. Mi hacha fue por su cuello.
-¿Quieres morir con una sonrisa estúpida en la cara?- pregunté retóricamente y con una mirada, que esperara que fuera amenazante, en mi rostro.
-Para ser una niña tienes carácter. Sin mencionar que insultas bastante…pero la respuesta a tu pregunta es no. No quiero morir, y menos a esta edad ¿Cuál es la tuya, por cierto?
-No te la diré.
- Al menos no dijiste “No te importa”. Sabes, en ese caso yo te hubiera dicho que si me importa porque sino no te hubiera…
-¡¿No te callas?!- exclamé un poco exaltada. La actitud tan relajante e indiferente de aquel chico me ponía los pelos de punta.
Al tenerlo cerca de mí, con el filo del hacha apoyado en su cuello, me fijé mejor en él. Cabello castaño claro, con unos leves risos que tapaban su frente. Ojos de color café y una tez blanca, un poco bronceada por el sol. Unas leves pecas asomaban en su nariz, y al bajar un poco noté que volvía a sonreír estúpidamente.
-¿No soportas mi voz?- preguntó en tono burlón, pero para mi alivio, vi que ya comenzaba a sonar nervioso.
-Ni tu cara. Más bien, tu existencia misma. ¿Qué carajos haces aquí?- recordé su comentario, las palabras que dijo para hacer notar su presencia- ¿Vienes a matarme imbécil pecoso?
- Creí que había dejado la etapa de bullying escolar atrás, con todo este tema del apocalipsis. Pero al parecer…no.
Revoleé los ojos, harta de tanto palabrerío y presioné el filo del arma sobre su garganta, un filo hilo rojo se desparramó por ella.
-Hey, Hey, cálmate pequeña.
-¡¿Qué carajos haces aquí?! ¡Responde! O me decidiré por tu garganta en vez de tus brazos- me alcé de puntillas para susurrarle cerca de su oído, de manera amenazante. Lo sentí tragar saliva. Al parecer solo era un chico muy estúpido.
- No puedo decírtelo, pero te juro que si pudiera te lo diría.
-Esa es la excusa que usan siempre, ¿Lo sabes? Y con eso no me convences de una mierda.
-Vaya boca sucia que tienes- masculló por lo bajo, pero me miró nervioso al ver que alzaba una ceja- Quiero decir…ven conmigo.
Aquello me sonó tan estúpido que no pude evitar soltar una carcajada, que resonó en el ambiente, haciendo que el chico se estremeciera y yo sonriera satisfecha.
… ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...
-Estamos sentados en la maldita hierba y tengo mis dos manos ocupadas con armas. Una apunta a tu garganta y la otra a la cuenca de tu ojo. ¿Cuál de las tres opciones prefieres? Una: Morir con la garganta desgarrada, desangrado y como fiel alimento a los caminantes. Dos: Morir pero antes ser un poco torturado, ya sabes…poder “ver” la experiencia de vivir sin ojos. Tres: Contarme que haces aquí y que en base a lo dicho, yo tomar mis propias medidas.
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Carnid: El inicio de su historia ©
FanfictionElla es una asesina sin piedad, tras las muertes de sus seres mas queridos. Él esta con su grupo y su familia, pero el apocalipsis lo ha hecho cambiar. A pesar de ser muy distintos se conocen. Lo único que tienen en común es la corta edad para mata...