Enid

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Aferré su mano como si mi vida dependiera de eso. Aunque claro estábamos en un apocalipsis así que mi vida dependía de esa manito que aferraba con todas mis fuerzas.

La vida de mi hermanita Caty... no podía perderle, era lo único de mi familia que quedaba y lo necesitaba conmigo. La necesitaba a mi lado, si ese supuesto Dios existe, le pido por favor que me ayude.
Pero no tenia que perder tiempo con estúpidas plegarias, a alguien que vaya a saber alguien si existe. Corría desesperada. A mi izquierda tenia a Caty, que corría como podía, trastabillando de vez en cuando, y volviéndose a incorporar. En la otra mano, aferraba mi hacha. Una de las que me había dado mi inmundo padre. Cada vez que un caminante se acercaba, lo decapitaba. Su sangre me salpicaba los costados y podía ver el horror reflejado en los ojos de mi hermana. El bosque me parecía interminable, infinito y tenebroso.
Hasta que no supe que camino tomar. Antes de ponerme en acción, un caminante me agarro de los hombros y lo maté(bueno,si ya están muertas esas cosas). Cuando me di la vuelta, otro estaba atrás de mi hermana y acercó su horrible boca al cuello de ella. Se le encendieron los ojos de temor, y aunque había permanecido en silencio, gritó:
- Ennidd!!!
Revoleé el hacha sobre su cabeza, cortando perfectamente la del atacante. Agarré mi arma y la mano de la niña.
Pero ella me tiró de la manga.
Estábamos rodeados. No había salida.
- Bien, Caty esto no va a gustarte. Pero ya nada es agradable para que te guste así que...
Su expresión de miedo no cambió, no contestó nada.
Corrimos, porque era lo único que podía hacer. Le entregué la daga de mi madre a mi hermana, y aunque juré que nunca le entregaría un arma, ella pareció entenderlo. Guardé el hacha en mi cinturón y aferré la pistola. Eran demasiados.
En medio de esa oscuridad vi que mas allá no había árboles. Aceleré a mis cansadas piernas.
Caty tropezó y se calló. La levanté rápidamente pero un caminante la agarró por detrás y en menos de un segundo mordió su pequeño cuello dejando un rastro de sangre.
Me quede impactada. Le disparé furiosa a esa cosa enferma, asquerosa. Alcé a mi hermana y seguí corriendo. Lagrimas estúpidas caían por mi rostro,nublan dome la vista.
Mas allá encontré una cueva. Corrí y me oculté dentro. Los estúpidos no me siguieron.
Mi hermana yacía inmóvil, inconsciente. Empecé a llorar bajito, repitiendo su nombre una y otra vez. Pero ya estaba. La rompí. Rompí mi promesa de cuidar a mi pequeña hermana. La que me iluminaba todos los días, la que me hacía sonreír hasta en el mas oscuro día.
- Enid...Nidi-me susurró, agarrando mi mano.
Yo le acaricié el rostro, empapan dolo con mis lágrimas.
- Te quiero mucho. Solo sobrevive...- le costaba mucho hablar. Solté un sollozo. No, el mundo no me podía hacer esto.
Era una pesadilla, lo era.
Pero mis cortes me dolían profundamente y me sentía débil y sedienta.
- Eres fuerte, sobrevive. Se que lo vas a hacer...Nidi?
Me sequé las lágrimas. Me rompía el corazón que ella sepa lo que le esperaba.
- Mátame- soltó.
La miré sorprendida. Pero ella ya no estaba en este mundo, ni en ningún otro. Sus ojos permanecerían cerrados por siempre.
No. No por siempre. Porque se convertiría en un caminante.
Temblando agarré mi pistola, antes de que sea demasiado tarde. Miré su hermoso rostró por ultima vez.
Y Disparé.
Y ahí si, lloré desconsoladamente.

Carnid: El inicio de su historia ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora