Enid

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Tardé lo que supuse que habrán sido unos veinte minutos, en ir a ver a Patrick.

Las palabras de Maggie resonaban en mi mente desde que me las dijo. Una suave brisa agitó mis cabellos, despeinándolos y haciendo que algunos mechones caigan sobre mis ojos.
Con un bufido agité mi cabeza para despejarlos de mi rostro, aquella imagen no había resultado pacifica y relajante como esperaba. Al poder ver con claridad, un chico estaba viniendo hacia mi.

Me enojé conmigo misma, porque una parte de mi subconsciente quería que ese chico fuera Grimes.

¿Por qué esperas verlo cuando discutieron hace unas horas? Además…¿Desde cuando dependía tanto de él?
Simplemente patético, Enid.

-H-Hola E-Enid. Pasaba por aquí y no sabía que tú…

- Yo iba a dentro para charlar contigo, Patrick- lo interrumpí, tratando de sonar amable. Tal vez sonara egoísta de mi parte, pero a veces necesitaba estar con Patrick, para pasar el rato haciendo algo más que pensar. Ya que el resto estaba de excursión y con Carl…bueno…

- Oh, en ese caso podemos entrar y jugar con los rompecabezas. ¿Sabías que un cartógrafo…?
Suspiré, al menos Patrick no me hacía extrañar la escuela, en ese sentido.

…  ...  ...  ...  ...  ...  ...  ...  ...  ...  ...  ...  ...

-Gracias por lograr que escape de Patrick, jamás creí que te diría a ti algo como esto- dije y recibí como respuesta una sonrisa amable en la que alumbraban unos pequeños dientes de leche.

-Yo solo pasé por ahí, Enid- Mica soltó una leve risita.- Pero es cierto que Patrick a veces puede ser…un poco complicado de entender.

Fruncí levemente el ceño.

-No me resulta complicado entenderlo, me resulta molesto.

Mica me miró extrañada.

-Lo que quiero decir es que…Patrick es un buen chico y es bueno pasar tiempo con él, hasta que comienza a hablar sobre datos, curiosidades, textos aburridos y se vuelve molesto.

- Bueno, a ti todo parece molestarte un poco.

Me giré para apartar la vista de la pared que tenía enfrente y poder enfocarla en la niña rubia que estaba sentada a mi lado.
No sabía cómo es que había terminado en la celda de Mika, sentada en su litera con ella a mi lado, ambas conversando como si fuéramos amigas de siempre.
Bueno, sí sabía. Estaba conversando con Patrick luego de hacer los rompecabezas (propuse hacer una competencia de velocidad, pero ni aún así no lograba que dejara de decir datos informáticos) hasta que vi aparecer a Mika.
Y sospesé mis posibilidades. O podía seguir escuchando a Patrick y acalambrarme la cabeza asintiendo, o usar a Mika para escapar de aquella situación.

Normalmente no me considero una persona sentimental pero por alguna razón, no quería decirle a aquel chico que ya no me interesaba nada de lo que estaba diciendo. Sí, era un monstruo, como dijo Grimes, pero tampoco tanto. Aunque estaba por ignorar todo eso y decirle que no le estaba prestando atención, cuando vi que no dejaba de tartamudear y acomodarse cada segundo sus gruesos lentes.

Pero no lo hice, al ver aparecer a Mika. La pequeña niña, de unos seis o siete años, no me caía mal. Al menos podía sostenerle la mirada y mantener una conversación con ella, sin tener que calmar mis impulsos de propinarle un puñetazo en la cara, como me pasaba cada vez que su hermana me dirigía la palabra.
Tal vez, ese era el motivo por el que nunca me había acercado a hablarle. Ese y porque no sentía la necesidad de tener que hablarle, mientras menos personas con las que me encariñe, mejor.
Y nunca hubiera hablado con ella, si no fuera porque mi cuello ya comenzaba a dolerme y la vena al costado de mi sien comenzara a latirme. Por lo que me acerqué con la excusa de que teníamos que conversar. Y el plan hubiera salido perfecto si Mika no hubiera mostrado la misma sorpresa que Patrick.

Carnid: El inicio de su historia ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora