Enid

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Carl suspiró. Creo que ese era el sónido que más escuchaba últimamente, los suspiros de la gente. Los continúos suspiros de cansancio, resignación, de tomarse unos milisegundos antes de responder.

Lo volví a mirar, pero él no respondió a mi mirada.

Creo que seguía enojado.

Tampoco era para tanto, haber que tengo 12 o casi 13 años (no lo sé con exactitud, perdí la noción del tiempo), y en mi cabeza la idea de gustar de alguien no cruza exactamente.

Entiendo que él y Patrick, son amigos y que le moleste que "juegue" con los sentimientos de Patrick. Pero eso no es lo que estoy haciendo, creí que entendía lo aburrido que era estar en aquella cárcel atrapado. Y si, al estar aburrida busco cómo distraerme y no hay demasiado.

Asique solo me queda pensar, hablar con los integrantes del grupo, mirarlos salir, y estar con Patrick, porque como remarca Rick Grimes una y otra vez, "somos niños todavía y tenemos que hacer cosas de niños".

Que estupidez.

Yo quiero correr, ensartar mi cuchillo en las sucias cabezas de los caminantes, escapar y volver cuando me plazca. Ser libre.
Pero, claro está, nadie apoyaba mi visión del mundo. Sé que pensaban que era una inconciente de los peligros que hay afuera, pero la cobardía no me llevará a nada. Esconderse y estar atrapada en esa cárcel, no me llevará a enfrentarme por mi cuenta a esos peligros.

Y sí, era conciente de lo que podía encontrar afuera. Si tan solo supieran a qué clase de personas maté... ... ...

Los caminantes, con todo lo que sucede en el mundo ahora, no son nada comparado con los humanos. Los humanos, son los verdaderos monstruos, los que causan la mayor repugnancia y dolor.

- ¿Tienes idea de a dónde nos dirigimos?- me preguntó Carl, interrumpiendo mis constantes pensamientos. Relajé el ceño, que al parecer lo tenía fruncido y serio, antes de responder.

- No.

- ¡¿Qué?!- exclamó sobresaltado. Disfrutaba tanto esa actitud de seguir la reglas que tenía. Bueno, después de todo no puedes esperar menos de un hijo de un Sherriff.

- Lo que dije, no.- él se detuvo en seco. Con un revoleó de ojos, yo también detuve la caminata, unos pasos más adelante que él.

- Estas bromeando...

- No lo estoy- respondí seria. Me giré para que vea mi rostro y el niño del sombrero lo analizó. A diferencia mia, el pobre es malo analizando.

- Enid...¿Cómo volveremos?- la preocupación lo iba invadiendo, a pesar de su lucha en su interior para no desmostrarlo. Sé que teniamos la misma edad, pero me causaba tiernura. Y también sé que estaba siendo un poco mala por mentirle y hacerle esa broma. Pero disfrutaba de verlo nerviso por algo tan tonto.

- Supongo que por el mismo camino que seguimos.
¿Continuamos caminando?

- ¡¡¿Supones?!! ¡¿Y cómo continuaremos caminando si no sabés a dónde vamos?!-. Ah, creo que ya comenzaba a enojarse.

- Siempre digo supongo. Creí que me conocías Grimes- frunció el ceño (sí, estaba un poco enfadado), pero lo relajo por un segundo al escuchar eso.-No lo sé, continuaremos caminando por...donde estabamos. Al frente, no te compliques la corta vida que nos queda.

- No me parece gracioso...¿Es una de tus muchas bromas, verdad?- a pesar de su actitud, seguimos caminando y trotó esos pasos que nos distanciaban.

- No, niño, no. ¿Qué piensas que soy un mapa andante? Manejo cuchillos y hachas, no ubicaciones explícitas.

- Nos van a terminar matando...

- Tú accediste, yo no te obligué.

- Al salir tú sola, en cierta forma me obligas a acompañarte. Pero, es cierto que yo acepté por mi cuenta. Y ahora no encontraremos nada y al parecer, nos costará regresar...

- Al menos lo haremos...- caí en la cuenta de lo que había dicho- ¿Cómo que al salir yo sola, te obligo a acompañarme?

- ¿De enserio? No te das cuenta de algo tan obvio, que Patrick está perdidamente enamorado de ti, pero si te das cuenta de comentarios al azar...

- No me respondiste. Y vuelves con lo de Patrick. ¿Que acaso Tú te has enamorado de esta niña sobreviviente, niño?

- ¡¡No!!-respondió de golpe, alzando la voz.

- Oye, no era para que grites, atraeras caminantes tonto.

- ¿Para que haces ese tipo de preguntas?

- Para verte reaccionar. Tus reacciones son graciosas- miré al frente, una especie de humilde y viejo mercado se asomaba, entre los pocos árboles y altos pastizales que iban apareciendo.- Por cierto, sí era una broma. Sé a dónde ibamos. Pero no mentía con eso de que vamos a regresar por nuestros pasos, para volver a la cárcel.

- Si, lo sabía, tus bromas al volverse cotidianas, ya no son tan creíbles.- me respondió en ese tono sobrador, que a veces usaba conmigo para hacer que aparezca en mi rostro algún tipo de reacción. Para su desgracia esto era dificil despertar en mi y soy buena ocultando mis sentimientos.

- No me ofendo con tu comentario, porque ni tú mismo te lo crees.
- ¡Hey!

- Basta de charla, a correr.- dije agotada de seguir caminando.

Él me miró extrañado. Me sorprende que a pesar de ser la persona con la que más convivía, no sabía casi nada de mi.
Y heché a correr sin esperar una respuesta de su parte.

... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...

Me detuve en seco. Carl, más atrás, siguió corriendo para alcanzarme.

Lo frené con una mano en su pecho.

Sentí por un momento sus latidos, sus agitados latidos. Creo que esto fue imaginación mia, pero parecía que habían acelerado más cuando puse mi mano sobre su pecho.

- ¿Qué?- me preguntó él, confundido. No nos estabamos mirando, ambos mirabamos los altos pastizales.

- ¿Vas a decirme que no los escuchas?

- Oh, si, los escucho muy bien- dijo con odio en su voz. Creo que todos dejabamos un rastro de odio en nuestras voces, cuando escuchabamos aquel horrible, distorcionado y desgraciado sonido.- Me refiero, a...ya sabes, puedes soltarme. Ya me detuve.

Me di cuenta que seguía sintiendo sus latidos. Aparté la mano con cuidado, mirando los pastizales y agarrando el hacha que colgaba de mi cinturón.

La calidez que sentía aquella mano al estar en el pecho de Carl, se fue en un instante.

El niño del sombrero, agarró su arma.

- Dejame, despejar un poco el lugar. Lo mio es cuchillas, lo tuyo es balas. Tratemos de no desperdiciar tantas.

- Ni hablar. Y no es un desperdicio, es dejar al mundo con menos walkers. No los matarás sola Enid.-dijo serio y seguro. Lo miré seria.

- ¿Por qué no dejas que las personas se encarguen? ¿Siempre pretendes salir a hacerte el heroe?

- No es hacerme el heroe, es preocuparme por los demás, por ti. Ahora cuidado por dónde pisas. Los pastizales son largos y algunos están recostados, lo que significa que pueden morderte el tobillo o el pie.- él le quitó el seguro y disparó a un caminante,a lo lejos, dandole en la cabeza. Habiamos sido precavidos y llevamos un silenciador para que el ruido del disparo no resuene.

Al escuchar lo que había dicho y verlo así de seguro, sentí una muy leve tibiez en mi rostro.

Muy leve.

Mierda, Grimes. Ahora al parecer, me voy a contagiar lentamente, y poco a poco de ti.

Carnid: El inicio de su historia ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora