Enid

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Mi primer impulso fue querer disculparme por lo que dijo sobre su madre y el chico. Pero el impacto de sus palabras tuvo más peso en mi. La tonalidad, el sonido de su voz al pronunciar la palabra: “Monstruo".

Monstruo.

Para Carl Grimes, la persona en la que sentía que más podía confiar de este grupo, de ahora que estoy sola, soy un monstruo.

Había mirado sus impotentes ojos celestes mar, el brillo, la tranquilidad e incertidumbre que mostraban siempre se había desvanecido. Ahora solo brillaban de furia, de enojo, molestia y rechazo. Y me dije a mi misma que al menos ese día, no iba a poder mirarlo de vuelta a los ojos sin recordar ese brillo y todos esos sentimientos.

Monstruo.

Sé que no soy una persona ejemplar, no soy amable, ni buena, ni simpática y la lista podía seguir. Pero jamás había pensado en mi como un monstruo.  Aunque si como en una asesina, que es lo mismo, ahora que me ponía a pensar.

Siento que cuando uno se critica a si mismo no suena de la misma manera que si lo hiciera otra persona que no fueras tú, y más diferente es todavía cuando esa persona es cercana a ti o tu amigo.

Meneé la cabeza para espantar las reflexiones aburridas que habían surgido en mi mente.

Caminé los últimos pasos que me distanciaban del largo tronco que todos usábamos de asiento y me senté pensativa.

Era irónico, hace un rato el vaquero y yo estábamos en ese mismo tronco escondidos esperando la llegada de Patrick.

No tenía ningún sentido enojarme con él. Fue sincero, eso hay que reconocerlo. Me gritó lo que pensaba de mi, y aunque no haya sido lindo, por lo menos lo dijo. Pero por alguna razón, sentía un extraño pinchazo de tristeza y molestia.

“Vamos, Enid. Has pasado por miles de situaciones ¿Y te vas a poner así por un simple comentario? Tú no eres esto. Eres un monstruo sí  pero un  monstruo fuerte y a la vez una niña”.

Sentí que una persona se acercaba detrás de mí y por los pasos, pude darme cuenta de que no era el niño, por lo tanto no me incorporé del lugar en dónde estaba.

-Enid- me saludó Maggie con una sonrisa y se sentó a mi lado.
Yo sonreí de lado como respuesta y volví a mirar al frente, sin un punto fijo en particular.

-¿Gleen se fue?- pregunté, tratando de iniciar una conversación.

- Si, bueno ya sabea como es. Nunca quiere ir, pero igual va.- sonrió divertida.

Asentí, no sabía más qué decir. No me destaco por ser una persona habladora.

-No estás con Patrick o con Carl…- señaló ella.

- No estoy todo el tiempo con Patrick o con…Carl- respondí.

- Es cierto. A veces solo te sientas a observar y a pensar.

Volví a asentir.

Maggie suspiró al ver que sus intentos de iniciar una conversación eran escasos y no estaban llevando a nada.

-¿Carl está cuidando a Judith?- me preguntó y me encogí de hombros.

- Cómo saberlo, creo que igualmente la estaba cuidando tu hermana, Beth-contesté, recordando que antes de todo, le alcanzamos a Beth la pequeña hermana del vaquero, con el pretexto de que íbamos a jugar afuera.

- ¿Lo has visto hoy? Es raro que no sepan del otro. Me alegro que se hayan unido- comentó e hizo una sonrisa de lado.

Suspiré. No tenía ganas de comentar la típica: “No tengo ganas de hablar de Carl” y tampoco decir cosas del tipo: “Estoy molesta con el niño”, “Tuvimos cierta discusión con el niño”, “El niño me dijo algo un poco sincero y molesto, a la vez”, “El niño me ha gritado algo, de lo que no quiero hablar, gracias”. Y más contestaciones por el estilo que se aplican a mi especifica situación con el respectivo apodo de: “niño”.

-Si, lo he visto hoy a la mañana. Salimos un rato aquí, al patio- dije. No tenía sentido que le mintiera, puesto que algo similar le habíamos dicho a su hermana.

- Ah. Yo hoy he estado ayudando un poco a Carol con las cosas. Ya sabes, no puede hacer todo por su cuenta. Asique me ofrecí a lavar algunas prendas y que ella descanse.

Sonreí divertida.

-Claro, que descanse…- Maggie me miró extrañada- ¿Beth es tu hermana menor, no?- pregunté cambiando de tema, pero ella no pareció sobresaltarse o reaccionar ante aquello.

- Si, lo es. Y Hershel es nuestro padre- sonrió cálidamente, parece que ha diferencia mía no le molestaba hablar sobre su familia.

- ¿Su madre murió?- pregunté y luego me percaté de lo preguntado- Lo siento, no quise entrometerme…

- Si, nuestra madre murió pero mucho antes del apocalipsis.- miró al frente, como si imágenes de recuerdos pasaran por su mente.- Se llamaba Josephine. Papá dice que me parezco a ella- sonrió nostálgica- Los que si murieron en el apocalipsis, quiero decir se convirtieron, fueron mi madrastra y mi hermanastro.

Quise decir un: “Lo siento” o algo parecido, pero ella siguió contándome, con aquel dejo de nostalgia en su voz.

-Mi padre luego de la muerte de mi madre, quedó muy dolido. Pero luego de unos años, se volvió a casar con Annette, mi madrastra, que tenía un hijo llamado Shawn. Era un buen chico, pero un poco fastidioso, la mayoría de veces. Siempre quería entrometerse en las discusiones mías y de Beth. Annette y yo no nos llevábamos muy bien, no me caía del todo, pero a Beth sí. Me puse triste cuando la vi convertida en caminante, pero a Beth le afectó un poco más. Siempre este tipo de cosas le afectan más a ella que a mi, supongo porque es menor y tenemos personalidades distintas.- suspiró- Siento contarte todo esto. Es que de vez en cuando me hace bien hacerlo- se volvió a mirarme y sonrió- Quiero cuidar a mi padre y a mi hermana, pero a veces me preocupa no poder hacerlo siempre o no tener la fuerza suficiente para hacerlo.

Y de pronto Maggie ya no me parecía una persona de más edad que yo, de la cual no me tenía que encariñar. Era una chica que comprendía.

-Te entiendo. Sentí lo mismo también, alguna vez…- comenté.

- ¿Tenías una hermana?- me preguntó curiosa.

- Si, también era menor, se llamaba Caty. También un padre y una madre…- dejé el comentario en el aire, indicando con mi voz que eso era todo lo que diría. Maggie pareció darse cuenta de ello.

- ¿Sabes? Sé que no te gusta hablar de ti misma y todo tu…pasado. No te vendré con el discurso de: “Te hará sentir mejor hacerlo”, pero si alguna vez quieres hablar…bueno, yo estoy aquí.- me sonrió cálidamente.

- Si, lo sé.- y agregué- Gracias.

- No es nada, Enid. Voy a ver a Beth ¿Vienes?- negué con la cabeza.

- Creo que voy a ver a Patrick.

Me sonrió, nuevamente.

-Ese chico habla bastante- comentó.

- Lo sé, por eso mismo. Hoy creo que no tengo ganas de hablar.

Ella asintió me saludó con la mano y se dio la vuelta para irse.

-Maggie…

-¿Qué?- preguntó volviéndose.

- Estoy cansada.- confesé sin saber si lo iba o no a entender. Maggie me sostuvo la mirada por unos segundos.

- Todos lo estamos. Somos seres humanos y nos adaptamos, aunque cuesta. Y el proceso de adaptación lleva esforzarse, sacrificar, pensar y cansarse. Es así.- me miró y agregó- Me lo dijo mi padre, cuando había comenzado todo esto. Solo…no hagas algo de lo que podrías, luego, arrepentirte.

La miré irse con un último saludo.

Y la palabra que había pensado tanto en ese día se desvaneció de repente.

“No hagas algo de lo que podrías, luego, arrepentirte”.





















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Carnid: El inicio de su historia ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora