Enid

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Genial. Ahora estaba con un grupo, el mismo grupo al que me quería unir cuando todo esto comenzó. Pero pasaron creo que dos años, y dios que me han pasado cosas.  Y no parezco ser la única, porque al parecer estas personas también pasaron por malas situaciones. A diferencia, una gran diferencia, de que están juntos. Son un grupo y yo estoy sola. 

Tirada en esta cama, que me sorprende, es cómoda para ser de la cárcel, pensaba. Me sorprende que siga viva, que haya sobrevivido, con los caminantes haya afuera. Pensar que con mi padre, apenas sabía manejar armas, y después tuve que entrenar por mi cuenta.

No me volví loca, como he visto que les han pasado a muchas personas, y vaya que me he cruzado con estas.  Sino que sobreviví. Las muertes me cambiaron, y puedo valerme por mi misma. Pero estaba cansada, exhausta, después de todo tenía que aceptar que por más luchadora que sea, era chica, recién era adolescente. Supongo que tengo unos 13 años. Y si me encuentro con alguien que de enserio sabe pelear, será difícil salir de allí viva.

Creo que por esos puntos, accedí a unirme a este grupo. Por eso y porque algo dentro de mi, no sé muy bien como explicarlo, pero algo me decía que eran buenas personas. Tal vez tengan sus defectos, no los conozco bien, pero parecen buenas personas.

Creí que ya no había de esas. Que el mundo se infectó junto con los caminantes, y que las personas cambiaron su parecer. Pero no...

Después esta el tema de la bebé...un bebé. En medio de todo esto. Eso me hizo sentir peor, porque pueden tener un bebé entre ellos, pero yo no puedo tener a mi hermanita a mi lado. 

Todo hubiera sido un poco diferente, tal vez, si ella seguiría viva. Si mis padres seguirían vivos, por más que odie a mi padre, es eso...mi padre. Y antes de todo esto, no parecía mala persona. Si estuvieran vivos, tal vez seguiríamos allá, en esa colina, con la tienda y los recursos. Tal vez, hubiéramos tenido que mudarnos, pero estaríamos juntos. O tal vez el destino, me quiere ver sola, y los hubiera matado de una forma u otra. 

"Enid, por qué piensas en cosas que no pasaron?" pensé para mis adentros. Eso era tonto, no se debe pensar en "que hubiera pasado si...", porque lo malo pasó y no se puede remendar. La situación es de esta manera. Fría y solitaria.

Unas lágrimas se escaparon de mis ojos y rodaron por mis mejillas, sin mi consentimiento. Mierda, odio llorar. Ya lloré lo suficiente cuando quedé sola, ya no tiene sentido llorar a esta altura. 

Me incorporé en la cama. Me limpié las lágrimas, con las palmas de mis manos. Decidí buscar un pañuelo descartable para limpiarme y sonarme la nariz. Que estúpida llorar, por ponerme a reflexionar de noche.  

Revolví en mi mochila y escuché un ruido. Me dí la vuelta alerta y con mi cuchillo en la mano. 

- Oye, soy Carl, tranquila-suspiré. Solo era el niño que llevaba un sombrero. Al parecer lo había despertado.

- Eras tú- volví a suspirar- Duérmete.

- Wow, desde cuando me das ordenes?

- Okey, solo...haz silencio. 

- Que haces despierta?- me preguntó, su voz dejo un claro grado de  desconfianza. Y eso que no había visto que lo había apuntado con el cuchillo, pensando que era algún caminante. Ya no estamos a salvo en ningún lado, por eso tenía el cuchillo de mi madre encima. Estaba oscuro, solo escuchábamos nuestras voces y veía una sombra desde su cama, mostrando su silueta.

- Sólo...no podía dormir.- dije, creo que se notó que estaba mintiendo.

Escuché como se incorporaba, "no por favor" pensé. Me limpié las lágrimas, que habían humedecido mis mejillas. Si prendía la luz iba a tener que dar explicaciones a todo el grupo que alarmados iban a ir a ver que sucedía. 

Recordé el cuchillo que tenía en la mano y decidí guardarlo en mi pantalón.

Pero él me agarró de la muñeca, impidiendome guardarlo. Siguió el tacto, hasta donde mi mano aferraba el cuchillo. Quería zafarme pero tenía miedo que al hacerlo, lo corte sin querer. Cosa que no suena mal, pero que me iba a traer más problemas. No es que el chico me caiga mal, bueno maso menos,  no lo conocía y me molestan que me agarren desconocidos. Un escalofrío me recorrió por la espalda, cuando el niño del sombrero deslizó su mano desde mi muñeca hasta la mía.

- Un cuchillo?- preguntó desconfiado, no lo culpo, de yo toparme con esa situación, también la malinterpretaría.- Acaso piensas matarme?

- No-respondí seria.

- También tengo un arma, no te convendría hacer eso, recuerda que al lado están otros durmiendo.

- No quería matar a nadie- insistí.

- Entonces?- seguía desconfiando.

Suspiré, lección para tu futura vida Enid, nunca te pongas a reflexionar de noche, porque pasan estas cosas. 

- Mira, no me podía dormir, así que me levanté y tú hiciste ruido al despertarte. Solo agarré el cuchillo para defenderme, creí que eras un caminante.

- Aquí no pueden entrar caminantes.

- Eso no lo sabes. 

Sentí como si él se encogiera de hombros, creo que lo hizo, estaba demasiado oscuro para ver algo más que las siluetas de nuestros cuerpos.

Se dio media vuelta y buscó algo en los cajones que habían en un costado de la habitación. Prendió una linterna, y bajo la potencia de la luz. Dejando ver una leve luz entre nosotros.

-  Si no puedo verte es difícil saber si dices la verdad. No confío en alguien que haya matado a 16 personas, no me importa que seas una niña. - dijo y vi que estaba serio. Sus ojos celestes brillaban con potencia, eran lindos. "Enid este no es el momento de pensar en estúpideces". 

- Mejor, me alegra que me tomes en serio. Pero repito, no quiero ni quise matar a nadie- remarqué con dureza.

Él se acercó frente a mi y puso la luz, debajo de nuestros rostros para no cegarnos.

Y me miró, su rostro serio cambio un poco y sus ojos ya no brillaban con esa potencia vengativa.

- Estabas llorando?- "Mierda".

- No, que te hace pensar eso niño?

- Uno, tenemos la misma edad, perdí la cuenta de las veces que te lo dije. Dos, tienes los ojos tristes y rojos, tu rostro se ve serio y triste a la vez. No podías dormir, porque estabas llorando.

- No es cierto.

Él se encogió de hombros.

- Yo también lloro a veces de noche, es normal con todo lo que nos pasa Enid.

Me quedé mirándolo fijo, pero no respondí nada. Apenas lo conocía, no íbamos a compartir un momento de compasión y sinceridad.

Él desvió la mirada incomodo hasta su linterna.

- Es mi favorita. Puedes cambiar las potencias de la luz, fuerte, normal y leve. Es genial- dijo, con intención de iniciar una conversación. 

Yo sonreí divertida. Y subí a mi cama a recostarme.

- Hasta mañana Enid- dijo apagando la luz- Aunque creo que ya es otro día- suspiró y se recostó.

Y sonreí levemente.

Les dejó el capitulo, espero que les guste 😁. Comenten y voten 😉.

PD: Voy a subir capitulos todos los viernes. 😉





Carnid: El inicio de su historia ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora