Enid

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Cuando abrí los ojos, me topé con total oscuridad. Me asaltó la desesperación.

¿Era de noche? ¿Seguía durmiendo en el pasto?

Efectivamente, seguía cómodamente sobre el césped.

Con mi campera sobre mi cabeza. Al parecer, en un momento para que el sol no me moleste me la puse sobre mi rostro.

De mala gana me la quité y el panorama ante mis ojos me hizo volver al principio.

-Mierda-susurré. Era de noche.

De Noche, el cielo oscuro, con unas leves nubes decorándolo, la luna y las estrellitas iluminando.

-Mierda- volví a susurrar.

Me giré a mi lado para saber sobre el paradero o estado del Vaquero.

Para mi sorpresa, dormía plácidamente, con los brazos cruzados apoyado en el tronco del árbol y el rostro completamente cubierto por su sombrero.
Y seguramente hubiera seguido durmiendo sin inmutarse de nada, si yo no lo hubiera empezado a sacudir.

-Hey, Niño.- sí que tenía sueño pesado, lo zamarreé con más fuerza- Carl, mierda, despiértate de una puta vez.

- Mmmhh, no insultes- susurró mientras se quitaba el sombrero.

-Oh, tengo razones para insultar.
Ni bien terminé de decir eso me topé con sus ojos celestes mar que brillaban de estupefacción.

-¿¡Qué rayos…

-Nos quedamos dormidos, no hay mucho más qué decir- solté. Me incorporé y me puse la campera. Ya estaba empezando a refrescar un poco.

Carl se puso su sombrero pero lo noté bastante nervioso.

-¡Mi papá! ¡Todos se van a preocupar por nosotros! ¡Hay que hacer algo!- se aferró a su bolso- ¡Sé que no debíamos desviarnos pero…

-Carl- lo corté, revoleando los ojos- No hay mucho qué hacer. Ya estamos aquí o volvemos, o nos quedamos a escuchar tus histeriqueos.

Él frunció el ceño.

-No histeriqueo. Pero esto es grave.

-Todo a ti te parece grave- respondí de mala gana y él soltó un suspiro desganado.

-Enid…

Me giré a verlo, ambos ya estábamos listos para volver a la cárcel.

-No puedo decir si tu padre se preocupará o no por nosotros. Pero si nos dejó salir es que confía en nuestras habilidades, y no hemos lanzado ninguna bengala. Además, él lo dijo en toda su charla mañanera de preparación. Él y el resto se irá lejos, por lo que no debe saber de nuestra ausencia, ya que se quedarán a dormir en algún lugar probablemente. Y algunos quedarán para cuidar la cárcel. Nadie nos vendrá a buscar, asique no te preocupes por ello. Ahora, a volver.

-No volveremos de noche.

-¿Ah?- exclamé confundida, se mostraba decidido con lo dicho. Al fin…

-No podemos caminar en la noche con caminantes allá afuera. También mi papá me dijo que nos cuidáramos, no lo estaríamos haciendo si salimos para allá en plena noche. Llamaremos mucho la atención en este silencio, y por más que te guste explotar cosas no podemos seguir desperdiciando desodorantes.

Sonreí levemente ante aquello.

-¿Y qué, nos quedamos en plena noche al aire libre? La verdad que dormir con el sonido de caminantes de fondo suena muy relajante…

-Estamos lejos de la cárcel.

- Dime algo que no sepa-bromeé.

-…Pero cerca de la casa dónde te encontramos.

Carnid: El inicio de su historia ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora