Carl

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Me levanté con la caída de una almohada sobre mi cabeza.
Por un instante me sorprendí por el inesperado impacto en mi rostro. Luego fruncí el ceño y me quité la almohada que solo dejaba ver oscuridad.

Vi a Enid, cabeza abajo desde su cama mirándome. Me sobresalté y ella sonrió divertida.

- Por fin despiertas Vaquero Durmiente- bromeó y volvió la cabeza a su cama, para luego salir de ésta de un salto.

- ¿Vaquero Durmiente?- pregunté todavía un poco dormido.

- Si te digo bello, no dejarás de bromear seguramente. Ahora, vamos. ¡Arriba Grimes! ¡Es el comienzo de otro nuevo y horroroso día! ¡Queda un día menos para nuestra muerte!- exclamó alegre mientras me sacudía.
Me zafé de su agarre y me incorporé lentamente restregándome los ojos.

- Por Dios, nunca despiertes a Judith así- dije al escuchar lo que había dicho- Mejor dicho, nunca despiertes así a nadie. Tú espíritu mañanero es...da miedo.

Ella se sentó a mi lado y se acomodó el cuchillo entre las zapatillas. Siempre que lo hacían, yo la miraba entre concentrado y sorprendido.
No entendía cómo era que todavía su pie no estaba decorado con cortes.

- A todo esto...¿Por qué te has levantado antes que yo?- pregunté recordando que yo era el que me despertaba antes. Enid disfrutaba de seguir durmiendo por más tiempo- ¿A que se debe esta repentina alegría?- ella frunció la nariz, seguramente levemente molesta porque yo había preguntado algo tan tonto para ella.

- Holaa- canturreó ella- ¿Que acaso no te acuerdas que hoy entrenamos?- ah, era eso.

- Cierto.

- Bueno, andando. Lo necesito. Y Patrick ya está levantado asique nos va a estar conversando muy animadamente, de seguro- se incorporó de un salto de mi cama, lo que hizo que me sobresalté un poco.

- Enid, tú necesitas todo lo que esté relacionado con la palabra: Peligro- comenté y antes de irse me lanzó una mirada pensativa.

- Patrick me había dicho algo parecido- con eso último salió, dejándome solo, sentado en mi cama.

Me mordí el labio inferior nervioso.
Enid.
¿Me gustaba Enid?

Había querido negarlo por tanto tiempo sin intención, desde que nos habíamos hablado por primera vez, que ahora me parecía raro saber con exactitud que era lo que sí o lo que no sentía.

Me golpeé la cabeza contra la pared, soltando un respiro. No había sido un golpe fuerte, solo uno suave con el fin de que se me despeje la mente.

- Wow ¿Por qué te golpeas la cabeza?- preguntó sorprendido Gleen, entrando a mi celda con cuidado.
Lo miré desde donde estaba sentado y decidí girarme para sentarme de frente y poder conversar mejor con él.

Me percaté de que seguramente, tenía el cabello despeinado y algunos mechones disparejos. Me lo acomodé rápidamente de mala gana con mis manos.

- ¿Por qué no hacerlo?- suspiré en voz baja, pero me escuchó.

- Eso es algo que respondería Enid. Creí que hablaba con Carl Grimes- bromeó con una amable sonrisa Gleen, lucía cansado.

- Creo que no me siento bien- dije y volví a restregarme los ojos. Gleen me miró, abriendo los ojos lo más que podía. Sonreí divertido por aquello.

- ¿Te duele algo? ¿La cabeza, la panza, articulaciones? Puedo llamar a Hershel- ofreció.

- No, no...- en ese momento me di cuenta que me había arrepentido de haber dicho eso. Supongo, que lo dije, porque necesitaba hablarlo con alguien y Patrick...no era el más conveniente- No es nada físico, no te preocupes.

Carnid: El inicio de su historia ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora