Enid

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Inspiré y exhalé antes de entrar.

De reojo pude ver que el niño del sombrero volvía la mirada de la puerta transparente hacia mi rostro. No le devolví la mirada, y abrí.

Me topé con un olor a viejo y humedad, apenas había dado un paso dentro de la tienda. Fruncí la nariz, pero por lo menos el olor de ese lugar era soportable. Hay peores, mucho peores.

Carl hizo una mueca pero tampoco soltó palabra alguna.
Nos adentramos lentamente más y más al interior de la tienda.
Al parecer, el mercado en algún momento había tenido encanto y resultaba acogedor a la vista. Pero ahora los focos de las luces estaban rotos junto con unos apoyadores, de los que solo se encontraban la mitad, realzando a la vista unos muy agradables bordes de vidrios rotos.
También habían vidrios rotos en el suelo.

El mercado estaba sombrío, sin luz alguna, pero podíamos ver debido a la luz natural que entraba de afuera.

Decidí no continuar analizando el lugar, después de todo para eso no habíamos ido.

Carl no se detuvo en los  productos que descansaban en estantes y muebles, sino que estaba recorriendo el lugar por si nos encontrábamos con la muy encantadora presencia de caminantes.

- Creo que aquí no nos encontraremos con nuestros amigos- dije.

Él alzó la mirada hacia mi y levantó una ceja.

- ¿Amigos? Nunca dejas de ser sarcástica, Enid.

Me encogí de hombros.

- Ya te lo dije...

- Si si, forma parte de tu ser y no lo negaré- me interrumpió y agrego extrañado- ¿Crees que ahí dentro estarán?

El niño señalaba una puerta que se encontraba al fondo del mercado.
Volví a encogerme de hombros indiferente y vi en su rostro sus pensamientos.

- Carl, el mundo se fue a la mierda. No me voy a ir preocupando por cada cosa que sucede a esta altura.

- ¡¿C-Como sabes qué...?!- exclamó sorprendido.

- Porque soy una telepata. Leo los pensamientos de otros.- me lanzó la expresión que siempre me lanza cuando estoy siendo sarcástica durante la mayoría del día- Perdón, es inevitable. Eres fácil de leer, niño. No ocultas mucho lo que sientes o piensas. Ya sabes, como la frase esa de que eres un libro abierto. Eso reafirma más mi razón al darte este apodo. Los niños son fáciles de leer.

- Ya- dijo revoleando los ojos para finalizar el tema, porque sabía a qué venía después.

Avancé hasta dónde estaba. Sin soltar ninguna exhalación, tomé la manija de la puerta para abrirla.

- Nada, no se abre-dije forcejeando la manija, me agaché para mirar por el ojo de la cerradura pero me recibió una profunda oscuridad. O la habían tapado, o dentro de lo que sea que sea eso, estaba bastante oscuro.- En fin, mejor. Al estar cerrada, una preocupación menos.

- ¿Por qué estaría cerrada?- preguntó Carl pensativo.

- No tengo idea y tampoco me importa. No hemos venido a investigar, sino a saquear este "maravilloso" mercado. Asique busca alguna bolsa o algo que pueda servir para llevar las cosas. Igualmente, traigo mi mochila pero...- me giré al ver que el niño del sombrero no seguía mis pasos hacia los estantes.- Bueno, no quise decir saquear. Ya sabes, no es de nadie a esta altura...

- No es eso. ¿Por qué no hay caminantes?

- ¿Te vas a poner en plan detective?

- Enid.

Carnid: El inicio de su historia ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora