Carl

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Miré a Enid, que se encontraba con los ojos cerrados. Se veía tan pacifica de aquella manera. No parecía para nada la Enid que fruncía el ceño o se mantenía seria y pensante, la mayoría de veces.

Quería que despertara. Sé que ella estaba bien, que estaba viva y seguiría estándolo, como yo cuando me dieron aquella bala de niño. Pero sentía que no iba a terminar 100% seguro hasta que la viera abrir los ojos y escucharla llamarme niño o vaquero.

-¿Cuánto tiempo llevas aquí?

Sabía de quién se trataba pero aún así, me di la vuelta para verlo.

-Creo que desde ayer.

Él frunció el ceño.

-“Creo” no suena muy convincente- me respondió Daryl.

-¿Por qué crees que no despierta?-pregunté, ignorando aquello y volviéndome hacia Enid.

Él soltó un suspiro. De esos que te suelta la gente mayor, para darse unos milisegundos antes de responder algo complicado.

-Porque la sedaron y su cuerpo físicamente, se encuentra muy agotado. Le dio una bala, niño. Y contaba con alguna que otra lastimadura, de menor grado, pero que igual cuenta. Tú no despertaste al segundo, luego de la operación, chico-me giré y lo vi encogerse de hombros-Yo solo repito lo que dijo el viejo.

-Hershel-corregí.

-Cómo sea, ahora yo la vigilo. Deberías hablar con tu padre, últimamente parecen demasiados distanciados. Ya sabes…contarle qué pasó y todo eso…

-Si…

Pero volví a mirar su rostro pacifico.

-Carl, yo me quedo aquí. Si se despierta, prometo que me aseguraré en que seas el primero en enterarte.

Asentí con la cabeza. Es cierto que estaba evitando a mi papá y también que estaba en aquella vacía habitación triste, desde ayer. Había dormido poco, con la esperanza de ver sus verdes ojos.

-Y creo que necesitas una buena siesta. De esas reparadoras que alivian más que un buen trago de whisky- me comentó burlón.

-No tomo Whisky-retruqué.

-En ese caso, también me aseguraré de guardarte una botella para cuando crezcas. La pequeña luchadora dijo que lo probó una vez y le supo a medicamento vencido, además de que le quedó el sabor en la garganta por tres días. Es peculiar, eh?

-Lo es-asentí y no sé por qué confesé-Me gusta.

Daryl soltó una leve carcajada.

-Lo sé, chico. Desde aquella vez que vinieron a cazar conmigo que sentía esa tensión con florecitas de fondo entre ustedes. Se te nota demasiado.

Alcé una ceja.

-Aja, adiós Daryl- él soltó otra carcajada y me saludó con la mano-¿Crees que ella…

-Son cosas de ella. Ni yo las sé, todavía, Carl.

Y con un último asentimiento, me fui de allí.

…   ...  ...  ...   ...  ...  ...  ...   ...  ...  ...  ... 

Vi a mi padre afuera, mientras entre sus manos sostenía una pequeña pelota roja desgastada. Levantó su mirada sintiéndose observado. En ese momento recordé toda mi desesperación con lo de Enid pero que él nunca me había cuestionado. No quiero imaginar todo lo que habrá pensado o sentido, y más al ver que estábamos en cualquier lugar, menos en el que esperaba que estemos. 

Tendría que seguramente soportar un reto, una llamada de atención y una charla que me merecía.

Sin embargo, me acordé de algo que dejé inconcluso en mi mente por todo lo sucedido.

Carnid: El inicio de su historia ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora