Carl

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Había caído sobre Enid. Las mejillas me quemaban, rojas en el rostro. Era en vano esperar que ella no lo notara. Pero siempre se lo había tomado como algo divertido.

Pude ver su rostro de cerca. Sus finas cejas, sus curvadas pestañas, el puente de su nariz, la forma de sus rosados labios, las mejillas pálidas como el resto de su piel, aunque noté como suavemente se coloreaban un poco de rosa. Sus ojos. Sus verdes y brillantes ojos, al verlos tan de cerca, pude ver que hoy eran de un color grisáceo y verde claro.

- Al menos sabemos que el techo es fuerte- comentó Enid con una sonrisa.

Sentía que el corazón me palpitaba fuertemente en el pecho, como si en cualquier momento se me saldría de él.
Luego de decir esto, ella me miró fijamente a los ojos una última vez y presionó sus manos paralelamente en mi pecho para empujarme y así poder incorporarse.

Reaccioné y me volví a su lado, sentándome.

Ella se paró y luego de sacudirse un poco la ropa se agachó y en cuclillas me hizo señas para que la siguiera.

- Bien, creo que a lo sumo desperdiciamos un minuto con tu caída- vi que frunció la nariz, un poco molesta. Me hubiera sentido herido, pero después de todo lamentablemente no me había enamorado de una chica muy amable.

- Uno no decide cuando caerse. Tú lo dijiste.- comenté.

- Cierto- aceptó- Salvo si uno decide caerse a propósito.- siguió avanzando en cuclillas, como si fuera una especie de mono. Yo la seguí pero arrodillado, moviendo mis piernas. Se detuvo frente a una especie de cuadrado regular- Perfecto, sabía que algo bueno tenía que sacar de haberlos visto cuando lo construían.

Sujetó entre sus dedos el cuadrado y tironeó hacia arriba. Al parecer era una especie de puerta pequeña o una tapa.

Con mucha lentitud, la movió para abrirla sin hacer el menor ruido.

- Bien, la dejaré un poco corrida. Creo que un cuadrado de luz, destacaría un poco ahí dentro. Pero nos servirá para escuchar y poder ver un poco- me susurró.

- ¿Qué es lo que hay que ver?- pregunté, cada vez entendía menos todo esto. Ni siquiera tenía idea de por qué estábamos arriba del techo de un quincho como una especie de espías baratos.

- Shh, ya lo verás. Procura no hablar y cuando lo hagas, hazlo en voz baja. Por cierto, parece que te quemaste la cara.- apuntó a su rostro, haciendo referencia al mío.

- ¡No me quemé la cara!- exclamé pero ella me ignoró, seria se recostó y acercó sus ojos hacia el pequeño espacio que había abierto.

Yo la imité, pero en frente de ella, quedando nuestras cabezas una frente a otra.

Vi que a cierta distancia de la que estaba nuestra vista, se agruparon unos niños. Entre ellos estaban Mika, Patrick y Lizzie. Noté que Enid fruncía el ceño.

Quería alzar la cabeza y mirarla interrogativo, pero ella miraba todo aquello muy concentrada.

Me dispuse a hacer lo mismo, aunque no me sentía muy cómodo con la idea de espiar a la gente. Solo esperaba que esto no haya sido una pérdida de tiempo.

Todos los niños se sentaron en el suelo y al lado de Lizzie y Mika, se sentó Carol.

"¿Carol?" Pensé en mi mente. ¿Qué hacía Carol en una reunión de niños?

Por un momento me sentí mal por Patrick, ahora que recordaba que Carol hizo un "Club de Contar Cuentos", creí que luego de un tiempo aquel club para niños había quedado olvidado. Al parecer, no. Y si Patrick asistía allí, seguramente estaba bastante aburrido.

Carnid: El inicio de su historia ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora