METRÓPOLIS

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Durante un tenso Consejo, Lena expuso la situación con la invasión daxamita que se avecinaba, dando a los consejeros instrucciones para mantener el orden en la ciudad desde sus respectivo cargos. Pero, no habló de nada de estrategia militar, eso lo reservó para una nueva reunión privada en sus aposentos con Sam, Alex y J'onn, donde también estaban invitadas Imra y Sara. Después de descubrir que su Gran Maestre era un traidor al servicio de Rhea y que el Consejero de Edictos había intentado hacerse con el poder en su ausencia, Lena solo se fiaba de esas personas y de Kara, quién por desgracia, aún continuaba en paradero desconocido.

Esto la deprimía y Sam no pudo evitar notar su estado de ánimo mientras se dirigían hacia los aposentos de la reina después de haber finalizado el Consejo.

– ¿Estás bien? –le preguntó preocupada.

– No lo estoy, Sam –respondió Lena con sus verdes ojos húmedos –. Aún sigo sin saber nada de Kara. No he vuelto a saber de ella desde que dejé que Andrea me sacara de esa cueva.

Esta vez, fue Sam quién se mostró preocupada.

– No es por preocuparte, pero ¿Confías en Andrea para traerla de vuelta? Ella aún está enamorada de ti y puede que vea a Kara como una rival a la que quitarse de en medio.

Lena se apresuró a negar con la cabeza.

– No creo que Andrea sea capaz de hacer algo así. Además, le advertí que no volviera jamás a Metrópolis si no logra encontrar a Kara y traerla de vuelta. 

Sam asintió a modo de comprensión.

– No te preocupes, aunque Andrea no la encuentre, Kara sabrá arreglárselas para salir de esa cueva y regresar a tu lado. Se que lo que más desea en el mundo el volver contigo. Cuando te secuestraron, no paró hasta encontrar la forma de poder entrar en National City para rescatarte. Además, sus poderes de kryptoniana le serán de ayuda ahí abajo.

Lena sonrió para tranquilizar a Sam pero, por dentro, sus últimas palabras no la tranquilizaron a ella. Y es que sabía que Kara no tenía poderes en esa cueva, y no los tendría hasta que entrase en contacto con el Sol. No obstante, no le contó nada de esto a Sam, a pesar de ser su persona de más confianza, puesto que prometió a Kara guardar el secreto.

Las dos llegaron hasta sus aposentos, donde Alex, J'onn, Sara e Imra las esperaban. Lo primero que hizo Lena al entrar fue dirigirse hacia la joven titana.

– Me gustaría pediros disculpas, princesa, le dije inconscientemente a Rhea que estabais en los bosques de Starling y por ello sufristeis aquel ataque.

Imra alzó una mano en señal de paz.

– No os preocupéis, majestad. Por suerte, tenía a Sara y a su tripulación para protegerme.

– Además, le enviamos a esa zorra daxamita una advertencia –dijo Sara con una maliciosa sonrisa.

Lena sintió deseos de reír, pero se contuvo.

– Lo sé, estuve presente cuando le llegó «tu regalo». Si querías enfurecerla, lo lograste –volvió a mirar a Imra –. Sabed que la Corona está en deuda con vos. Podéis pedirme lo que queráis.

Imra asintió al tiempo que pensaba. Sabía muy bien lo que pedirle a la reina metropolitana, pero prefirió guardárselo para un momento más íntimo. Lena, por su parte, continuó hablando.

– Además, con esa acción también evitasteis que Rhea me obligara a casarme con su hijo.

– Fuiste afortunada –dijo Imra –. Os hubiera matado en cuanto ya no le fuerais de utilidad. Ya lo ha hecho con otras y lo hubiera hecho conmigo también si Mon-El no me hubiera ayudado a escapar.

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