METRÓPOLIS

382 42 3
                                    

Ya habían pasado varios días desde que se supo del inicio del ataque de los daxamitas. Afortunadamente, estos estaban cruzando el Imperio en dirección a Metrópolis lentamente, saqueando las ciudades que se encontraban a su paso. Afortunadamente, Lena ya las había hecho evacuar, trasladando toda la población lo más al este posible, puesto que sabía que serían aniquilados sin ninguna piedad y, los que sobrevivieran, serían esclavizados. Ella había sido testigo directo de las barbaridades que eran capaces de cometer los daxamitas cuando estuvo prisionera en National City.

Finalmente, llegó a Metrópolis un halcón enviado por uno de sus exploradores, el cual afirmaba que el ejército daxamita solo estaba a dos días de llegar a la ciudad capitalina, por lo que la cuenta atrás había comenzado. 

Todo el Ejército Real se encontraba apostado alrededor de los muros de la ciudad pero, pese a que Metrópolis contaba con el mayor ejército del Continente y las armas de los soldados estuvieran recubiertas de plomo, los daxamitas aún los superaban en número. Afortunadamente, no todas las peticiones de ayuda cayeron en saco roto. En los días que habían transcurrido, habían llegado tres ejércitos a la ciudad para ayudar en la batalla.

La primera en acudir fue Argo. Alura cumplió su promesa y llegó a la ciudad al frente de tres mil kryptonianos. Fue una ayuda muy bien recibida por la reina, ya que los kryptonianos poseían una fuerza y habilidad similares a los daxamitas. El único problema era que su número era muy inferior contra el gigantesco ejército de medio millón de soldados que comandaba Rhea.

Lena salió a recibirla a las puertas de la ciudad montada sobre su caballo y escoltada por soldado de la Guardia Real. Alura, también montada sobre su caballo, se colocó frente a la reina, a la que le dedicó una gran sonrisa. La kryptoniana vestía un uniforme color carmesí con adornos dorados y la gran S de la Casa El en el pecho.

 La kryptoniana vestía un uniforme color carmesí con adornos dorados y la gran S de la Casa El en el pecho

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

– No sabéis como os agradezco que hayáis venido –le dijo la reina después de presentarse –. Metrópolis ya está en deuda con Argo después de que vuestro sobrino ayudara a derrocar a mi hermano. Y por lo mucho que nos habéis ayudado a lo largo de los más de mil años de vida del Imperio.

– No es necesario que nos lo agradezcáis, majestad –le respondió Alura amablemente –. Argo ha sido siempre una gran aliada de Metrópolis y acudirá en su ayuda siempre que lo necesite.

Lena le devolvió la sonrisa.

– Mi Guardia Real os llevará con el Gran Comandante de mis ejércitos. Él os pondrá al corriente de la situación y os dirá donde colocar vuestras tropas.

Alura asintió antes de dar la vuelta a su caballo y largarse de allí acompañada de dos de los soldados de la Guardia Real que escoltaban a Lena. Desde lo alto de los muros de la ciudad, Kara la observaba a escondidas. La kryptoniana estaba feliz de volver a ver a su madre pero, a la vez, su presencia en la ciudad la ponía nerviosa. Su madre era muy tenaz y podría descubrir su relación con Lena, algo que la pondría en un gran aprieto, ya que los kryptonianos enviados a ayudar a los reyes metropolitanoes tenían prohibido intimar con ellos.

RESURGENCEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora