Kara y Rhea continuaban luchando espada contra espada mientras, a ambos lados, los dos ejércitos las observaban preparados para cualquiera de los desenlaces que pudiera tener aquel combate.
Las dos eran formidables con la espada, por lo que la pelea fue muy igualada hasta que Rhea empezó a dar golpes traicioneros. Por suerte, Lena ya le había advertido a Kara que Rhea jugaría sucio así que, cuando esta se dispuso a atacarla por la espalda, la kryptoniana se giró rápidamente y la desarmó de un rápido golpe, lanzando la espada a unos metros de ellas y haciendo que la reina daxamita cayera de espaldas.
Mientras Rhea se incorporaba, Kara corrió hacia ella y le apuntó con su espada.
– Se acabó, Rhea. Has perdido.
Desde el suelo, la daxamita la miró furiosa.
– Esto sólo puede terminar de dos formas, con la muerte o la rendición de uno de los contrincantes. Yo no pienso rendirme, así que ya sabes lo que tienes que hacer.
Kara se puso muy nerviosa. Aunque odiaba a esa mujer por todo el mal que había hecho y, sobre todo, por las cosas que le hizo a Lena cuando la tuvo prisionera, ella no era una asesina. Puede que hubiera matado a gente en combate, pero jamás a nadie que estuviera desarmado e indefenso, por muy repugnante que esta persona fuera.
– Por favor, Rhea, esto no tiene por qué acabar así –dijo con voz de súplica, pese a ser ella la que estuviera en posición dominante –. Aún estás a tiempo de volver con tu pueblo al otro lado del Océano Negro. Deja que los daxamitas vivan en paz mientras sigues siendo su reina.
Rhea se derrumbó y empezó a llorar.
– No puedo... No puedo regresar derrotada después de todo lo que les prometí... –decía entre sollozos – Jamás me aceptarán como su reina... Estoy acabada...
– No lo estás. Seguro que, después de 20 años, estarán deseando volver a vivir en paz. Tus soldados estarán tan agradecidos de poder volver a casa con sus familias que te adorarán más por ello.
Rhea alzó la mirada y miró a la kryptoniana con ojos llorosos. Kara dejó de apuntarla con la espada y extendió hacia ella su mano libre.
– Ven conmigo –continuó Kara con una sonrisa –. Aún podemos sacar algo bueno de toda esta locura.
La reina daxamita sonrió con congoja y agarró la mano de la kryptoniana, que la ayudó a levantarse. Pero, en ese momento, Kara sintió un fuerte pinchazo en el abdomen y comenzó a sentirse débil mientras sentía como se quemaba por dentro al tiempo que sus venas se hinchaban y se ponían de color verde. Miró hacia abajo y vio que Rhea había alargado su otro brazo y tenía sus dedos clavados en el abdomen. En ese momento, retiró la mano, pero dejó varias uñas clavadas en su cuerpo.
La kryptoniana alzó la mirada y vio a Rhea sonriendo de forma diabólica.
– ¿Te gustan mis uñas postizas...? –dijo la reina daxamita con voz burlona mientras rasgaba el esmalte de una de sus uñas, dejando ver un color verde y brillante –. Sabía que, tarde o temprano, terminaría enfrentándome a un kryptoniano, así que siempre estuve preparada.
Kara se sentía cada vez más débil y no pudo sostenerse en píe, cayendo de rodillas frente a la contrincante a la que hacía solo unos segundos creía derrotada.
– ¡Estúpida kryptoniana! –continuó la reina daxamita con voz de superioridad antes de propinarle una bofetada tan fuerte que hizo que la kryptoniana cayera de espaldas – ¿De verdad creías que iba a rendirme tan fácilmente?
Kara se incorporó trabajosamente y volvió a ponerse de rodillas mientras Rhea fue a recoger su espada y volvió con ella.
– Debería matarte ahora mismo –le puso la hoja de la espada en el cuello –. Pero, de eso se encargará, muy lentamente, la piedra verde. Prefiero que vivas para que contemples lo que va a ocurrir. Lo que tú misma has intentado impedir, pero has fracasado. Cómo tu pueblo cuando quiso exterminarnos.
ESTÁS LEYENDO
RESURGENCE
FanfictionLa ciudad de Argo es lo único que queda de una poderosa y avanzada civilización que dominó el mundo hasta que un cataclismo destruyó la capital de su imperio, Krypton. Ahora, los kryptonianos se dedican a ayudar a los reinos humanos para ir por el b...