METRÓPOLIS

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Nada más entrar en la Sala de Consejos, Kara y Alex se sintieron intimidados al sentir sobre ellas las miradas de los que se encontraban sentados a lo largo de la mesa rectangular. Pese a que acababan de pasar su primera noche en la Fortaleza Luthor y habían sido invitadas a aquel Consejo por la reina en persona, ambas se sentían como si estuvieran fuera de lugar.

Se produjo un angustioso silencio incómodo que se rompió cuando Lena hizo su aparición acompañada por Sam y J'onn. La reina sonrió nada más verlas.

– Me alegra que hayáis llegado. Temía que no os hubieran avisado de a que hora era el Consejo. Por favor, tomad asiento –señaló las dos sillas que había dispuestas en un extremo de la mesa. Luego miró a los demás miembros del Consejo –. He invitado a Alex Danvers y a Kara Zor-El. Como os habrán informado, ellas evitaron el atentado que se produjo anoche contra mi persona.

Los miembros del Consejo las saludaron con un movimiento de cabeza que no tranquilizó a las dos jóvenes mientras se sentaban en las sillas. Lena, mientras, se sentó en el otro extremo de la mesa, en una silla de gran respaldo con una corona grabada. Sam se sentó a su lado en el lado derecho de la mesa y J'onn lo hizo en el lado izquierdo.

– Bien, como ya sabéis, anoche intentaron matarme –comenzó a decir Lena dirigiéndose hacia todos los presentes –. El autor se encuentra prisionero, pero aún queda la cuestión de cómo pudo acceder a la Fortaleza Luthor con una invitación oficial.

– Es evidente que alguien de dentro le ayudó –dijo Sam.

Lena asintió y miró a J'onn.

– ¿Habéis conseguido sacarle algo?

– De momento, nada, el tipo es duro de pelar. Aunque, sabemos quién es. La verdad es que no es ningún misterio. Su nombre es John Corben, fue uno de los caballeros que apoyaron a Lex durante la guerra y ahora forma parte de los guerreros Cadmus. De hecho, es uno de sus principales cabecillas.

– Seguid interrogándole –continuó Lena muy seria –. No solo puede decirnos quién le dio la invitación, también puede decirnos quién es su líder.

El Consejero de Guerra asintió.

– Una noche más en las mazmorras lo ablandarán.

Lena volvió a dirigirse a todos los presentes.

– El tipo logró infiltrarse como invitado en la fiesta, haciéndose pasar por el representante de la Casa Grimes. Yo en persona les envié un halcón pidiendo explicaciones. Esta misma mañana ha llegado un halcón en respuesta diciendo que los Grimes no tenían pensado asistir a la fiesta y lo notificaron –señaló la única silla que había vacía –. Como habéis podido comprobar, el Consejero de Festejos no se encuentra con nosotros. Le he cesado momentáneamente de sus funciones y he ordenado que sea recluido en sus aposentos mientras es investigado.

– ¿Cree que fue él quién ayudó al asesino? –preguntó el Consejero de Edictos.

Lena se encogió de hombros.

– La verdad es que no se ya que creer. Hablé con él en persona. Me dijo que no le llegó ninguna notificación de que la Casa Grimes no iba a asistir a la fiesta y, por ello, les envió la invitación. Así que, uno de los dos miente. O él o la Casa Grimes.

– O puede que ninguno de los dos.

Todos miraron hacia la Consejera de los Rumores. Una mujer de presencia imponente, incluso más que la propia reina.

– Habla –ordenó Lena.

La mujer cruzó los dedos sobre su pecho antes de empezar a hablar.

– Es posible que ninguno de los dos mienta. Puede que la Casa Grimes enviara la notificación, pero esta no llegó a las manos del Consejero de Festejos. De la misma manera, esa misma persona también pudo interceptar la invitación y entregársela a Corben.

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