METRÓPOLIS

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Esos días, la corte era todo un caos. Como estaba establecido, Sam había asumido el gobierno del Imperio como regente, pero un grupo de miembros de la corte, encabezados por el Consejero de Edictos, afirmaban que la reina estaba muerta y otro debía ejercer la regencia hasta que se nombrase un nuevo rey; como era de esperar, él se ofreció voluntario para aquel cometido. Sam, en cambio, se mantuvo fuerte y dejó claro que, hasta que no se demostrara lo contrario, Lena aún estaba viva y seguiría cumpliendo las órdenes que le dio antes de desaparecer.

Aquel día se había celebrado un Consejo presidido por Sam lleno de amenazas y reproches. Kara no estuvo presente, pero Alex si. En cuanto terminó, fue en busca de la kryptoniana, a la que encontró en los jardines, en el mismo lugar donde Lena fue secuestrada.

– ¿Estás bien?

Kara, que le daba la espalda, se giró y la miró con lágrimas en los ojos.

– No, no estoy bien, Alex. Lena está en peligro y todo por mi culpa. Jamás podré perdonarme si le pasa algo.

– Te lo he dicho muchas veces, tú no tienes la culpa.

– Yo estaba aquí, Alex, y no pude evitar que se la llevaran. Tenía que protegerla y he fallado. Esté donde esté, debe odiarme.

Alex corrió a abrazarse a ella y Kara rompió a llorar sobre su hombro. Aquello estaba siendo duro para Alex, ya que no solo tenía que consolar a Kara, también a Sam, quién en privado también lloraba por Lena. Las mujeres a las que más quería estaban sufriendo en aquellos momentos y eso la estaba destrozando a ella también. Sin embargo, su deber era mantenerse fuerte y evitar que ambas se derrumbaran. Ya lo había hecho con Sam y ahora le tocaba hacerlo con Kara.

– Sabes que eso no es verdad. Ella sabe que os sorprendieron y que hiciste todo lo posible para protegerla. Y apuesto a que, esté donde esté, está esperando a que vayas a rescatarla. J'onn tiene partidas de búsqueda por todo el Imperio y Cat Grant ha movilizado a todos sus espías. Es cuestión de tiempo que sepamos donde la tienen y, entonces, tú y yo iremos a rescatarla.

– ¿Y si está muerta...?

– Ni se te ocurra decir eso. Ya se lo dije a Sam y lo he dicho hace un rato en el Consejo: si Rhea hubiera matado a Lena, nos lo estaría restregando. No, Lena está viva y Rhea la tiene prisionera, eso te lo aseguro. Si me equivoco, puedes matarme.

Aquello hizo soltar unas pequeñas carcajadas a Kara, pese a que no tenía deseos de reír. La kryptoniana se tranquilizó un poco, aunque permaneció abrazada a Alex. Estar con ella la reconfortaba. Pese a que ella poseía la fuerza y habilidad sobrehumanas de los kryptonianos, Alex siempre fue la más fuerte, quién la consolaba y protegía cuando estaba triste o asustada. Más que una amiga, siempre fue una hermana mayor para ella.

Un soldado de la Guardia Real las interrumpió.

– Disculpadme, mi señora –le dijo a Alex –, pero la Gran Consejera quiere veros a las dos cuanto antes.

Kara y Alex asintieron casi a la vez y corrieron hacia el estudio de la Gran Consejera. Allí se encontraba Sam junto a J'onn. Los dos acababan de tener una conversación y estaban muy serios, algo que preocupó mucho a Kara.

– ¿Qué ocurre? –preguntó Alex extrañada una vez cerró la puerta tras de si.

– Creo que tenemos una idea sobre donde puede estar Lena –dijo Sam cabizbaja.

Aquella noticia debería haber alegrado a Alex y Kara pero, la forma en que Sam lo había dicho, las inquietó aún más. Sam le hizo un gesto con la cabeza a J'onn y este empezó a hablar.

– Hace unos minutos, recibí un halcón de una de las patrullas que vigilan la costa oeste. Me informan que los daxamitas han tomado National City. Seguramente, con ayuda de la Casa Olsen.

RESURGENCEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora