METRÓPOLIS

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Kara y Alex llegaron a la ciudad justo cuando comenzaba un gran torneo en honor a la coronación de Lena. Los torneos eran el mayor entretenimiento que tenía la gente en aquella época y los celebrados en Metrópolis eran los más exitosas, acudiendo a ellos gente de otros reinos. 

Las dos mujeres cabalgaron por unas calles casi desiertas en dirección a la Gran Plaza, un gigantesco coliseo de forma circular cuyas gradas podían albergar a miles de personas. Desde fuera podía escucharse el clamor de la gente que había acudido a ver el espectáculo.

– Si queremos acercarnos a la reina, este es el mejor sitio –dijo Alex.

– ¿Crees que acudirá? –dijo Kara extrañada –. He leído sobre ella y se que no le gustan mucho este tipo de espectáculos.

– El torneo es en su honor. Debe acudir, aunque no le guste.

– De todas maneras, el lugar está lleno. Lo únicos asientos que encontraremos serán los más alejados.

Alex se fijó en que los puestos de inscripción aún estaban abiertos y una maliciosa sonrisa se dibujó en su rostro.

– Entonces, participaremos.

Kara arqueó las cejas.

– ¿Me tomas el pelo?

– El palco real está muy cerca de la arena. Si queremos acercarnos a Lena, esta es la nejor opción.

– Yo no puedo participar, Alex –bajó la voz –. Soy kryptoniana y todos los parcipantes son humanos. Estarían en desventaja contra mí. No sería ético e iría contra todo lo que mi madre me enseñó.

– Entonces, vendrás conmigo. Serás mi paje.

Kara volvió a arquear las cejas.

– ¿Tu paje...?

Alex se encogió de hombros.

– Es la única manera de que puedas acompañarme sin participar.

Ambas desmontaron de los caballos y fueron hacia uno de los puestos de inscripción, el que correspondía a las pruebas de lucha con espadas.

– Hola, vengo a inscribirme –dijo Alex con una sonrisa.

El hombre del puesto la miró de arriba abajo.

– Hay que ser miembro de una casa nobiliaria para poder participar.

– Lo soy –abrió su bolsa y sacó un pergamino enrollado que le entregó –. Pertenezco a la Casa Danvers, del Oeste.

El tipo desenroscó el pergamino y lo leyó.

– Casa Danvers ¿Eh? No es una casa muy importante –a Alex le molestó ese comentario, pero mantuvo la sonrisa –. Pero es una casa noble y no está exenta de participar. Así que, bienvenida al torneo –le devolvió el pergamino y se puso a rellenar un documento.

– Ella me acompaña –dijo Alex señalando a Kara con la cabeza mientras se guardaba de nuevo el pergamino –, es mi paje. Su nombre es Kara.

El tipo asintió mientras seguía escribiendo. Una vez rellenó el documento, le puso un sello y se lo entregó.

– Entregad esto en la entrada y os dejarán pasar. Tengo que poner vuestros nombres en la lista, habéis venido muy tarde. Los puestos de inscripción no deberían estar abiertos a estas alturas, pero ha habido participantes que se han borrado a última hora. Así que no os costará encontrar una tienda libre.

Alex frunció el ceño.

– Es raro, estos torneos siempre están hasta arriba de participantes.

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