De rodillas, con el cuerpo cada vez más dolorido y debilitado a causa del plomo, Rhea observaba con el ojo que aún le quedaba sano como sus soldados morían poco a poco. Su inmenso ejército había sido destruido en cuestión de segundos y sus aspiraciones expansionistas habían sido paradas en seco. Todo estaba ya perdido. Después de 20 años de victorias y conquistas al otro lado del Océano Negro, había sido derrotada en la que iba a ser su primera invasión en el Continente del que fueron expulsados. Y lo peor era que había sido una simple reina humana la que la había vencido.
Derrotada, a la reina daxamita solo le quedaba dejar que el plomo que se había metido dentro de su organismo terminara el trabajo y acabase de una vez con su vida. Sin embargo, aún le quedaba una última cosa por ver antes de morir.
Una persona se colocó frente a ella. Alzó el rostro trabajosamente para mirarle a la cara y su único ojo sano se abrió mucho mientras su dolorido cuerpo se estremecía al ver a Sara Lance frente a ella, mirándola con una maliciosa sonrisa y los brazos en jarras.
– Me alegra conocerte por fin en persona, Rhea, reina de los daxamitas –dijo la Capitana con tono juguetón –. Veo que eres más fuerte que muchos de tus soldados. La mayoría han palmado ya, pero tú parece que aún puedes resistir unos minutos más. Lo cual me viene bien, porque hay alguien que quiere despedirse de ti.
Se echó a un lado y otra persona pasó a ocupar su lugar. El debilitado y dolorido cuerpo de la reina daxamita se estremeció aún más al ver a Imra mirándola con ojos llameantes mientras en su mano sostenía una daga.
– No sabes cuanto tiempo he soñado con este momento –decía la princesa furiosa conteniendo las lágrimas mientras acercaba la hoja de la daga a su cuello – ¡Mataste a mi hermana, hija de la gran puta! Ella era inocente, jamás hizo nada contra ti. Incluso trató de convencerme para que no intentara escapar. Pero, a ti eso te importaba poco, solo querías darme una lección. Y, no contenta con eso, también mataste a mi padre y masacraste a mi pueblo. Eres un maldito monstruo y mereces la muerte. No veas como he deseado ser yo la que acabase con tu miserable existencia.
Presionó tanto la hoja de la daga contra el cuello de la reina daxamita que llegó a hacerle sangrar. Sin embargo, inesperadamente retiró la hoja del cuello y volvió a enfundarla.
– No había nada más que deseara en este mundo que matarte y vengar a mi hermana –continuó la princesa relajando el tono –. Pero, verte ahora así, indefensa, con tu pueblo muriendo a tu alrededor y la vida escapando de tu cuerpo poco a poco, han hecho que me lo replantee. No voy a matarte, porque eso me convertiría en alguien como tú. Mi hermana jamás hubiera querido eso. Así que dejaré que sea el plomo el que termine contigo.
Se volvió hacia Sara, quién la miraba muy seria.
– Lo siento, Capitana. Creía que podría hacerlo. En mi mente me vi matándola muchas veces y de muchas formas. Pero, al final, no he podido hacerlo.
Inesperadamente, la capitana de la Waverider sonrió.
– Y no veas lo feliz qué me hace.
Imra arqueó las cejas.
– Pero... Creía que querías que vengara la muerte de mi hermana. Cómo tú vengaste la muerte de la tuya.
– Ya te lo dije una vez y te lo vuelvo a repetir. Cuando vengué la muerte de Laurel, yo ya era una asesina experta, con una gran cantidad de muertes a mis espaldas. Tú no eres una asesina, lo veo en tus ojos. Haber matado a esta puerca –señaló a Rhea –, por mucho que merezca morir, te hubiera convertido en una asesina y yo no quería eso.
La princesa estaba cada vez más desorientada.
– Entonces... ¿Por qué me has traído hasta aquí? ¿Y por qué me has estado animando todo este tiempo a que cumpliera mi venganza?
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RESURGENCE
FanfictionLa ciudad de Argo es lo único que queda de una poderosa y avanzada civilización que dominó el mundo hasta que un cataclismo destruyó la capital de su imperio, Krypton. Ahora, los kryptonianos se dedican a ayudar a los reinos humanos para ir por el b...