Los bosques de Starling se encontraban en el noroeste del Imperio y era uno de los terrenos más salvajes e indómitos, poblados por las más peligrosas criaturas y los bandidos más sanguinarios. La única presencia de Metrópolis en ellos eran unas cuantas fortalezas repartidas por esos territorios desde donde el Ejército Real solía hacer incursiones. Así, el Imperio Metropolitano podía reclamar esos densos territorios como propios, pero sin tener el control total sobre ellos.
Pero, lo que más asustaba a Ava era que caminaban por aquellos bosques a píe, lo cual era un completo suicidio.
– Dijiste que nos conseguirías monturas para atravesar estos bosques –le replicó a Sara, quién se mostraba más tranquila – ¿Dónde está el tipo con el que hablaste en el puerto?
– Ese tipo nunca me ha fallado. Es cuestión de tiempo que aparezca.
Y no se equivocaba. Aquel hombre no tardó en hacer su aparición.
– ¿Los has conseguido? –dijo Sara con una sonrisa acercándose a él.
El tipo asintió mientras extendía la mano.
– Ahora, págame.
Sara cogió de su cinturón una bolsa de piedras preciosas y se la entregó. El tipo llevó sus dedos a la boca y soltó un fuerte silbido. Las bestias surgieron de entre los árboles y se colocaron frente a los presentes. Ava, aterrada y boquiabierta, casi se cae de culo. Pero no fue la única, todos los demás también se quedaron asombrados.
– ¡Dijiste que nos conseguirías caballos! –le replicó Ava.
Sara se giró hacia ella con una maliciosa sonrisa.
– Dije que conseguiría monturas, nunca hablé de caballos. Atravesar estos bosques con caballos es un suicidio, tanto para los animales como para quienes los montan. Estos animales son perfectos conocedores del terreno, pueden correr entre los árboles y hasta pueden cruzar un río de un salto. Por no hablar de que nos ayudarán a defendernos si nos encontramos ante algún peligro.
– También pueden devorarnos en cuestión de segundos –dijo Rory sarcástico.
– Tranquilos, ya han comido –dijo el tipo tras comprobar las piedras preciosas antes de guardarse la bolsa –. Aunque, yo les daría de comer antes de doce horas –dijo antes de irse por donde había venido.
Sara se encogió de hombros.
– En estos bosques hay caza de sobra, así que no nos preocupemos.
Tras decir esto, se acercó a una de las bestias. Esta la recibió con un fuerte rugido que asustó a algunos de los presentes. Sara, en cambio, ni se inmutó y se colocó frente al animal mirándole fíjamente. Este le devolvía la mirada. Por un momento, los demás creyeron que el animal la iba a devorar en cualquier momento pero, para su sorpresa, la capitana empezó a acariciarle detrás de las orejas y el animal se calmó. Después, de un saltó se subió sobre su lomo a horcajadas y se volvió hacia los demás.
– Yo me quedo con este. No hay para todos, así que algunos tendréis que compartirlos.
Gary, aterrado, corrió a agarrarse a un brazo de Constantine.
– Yo voy contigo.
– Pues que bien... –dijo Constantine sarcástico entre dientes mientras rodaba los ojos.
De uno en uno, todos imitaron a la capitana y se fueron subiendo a aquellos animales que tanto miedo les daban y de los que habían escuchado tantas historias. Los Huargos eran mucho más grandes que los lobos corrientes, de un tamaño superior al de un caballo. Además, su aspecto era aterrador, con un pelaje completamente negro, enormes colmillos y unos ojos de color rojo intenso. Parecían seres surgidos del mismo infierno.
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RESURGENCE
FanfictionLa ciudad de Argo es lo único que queda de una poderosa y avanzada civilización que dominó el mundo hasta que un cataclismo destruyó la capital de su imperio, Krypton. Ahora, los kryptonianos se dedican a ayudar a los reinos humanos para ir por el b...