Situada en la costa oeste del sur del Continente, rodeada por grandes montañas por detrás y por el Océano Negro por delante, con grandes murallas protegiendo sus accesos vulnerable, la ciudad se erigía majestuosa, con brillantes edificios de color blanco coronados con tejados dorados. Pero, a ras de suelo, la ciudad no parecía tan majestuosa, con las calles llenas de mercados de esclavos donde hombres y mujeres encadenados eran vendidos en subastas como animales. Al puerto no paraban de llegar todos los días barcos llenos de personas capturadas que serían vendidos en esos mercados al tiempo que se marchaban barcos llenos de personas que ya habían sido vendidos a señores, incluso reyes, de otros reinos del sur que habían acudido allí en busca de esclavos.
En el centro, un enorme y majestuoso palacio dominaba la ciudad. En él residían los gobernantes de la ciudad, un consejo formado por hombres ricos y poderosos que habían hecho sus inmensas fortunas con el comercio de esclavos. Estos hombres descendían de los fundadores de la ciudad, esclavistas provenientes de distintos reinos del sur que, miles de años atrás, se reunieron y decidieron crear su propia ciudad estado.
Al menos, esa era la versión oficial. La ciudad recibía el nombre de Maaldoria porque había sido construida sobre las ruinas de una ciudad que en el pasado fue la capital del imperio de los maaldorianos, una raza de hombres-réptil que acostumbraban a capturar humanos para esclavizarlos. Los maaldorianos supuestamente se extinguieron cuando su imperio fue destruido, aunque circulan leyendas de que algunos lograron sobrevivir y habitan las profundidades. Una leyenda muy extendida por el sur afirma que la ciudad fue en realidad fundada por maaldorianos supervivientes y que son estos los que la gobiernan en las sombras a través de ese consejo de hombres, el cual no sería más que una fachada.
Maxwell Lord, Veronica Sinclair y Morgan Edge eran conocedores de esta leyenda, pero no le daban mucho crédito. Los tres vivían cómodamente en uno de los muchos palacetes que rodeaban el gran palacio y que se utilizaban para hospedar a los extranjeros que, como ellos, habían ido a la ciudad para ayudar con la captura y el comercio de esclavos.
Maxwell se encontraba en aquellos momentos en un gran salón, tumbado sobre elegantes almohadas mientras varias esclavas medio desnudas le abanicaban, le masajeaban y le daban de comer de bandejas de oro. Morgan entró allí bastante serio.
– No sé como puedes estar tan tranquilo.
– Tú siempre preocupándote por todo. Relájate, amigo –respondió Maxwell indiferente sin abandonar su cómoda postura.
Veronica entró en esos momentos acompañada de una joven esclava a la que arrastraba con una cadena que la chica tenía atada al cuello, como si de un perro se tratara.
– Hola, chicos. Vengo a enseñaros el nuevo "regalo" que me ha dado el Consejo como premio por ser la que más esclavos le ha proporcionado en los últimos años.
Maxwell miró a la esclava de arriba a abajo y puso una sonrisa de zorro. Era una chica joven, de a penas 17 años, de piel blanca, cuerpo voluptuoso, largos cabellos color azabache y ojos verdes.
– Se ve que el Consejo conoce bien tus gustos...
Veronica sonrió maliciosamente.
– Tuvieron que ir hasta el norte para conseguirla.
Morgan continuaba igual de serio.
– Disfrútala todo lo que puedas antes de que el Consejo nos quite todos estos privilegios. Cuando esa flota que el Imperio ha traído aquí empiece a interferir en el comercio de esclavos, las represalias recaerán sobre nosotros por ser metropolitanos.
– Eres un exagerado –respondió Maxwell, aún indiferente.
Morgan sonrió de forma irónica.
– ¿Crees que Lena Luthor ha enviado esa flota solo para quedar bien con los reyes sureños que rechazan la esclavitud? No, esa zorra quiere cambiar las cosas aquí, como también está cambiando las cosas allí.
– Si hace eso, no solo perjudicará a esta ciudad –dijo Veronica –. Son muchos los reinos y ciudades estado sureños que comercian con esclavos. Algunos hasta su economía depende de ello. Lena se arriesga a enfrentarse a una guerra contra una gran alianza de estados sureños.
– ¿Y crees que eso la va a detener? –replicó Morgan – Acaba de derrotar a los daxamitas. El ejército más grande que el mundo ha visto en miles de años, el cual venía de someter a un continente entero, aniquilado en menos de un día. La noticia no tardó en extenderse por todo el Continente y ahora el Imperio Metropolitano vuelve a ser tan temido y admirado como lo fue en tiempos de Lorian el Conquistador.
Maxwell, que no perdía su tranquilidad, soltó unas pequeñas carcajadas.
– No te preocupes por Lena, acabaremos con ella.
Morgan volvió a sonreír de forma irónica.
– ¿Y cómo lo vamos a hacer? Ya no podemos asesinarla. Ha nombrado heredera a la hija de esa plebeya. Si la matamos, esa niña heredará el trono y la plebeya pasará a gobernar el Imperio como regente.
– Te recuerdo que aún tenemos una carta que jugar: Mercy Graves –continuó Maxwell –. Aún continúa formando ese ejército de fanáticos en secreto.
– Después de derrotar a los daxamitas, dudo mucho que ese ejército le suponga una amenaza –volvió a replicar Morgan.
– Exactamente –intervino Veronica –. Seguramente, la victoria contra los daxamitas la habrá vuelto más confiada y eso es algo que podríamos aprovechar contra ella.
Morgan se encogió de hombros.
– ¿Y que haremos hasta que ese ejército se alce? Si nos expulsan de la ciudad, no tenemos donde ir. No podemos regresar al Imperio. A estas alturas, Lena debe estar enterada ya de nuestra traición. Nos arrestarán y nos llevarán ante ella en cuanto pongamos un píe en territorio metropolitano.
– Esa es la diferencia entre tú y yo, amigo –dijo Maxwell tras soltar otras carcajadas –. Mientras tú estás ahí preocupándote, yo he estado buscando nuevos aliados. Cuando supe que esa zorra se había aliado con el rey Jefferson, me puse en contacto con Tobias Whale, un señor de la guerra que lleva décadas combatiendo a la familia real de Freeland. Posee un gran ejército, una inmensa fortuna y muchos aliados. Contribuye mucho en el comercio de esclavos, por lo que es muy querido aquí en Maaldoria, donde hasta se le deja vivir en el Gran Palacio. Pronto llegará a la ciudad y estará muy encantado de escuchar las sugerencias de cualquier metropolitano que sea enemigo de Lena Luthor.
Morgan resopló.
– Espero que sea verdad lo que dices –dijo antes de largarse.
– Yo también me voy. Quiero disfrutar de mi "regalo" –dijo Veronica antes de irse de allí arrastrando con ella a la esclava que la acompañaba.
Mientras caminaban por un pasillo, se dio cuenta de que la esclava se estaba quedando atrás, por lo que tiró con fuerza de la cadena hasta colocarla junto a ella.
– Estáis muy mal domadas en el norte, voy a tener que "enseñarte modales" –continuaron la marcha –. Y una cosa más –miró a la chica con una sonrisa diabólica –. A partir de ahora, te llamas Lena ¿Entendido?
– Si, Ama –respondió la joven cabizbaja.
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RESURGENCE
FanfictionLa ciudad de Argo es lo único que queda de una poderosa y avanzada civilización que dominó el mundo hasta que un cataclismo destruyó la capital de su imperio, Krypton. Ahora, los kryptonianos se dedican a ayudar a los reinos humanos para ir por el b...