Entrar en aquel lugar era como entrar en otro mundo. El cielo estaba siempre cubierto por grandes nubes negras que a penas dejaban entrar la luz del Sol, por lo que parecía que siempre era de noche. Y raro era el día que no lloviera.
Algunos piratas habían acudido allí solo a aprovisionarse o reclutar hombres para su tripulación, pero la mayoría iban en busca de diversión. Si no estaban emborrachándose en las tabernas, estaban jugándose sus ganancias en las casas de apuestas o follando con prostitutas en los burdeles, las posadas o en la misma calle sin importar que lloviera o no.
Imra se sorprendió cuando vio en un hueco que había entre dos casas a una prostituta a cuatro patas siendo enculada por un pirata gordo y, en otro hueco, a otro pirata penetrando a una prostituta a la que tenía contra la pared. Y, a medida que se iban adentrando más en la ciudad, el panorama era aún más vicioso. Ya ni se escondían para follar. Hombres con mujeres, mujeres con mujeres, hombres con hombres... Todo mientras el suelo estaba lleno de borrachos durmiendo a los que había que ir sorteando para no tropezarse. La joven se había criado en un entorno muy liberal y, aún así, no pudo evitar sentirse impresionada ante aquel panorama en aquel lugar donde no existían leyes de ningún tipo.
Luego estaban también las miradas lascivas que no paraba de recibir desde que desembarcaron de la Waverider. Una joven tan extremadamente bella era como un caramelo a la puerta de un colegio en un lugar como ese. Afortunadamente, Sara le había puesto un colgante con un canario de plata, el cual, según le dijo, simbolizaba que era el juguete nuevo de la capitana de la Waverider y todo el mundo sabía que a Sara Lance no le gustaba que tocasen a sus juguetes nuevos.
Aquel colgante frenaba a los piratas de la isla, ya que la reputación de Sara era bien conocida y ninguno se atrevía a desafiarla. Aún así, Imra prefirió acercarse más a la capitana para sentirse más segura.
– Me siento como un ratoncito en medio de un nido de serpientes.
Sara rió.
– Tranquila, ya te he dicho que, mientras sepan que estás conmigo, no te tocarán.
– Aún así, yo no bajaría la guardia, muñequita –le dijo Zari –. No me extrañaría que, por una pieza como tú, haya alguno dispuesto a correr el riesgo.
– Bueno, la capitana lleva tiempo queriendo ampliar su colección –dijo Rory antes de apurarse la última de sus botellas de ron.
– ¿Qué colección? –preguntó la joven ceñuda.
Todos los demás soltaron unas carcajadas antes de que Charlie le contestara.
– La capitana se lleva como trofeo los huevos de quienes se atreven a tocar sus juguetes –Imra abrió los ojos como platos –. Los guarda dentro de frascos llenos de brandy en un arcón en su camarote.
– Me sorprende que aún no te los haya enseñado para presumir –dijo Zari con una picarona sonrisa.
– Seguro que ese es el único brandy que Mick no está dispuesto a beberse –dijo Nate con tono burlón y todos volvieron a reír.
– Venga, chicos –dijo Sara –. No molestéis a Imra solo por ser la nueva.
El grupo llegó a una pequeña plaza presidida por un gran local del que salía musica mezclada con gritos y risas. El lugar era famoso en la isla y era el favorito de la tripulación de la Waverider, ya que servía tanto como posada, taberna, casa de apuestas y burdel.
– Bienvenida al Lust, querida –le dijo Zari a Imra.
– Dicen que su dueño es un demonio –le dijo Charlie.
Entraron en el lugar, donde todo lo visto en las calles se multiplicaba por mil. El lugar estaba abarrotado de hombres y mujeres que se emborrachaban, jugaban a las cartas y a los dados o practicaban el sexo en cualquier rincón acompañados de la música de una orquesta que se esforzaba por sonar más alto que el jaleo que había en el lugar para que las nativas que bailaban semidesnudas sobre las mesas o dentro de jaulas colgadas del techo pudieran seguirles.
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RESURGENCE
FanfictionLa ciudad de Argo es lo único que queda de una poderosa y avanzada civilización que dominó el mundo hasta que un cataclismo destruyó la capital de su imperio, Krypton. Ahora, los kryptonianos se dedican a ayudar a los reinos humanos para ir por el b...