METRÓPOLIS

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Habían pasado ya más de dos semanas desde el ataque que sufrió Lena a manos de James Olsen. En público, se mantenía fuerte y tranquila, puesto que no podía mostrar ninguna debilidad en los momentos tan delicados por los que atravesaba el Imperio, pero en privado aún seguía muy afectada. A penas podía dormir por las noches a causa de las pesadillas en las que volvía a ser atacada por James, lo que hizo que Kara durmiera con ella algunas noches.

Lena se sentía más segura y relajada entre los fuertes brazos de la kryptoniana, para quién aquellas noches fueron un completo infierno. No es que le desagradara dormir abrazada a la mujer que amaba. Al contrario, le agradaba mucho tener aquel cuerpo cerca de ella. Pero, cada noche sus deseos iban en aumento y tenía que hacer esfuerzos titánicos para no besarla ni tocar sus partes íntimas, algo que se moría por hacer. Aún así, algunas noches se daba el capricho de oler sus cabellos color azabache, los cuales olían a rosas.

Esa mañana, Lena despertó antes que Kara. Aquel día regresaban Sam y Alex de Riverdale y podría saber si finalmente la reina Cheryl había aceptado su propuesta de reunión. Antes de partir, le dijo a Sam que no enviara ningún halcón con la respuesta, ya que temía que este fuera interceptado por sus enemigos. La respuesta se la debía dar Sam en persona ese día en el Consejo.

Se levantó suavemente para no despertar a Kara. Unos suaves golpes en la puerta sonaron y fue a abrir. Jess estaba al otro lado, indicándole que su baño ya estaba listo.

– Voy en seguida –respondió en voz baja antes de cerrar la puerta.

No obstante, no se dio cuenta de que Kara había empezado a despertarse. La kryptoniana vio a Lena mientras se desperezaba. Esta no se había dado cuenta de que se estaba despertando, puesto que le daba la espalda. De pronto, los azules ojos de la rubia se abrieron como platos cuando la reina dejó caer su camisón al suelo mostrando su voluptuoso cuerpo desnudo. Luego cruzó la habitación para coger una bata de seda roja que había sobre una silla, la cual se puso. Todo ello ante la asombrada mirada de Kara, quién sintió un gran calor en la entrepierna y un sudor frío recorriendo todo su cuerpo.

Rápidamente, se hizo la dormida cuando Lena se acercó a la cama y se inclinó sobre ella.

– ¿Estás despierta?

Kara fingió que se desperezaba. Ver el bello rostro de Lena, con sus ojos verdes fijos en ella, no ayudó nada al gran estado de excitación que tenía en aquellos momentos. Le costó mucho disimularlo. Tanto como contenerse para no agarrarla por los brazos, ponerla contra la cama y besarla apasionadamente en los labios.

– ¿Ocurre algo, majestad? –preguntó mientras se incorporaba en la cama.

– Tranquila, es solo que me he despertado antes que tú. Hoy tenemos un Consejo a primera hora por el regreso de Sam y Alex. Ahora mismo iba a bañarme.

– En un momento me visto y...

Lena posó una de sus manos sobre el hombro de la kryptoniana para tranquilizarla. Aunque consiguió el efecto contrario, ya que sentir su tacto no ayudó nada a calmar los deseos de Kara.

– La Guardia Real puede acompañarme. Tú mejor descansa hasta que comience el Consejo. Se que no duermes bien por las noches –se puso un poco seria –. Si te resulta una molestía dormir conmigo por las noches...

Kara se apresuró a negar con la cabeza.

– Mi deber es protegeros, majestad. Eso no supone ninguna molestia.

Lena sonrió.

– De acuerdo. Pero duerme un poco. Se te ve muy cansada. Y, por cierto, ya te he dicho otras veces que, cuando estemos en privado, puedes dejarte de formalidades y llamarme por mi nombre.

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