BOSQUES DE STARLING

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Espada en mano y mirada desafiante, Sara esperaba al ejército de encapuchados que se dirigían lentamente hacia ella desenvainando sus espadas. Eran demasiados, tanto para ella, como para sus piratas y los bandidos que Mia había traído con ella. Estaba a punto de producirse una gran masacre, aunque ella no llegaría a verla, ya que los encapuchados llegarían primero a ella y la matarían; pero no sin que antes se llevara a unos cuantos por delante.

Pero, nada que eso ocurrió. Antes de que los encapuchados llegasen hasta la capitana de la Waverider, un cuchillo arrojadizo surgió de entre los árboles y se clavó en el suelo frente a ellos. Los encapuchados rápidamente reconocieron su empuñadura de bronce coronada con una pequeña calavera de oro. Esto les hizo detenerse, envainar las espadas y arrodillarse.

Otra ave surgió de entre los árboles y se colocó entre los encapuchados y Sara. Era más grande que las otras dos y su plumaje era de color negro en lugar de blanco y marrón, como las otras. Sobre ella había montado un hombre cuya cabeza estaba cubierta, pero no con una capucha, sino con un yelmo que también tenía una mitad pintada de negro y la otra de naranja. Su musculoso torso estaba cubierto con una cota de maya y varias placas de armadura que cubrían sus antebrazos, uno de sus hombros y su pecho. A su espalda llevaba dos espadas envainadas formando una X y ensartados en su cinturón tenía varios puñales y cuchillos arrojadizos.

Todos los presentes sabían perfectamente quién era ese hombre. Especialmente, Sara, quién se mantuvo firme por fuera pero, por dentro, estaba muerta de miedo. Solo había dos hombres en el mundo a los que la capitana de la Waverider temiera de verdad. Uno era Ra's al Ghul; pero este ya no era un problema, puesto que estaba muerto. El otro era el hombre que tenía delante, del que desconocía cual iba a ser su reacción.

– Padre... –dijo Grant con voz temblorosa – No sabíamos que ibas a regresar.

– Claro que no, idiota. Porque no dije que regresaba –miró a Sara –. Sara Lance, que sorpresa verte por estos lugares ¿Te has cansado ya de jugar a los piratas y vienes a "recordar viejos tiempos"?

Sara negó con la cabeza.

– No he venido a iniciar ninguna guerra ni nada por el estilo, Slade. Estoy aquí cumpliendo una misión que, por desgracia, me obliga a entrar en tu territorio.

Slade Wilson desmontó del ave y se quitó el yelmo, dejando ver a un hombre de facciones duras, cabello y barba grisaceos y un parche cubriéndole el ojo derecho. Miró por encima del hombro de Sara a los encapuchados a los que Imra mantenía inmovilizados con sus propias espadas.

 Miró por encima del hombro de Sara a los encapuchados a los que Imra mantenía inmovilizados con sus propias espadas

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– Veo que has vuelto a engañar otra vez a mis chicos.

– Eso no es cierto, padre –se apresuró a decir Joe –. No nos engañó a nosotros. Fue a él –señaló a JJ, que aún seguía en el suelo –. Si nosotros no hubiéramos llegado con el resto de la banda, esta zorra –señaló a Sara –nos tendría a su merced.

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