BOSQUE NEGRO

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El Bosque Negro tenía fama de ser de lo más oscuro y peligroso pero, después de haber pasado varios días en los bosques de Starling, a la tripulación de la Waverider aquel lugar se le presentaba de lo más acogedor.

– Lo siento, Capitana –dijo Charlie agotada apoyando la espalda en un árbol –. Puedes matarme si quieres, pero no daré un paso más si no descansamos antes.

Sara resopló. Sabía que no era bueno detenerse con aquella amenaza persiguiéndoles, pero tampoco era bueno que, si volvían a atacarles, estuvieran demasiado cansados para defenderse.

– Está bien, pararemos unos 15 minutos, aprovecharlos bien. Yo me encargo de hacer guardia.

– No entiendo por qué tuvimos que dejar a los huargos –dijo Charlie mientras se sentaba junto al árbol donde había apoyado su espalda.

– Ya te lo dije. Esos animales pueden representar un peligro fuera de los bosques de Starling. Pero, no te preocupes, mañana llegaremos a un poblado donde podremos conseguir caballos.

La morena hizo una mueca de fastidio.

– Así que tendremos que seguir caminando el resto del día.

Sara se encogió de hombros.

– No te quejes. No habría que caminar si no hubierais dejado escapar el resto de los caballos de los daxamitas. Eran cinco y solo nos quedamos con dos.

– Y uno lo liberaste con las "cesta de regalos" que hiciste para Rhea ¿Seguro que la habrá recibido?

– Por supuesto. Los caballos siempre regresan a su lugar de origen. No se si Rhea estará allí, pero si habrá quién sepa donde está y le haga llegar el mensaje. Por eso envié a Mick con el otro caballo para seguirle.

– ¿Y que piensas hacer si ese bobo llega con la ubicación de esa loca? ¿Vas a ir a matarla?

– Ya veré lo que hago. Pero, si acabamos con ella, podremos evitar la invasión daxamita.

Charlie soltó unas carcajadas.

– Somos piratas, Capitana, no héroes. El Ejército y la Armada Real están para combatir las amenazas. Nosotros solo saqueamos.

Sara la miró fijamente muy seria.

– Si los daxamitas invaden en Continente no quedará mucho para saquear.

Charlie se acomodó más en el árbol.

– Como quieras. Pero nos contrataron para capturar una bruja y ya la tenemos. Todo esto son horas extras, espero que las paguen bien.

Sara sonrió mientras meneaba la cabeza.

– Venga, descansa. No malgastes fuerzas hablando.

Se alejó de Charlie y fue hacia Imra, quién se había sentado en un tronco hueco. La joven se encontraba cabizbaja y muy seria.

– ¿Cómo te encuentras? –le preguntó con tono de preocupación mientras se sentaba en el tronco junto a ella.

– Ya me encuentro mejor –respondió la joven con una sonrisa forzada.

– Nos diste un buen susto. Durante el primer ataque de Psi no te llegaste a desmayar.

– Eso era porque no hubo contacto directo. Antes de desvanecerme, recuerdo que me cogió de la mano y, entonces, la pesadilla resurgió con mucha más fuerza. Sin embargo, no creo que ella lo hiciera con intención, creo que perdió el control sobre sus poderes. No debiste haber sido tan dura con ella.

Ambas miraron a Psi, quién se encontraba sentada sobre una piedra con las manos atadas y bajo la atenta vigilancia de Ava, Rip y Gary. La bruja tenía un ojo morado, la nariz rota y el labio partido.

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