METRÓPOLIS

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Lena iba de regreso a sus aposentos cuando un soldado de la Guardia Real salió a su encuentro.

– Disculpadme, majestad. Traigo un mensaje de Andrea Rojas, le gustaría hablar con vos en privado.

Lena arqueó las cejas. Aquello era toda una sorpresa, ya que iba pedir una reunión con ella. No había estado en la sala del trono durante el acto de nombramiento de Ruby pese a haber sido convocada junto a los demás consejeros y quería que le diera una explicación.

– Dile que la recibiré en mis aposentos.

El soldado asintió y se marchó por donde había venido mientras Lena continuaba su camino. Una vez en sus aposentos, Lena no tuvo que esperar mucho. Jess no tardó en llegar anunciando la llegada de Andrea y Lena ordenó que la dejaran pasar.

Jess se marchó tras hacer una reverencia y Andrea pronto hizo su aparición, entrando en la habitación cabizbaja con la mirada pegada al suelo. Lena iba a preguntarle por que no estuvo en el acto pero, antes de que pudiera hablar, Andrea alzó la mirada, dejando ver una expresión triste y unos ojos enrojecidos de llorar.

 Lena iba a preguntarle por que no estuvo en el acto pero, antes de que pudiera hablar, Andrea alzó la mirada, dejando ver una expresión triste y unos ojos enrojecidos de llorar

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– ¿Ocurre algo? –preguntó preocupada.

– Ha llegado un halcón de Obsidian del Norte. Es de mi prima Celia. Dice que mi padre está gravemente enfermo y la cosa pinta muy mal. Los Maestres dicen que está en las últimas. Le dan solo unos días de vida.

Lena puso una expresión entre triste y asustada. Sabía lo muy unida que estaba Andrea con su padre.

– Tengo que volver al Norte –continuó Andrea –. Tengo que estar con él en sus últimos días y asumir mi deber como cabeza de la Casa Rojas y guardiana del Norte cuando muera.

– Pero... ¿Volverás?

Andrea se encogió de hombros.

– Tu eres la reina, haré lo que me ordenes. Pero, si me preguntas lo que deseo, creo que prefiero quedarme en el Norte, allí me necesitan más que aquí.

– Aquí también te necesitamos. Eres la mayor experta en adelantos tecnológicos que conozco. Alguien con tu talento me vendría muy bien en el Consejo cuando ponga en marcha el proyecto Resurgimiento. Celia puede hacerse cargo del gobierno del Norte en tu ausencia.

Andrea la miró fijamente mientras sus ojos volvían a humedecerse.

– Pero ¿Tú de verdad deseas que me quede? Dímelo como Lena Luthor, no como la reina de Metrópolis.

Lena sonrió.

– Claro que deseo que te quedes. Perdona si fui muy dura contigo cuando me sacaste de la cueva, pero entonces estaba muy preocupada por Kara y lo pagué contigo. Pero, aunque aún me duele lo que me hiciste, ya no te odio, ahora que se la verdad. Creo que tú y yo podemos pasar página y volver a colaborar juntas.

Andrea también sonrió y ambas se abrazaron a la vez que lloraban de felicidad. El abrazo fue largo, pero se interrumpió bruscamente cuando Andrea trató de besar a Lena y esta se apartó de ella bruscamente.

– ¿Se puede saber que haces? –le regañó.

– Los siento, Lena –dijo Andrea alzando las manos en señal de paz –. Me he dejado llevar por la emoción del momento y no era dueña de mis actos.

Lena respiró hondo antes de hablar.

– Quiero que te quede claro, Andrea. Estoy dispuesta a perdonarte, a dejar que el daño que me hiciste sea agua pasada y hasta estoy dispuesta a dejar que volvamos a ser amigas. Pero, lo siento, lo nuestro ya se acabó. Espero que no sea un problema.

Andrea no pudo evitar romper a llorar.

– Lo es, Lena, porque aún te amo. Y no creo que nunca deje de amarte.

Lena también sintió deseos de llorar, pero contuvo sus lágrimas.

– No me hagas esto, por favor. Sabes que amo a Kara y es con ella con quién quiero estar.

– Pero... ¿Tú aún me amas? ¿Aún te queda algo de lo que sentías por mi?

Lena suspiró antes de contestar.

– Cuando me rompiste el corazón, el amor que sentía por ti se convirtió en odio. Un odio que me estuvo atormentando durante meses hasta que conseguí superarlo. Y, para hacerlo, tuve que enterrar mis sentimientos por ti en lo más profundo de mi ser. Ahora, que se la verdad de por qué me hiciste daño, ya no se si esos sentimientos han vuelto a florecer, porque continúan ahí enterrados. Pero, hay algo que se con seguridad, y es que esos sentimientos no son tan fuertes como los sentimientos que tengo por Kara y jamás lograrán reemplazarlos.

Andrea no pudo más y cayó de rodillas mientras continuaba llorando. Lena no podía verla en ese estado y se giró dándole la espalda.

– Vuelve con tu padre. Y no te preocupes, respetaré la decisión que tomes. Si te quedas en el Norte, eres libre de hacerlo y, si decides volver a Metrópolis, serás bienvenida. Ahora, vete, por favor.

Andrea lloró un poco más hasta que se puso en píe decidida al tiempo que se secaba las lágrimas.

– Voy a volver, Lena. Lo haré porque te amo y quiero estar cerca de ti, aunque no pueda tenerte. Quiero que seas feliz, aunque sea con otra persona, y lucharé todos los días porque así sea. Me tendrás aquí para todo lo que necesites y te serviré fielmente, aunque me trates peor que a lo perros. Y si algún día debo sacrificar mi vida por ti o por alguien a quién quieres, no dudes que lo haré. Lo juro por mi vida, Lena.

Y, tras decir esto, salió de la habitación cerrando la puerta tras de si. Una vez sola, fue Lena quién rompió a llorar.

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